SEÑORITA TENTACIÓN.

(Leo)

Hablár con Matt, ha sido como quitar un peso de encima.

Solo, me pidió tener mucho control y que fuera de casa, nadie sepa que ella y yo nos amamos, pues eso nos puede traer problemas, estoy de acuerdo, se que ya llegará el momento en el que le pueda gritar al mundo que Bri en mía.

Así que le dije que hablaría con ella, sobre el tema y que no tiene de que preocuparse, si algo deseo en la vida es que todos estemos bien.

Salimos del despacho, bastante tarde pues nuestra platica se extendió por mas de dos horas, al final hablamos tambien de nuestra empresa, le recorde a Matt, que debe llamarle temprano al señor Thomas, por lo del supuesto problema de la maquina del yate.

Vamos conversando empezando a subir juntos las escaleras, y nos damos cuenta de que Bri está sentada al final, tiene sus codos apoyados en las rodillas y en sus manos apoya su precioso rostro.

—Bri, que haces despierta, mañana tienes colegio.—Le dice Matt, y mi pequeña solo lo mira.

Ver los ojos de Bri, esos preciosos y grandes ojos, que siempre me han parecido los más bellos del universo, hoy me parte el corazón.

En esos ojos hay tristeza, sé que Matt también puede notarlo, por qué le Dice.

Hermanita, Leo solo se va por una semana y esos días pasarán muy rápido, lo verás.

Ella asiente, pero sus ojos continúan tristes.

Yo me voy a dormir, Bri debes dormir también—Le dice Matt y se va a su habitación.

Yo me quedo parado frente a Bri, cuando Matt cierra su puerta, me siento a la par de ella.

Y le digo.

—Bri, Preciosa... es difícil verte así, por favor tienes que procurar estar bien, hazlo por mí. —Le digo.

—Leo, de que hablaron, Matt y Tú.—Me dice.

—De varias cosas, pero lo más importante, como siempre eres Tú, hablamos de Ti, ven vamos a tu habitación, veo que ya tienes la pijama puesta, te comentaré un poco, pero debes dormir.—Le digo tomando su mano.

—Quiero que me digas todo.—Me dice empezando a caminar.

Entramos a su habitación, y Yo remuevo las sabanas y le digo a Bri que se acueste, mientras la arropó, le digo.

—Matt, ya sabe que te amo, y Anna también lo sabía, parece que no he sido tan discreto, como pensé.

Ellos aprueban nuestra relación, pero también Matt, me ha pedido que seamos prudentes, pues hay cosas que nos pueden perjudicar, debemos recordar que tú aún eres menor de edad y que al cumplir los 18 ya le podremos gritar al mundo nuestro amor.

Así que te pido mi Preciosa Traviesa, que seas discreta.

Ahora con lo del viaje...

Mi amor quiero pedirte que trates de estar bien, mira con las redes se puede acortar un poco la distancia, vamos a hacer video llamada, para no extrañarnos tanto, y así se pasarán más rápido los días.—Le digo y ella afirma con su cabeza.

—No quiero despedirme de Ti.

Mañana me iré temprano al cole; me iré sin despedirme, así que dame el más grande de los besos y déjame sola.—Me dice mi Traviesa y a mi me duele saber que ella esté tan triste; pero creo que, lo de no despedirnos es lo mejor, tampoco yo creo soportarlo.

—Mi amor, eres lo más importante de mi vida, quiero que lo tengas en tu mente.— le digo tomando un mechón de su cabello, allí donde está acostada ya en su cama, le doy el más afectuoso de los besos, quisiera que con este beso mi Bri, sepa que la amo infinitamente, y que no hay distancia para el amor.

Nuestros labios toman vida propia y mi cuerpo reacciona también, ella está acostada tapada con sus frescas sabanas y yo en un movimiento estoy sobre ella, besándola con tanto amor.

Bri, me susurra, aún con mis labios sobre los de ella,

—Te amo Leo, te amooo... —Escuchar esas palabras hace que mis sentidos se estremezcan y que mi piel quiera sentirla; pero tengo que respetar a Matt, debo darle honor a mi palabra, así que, como puedo me separo de Bri, cuando me alejo un poco, veo sus lágrimas caer como cascadas de sus ojos y eso hace que mis ojos se llenen de lágrimas también.

—También te amo mi Traviesa, te amo con mi vida misma,—le digo limpiando sus lágrimas...

Nos abrazamos tan fuerte, nos volvemos a besar y con mucho esfuerzo me alejo, sin decir una sola palabra más, salgo de su habitación.

Llego a la mía y no puedo más, me voy directo a la regadera, donde mis lágrimas se pueden confundir con el agua, pues me duele dejar a Bri así de triste, se que solo son 8 días, y se que podría decirse que es una exageración estar así y quizá nadie lo pueda entender; pero esta leve separación duele y lo que no puedo soportar es ver triste a mi Bri.

A pesar que dormí muy poco, la luz del día llegó y me despierto con la camiseta de algodón donde me limpie los fluidos de Bri, en mi cara; la tomé anoche y aunque alguien pudiera pensar que es sucio, su olor impregnado en esa camiseta me fascina, así que la doblo y la pongo en compartimento aparte de la maleta, quizá se diga que estoy loco, pero mi hermosa Bri huele delicioso y el mayor de mis deseos en tener enterrada mi nariz en el epicentro de su delicioso olor.

Por el momento es mejor que vaya de nuevo a la regadera, para quitar este ardiente deseo de tenerla y para que mi amigo que se despertó firme vuelva a su sitio, donde debe quedarse por mucho tiempo.

Nesecito quitar este fuego que me quema y que mejor que en la ducha, donde puedo pensar en Ella, es sus ojos, en sus labios es sus curvas y en es hermoso tesoro que no he visto aún; pero que tuve el inmenso placer de tocar de sentirlo con mis manos, y donde pude comprobar que mi Bri es una mujer, ardiente, apasionada, deseosa de mi, como yo estoy deseoso de ella.

Despues de una larga ducha, salgo de la regadera y como ya estaba advertido mi Bri no está, tampoco está Matt, pues le pedí que no quería ir con nadie al aeropuerto.

Lorenzo ya me está esperando pues el me llevará y así de paso le doy ordenes precisas de como cuidar a mi Travieza

En el camino le indiqué que vigile el colegio y el recorrido del autobús escolar, y que siga los pasos de Lyam y sus amigos, en conclusión Lorenzo debe saber que no hay nadie más importante que Bri y que su bienestar es todo lo que a mi me importa.

Después de muchas horas, llego a Italia y tengo varios sentimientos, pues aquí esta enterrada mi Madre, aquí esta mi abuelo, mi tío Joaquin y mis dos primos.

Se que ellos me amaban; pero también sé que por alguna razón no me han buscado y debo saber cual es esa razón.

Al bajarme del avión, allí está Leonardo Lombardo, un hombre de 70 años, que a pesar de su edad es fuerte e imponente al verlo recuerdo las palabras de Mi Madre, eres idéntico a tu abuelo.

Y si tenía razón mamá soy idéntico a mi abuelo...