Melisa, es la chica que muere inculpada por la villana, pero ahora que he reencarnado en ella, sobreviviré.
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capítulo 21- cita
- así que ¿ahora debo llamarte majestad, conejito?
Melisa entra a la sala del palacio, donde Conrad ya la esperaba, pasa a sentarse frente a él, Conrad imagina esta enojada, pues se ve sería desde que entró.
- no es necesario. Lamento no haberle dicho antes.
- no lo se...debería aplicarle un castigo, para sentirme compensada.
- me discúlpare si así lo desea.
- se me ocurre algo mejor.
Melisa se pone de pié y va hacía el chico sentándose en su regazo, mientras rodea su cuello con sus brazos.
- ¿que puedo hacer para compensarla entonces?
Melisa sonríe de manera pícara. Minutos después, todos observan atentos, como el emperador camina rumbo a la zona de carruajes, cargando a Melisa en su espalda, mientras ella se sostiene de los hombros del emperador.
- no puedo creer que me pidiera algo así.
- es que es divertido, no le puedo pedir algo así a mi padre, porque seguro se rompe la cadera, pero usted es joven y fuerte.
- y se aprovecha de mi, mañana esto estará en boca de todos.
- tranquilo. Pero veo que no parece hacer mucho esfuerzo, o no soy pesada o usted tiene buenos brazos.
Melisa ya le esta apretando los brazos, tiene unos músculos firmes, desliza su manos por delante tocando su pecho, nisiquiera le importa que todos vean, pero el emperador tiene las mejillas algo rojas.
- no haga eso o la soltare.
- oh~ ¿tal vez se esta excitando solo porque lo estoy tocando?
Melisa le habla cerca del oído, causando que Conrad se erice y se detenga.
- deténgase, si continúa la soltare y no querrá caerse siendo vista por todos.
- bien, bien, pero...debería acompañarme de regreso.
- no creo que eso necesario.
- vamos, le aseguro que de aquí a mi casa, tenemos tiempo de una ronda.
Melisa hunde su rostro en el cuello de Conrad y le muerde la piel suavemente, causando que se estremezca, así que se apresura hasta el carruaje y la baja, permitiendo que suba primero, da la orden de llevarlos a la mansión del Duque y sube también. No muy lejos, Liam y Silvia estaban asombrados por lo que acababan de ver, su tío, cargando a Melisa y por como se comportaban, parecían una pareja melosa.
- así que, para el tío, no es solo una aventura...
- eso parece, él nunca a actuado así con una chica.
Pronto la expresión de Liam cambia a una de preocupación.
- me preocupa, si él va enserió, no quiero que acabe herido.
- lo se, tengo la misma preocupación que tú, hermano. Pero quizás, la señorita Melisa, sea la indicada.
- espero no lo abandone cuando lo sepa.
Silvia se abraza al brazo de Liam, como una manera de consolarse así mismos, ya que ambos quieren mucho a su tío, es él quien los ha cuidado desde que sus padres fallecieron, aún cuando Conrad no les lleva mucha edad, se hizo cargo de ellos, sin importar, la gran carga que ha llevado desde que fue nombrado emperador a los 15 años; por eso ellos esperan, que Melisa no le haga sufrir, su tío se merece la felicidad completa. Al llegar el carruaje frente a la mansión del Duque, se tardan un poco, pero Conrad baja primero ayudando a Melisa, quien aún tiene un poco desarreglado el vestido, mientras que Conrad tiene la camisa sin su corbata.
- el carruaje...no es muy seguro para eso.
- definitivamente no habrá una segunda vez en el.
Ambos se despiden, Melisa entra, saludando a su padre quien también iba llegando, desde lejos, el Duque hace una reverencia ante Conrad, quien ya se sube a carruaje para volver al palacio. Pero antes de bajar, acordó con Melisa de verse nuevamente dentro de dos días, pues tiene un poco de trabajo acumulado. Por otro lado, Liam esta dando un paseo por la ciudad, cuando se encuentra con Dalia, quien llevaba un par de cosas, ya que Silvia la había enviado a recoger unas prendas, Liam se acerca, ayudándola a cargarlas.
- mi hermana debería enviar a alguien más para ayudarla.
- alteza no es necesario, son cosas que no pesan y vine en carruaje.
- aún así déjeme ayudarle.
Dalia no esta tan tranquila, pero sabe que el príncipe insistirá, ambos llevan todo al carruaje, pero cuando Dalia esta por subir, Liam la detiene sostienendo su brazo levemente.
- ¿que dice si antes de volver, vamos por un postre?
- estaría encantada, alteza, pero, la gente podría mal interpretar todo, saldrán los chismes de que ahora usted sale con una doncella y no puedo permitir eso.
- los chimes no me importan, anda, somos amigos ¿no?
Dalia se lo piensa un poco, pero al ver a Liam sonriendo ante ella, le hace ceder, aceptando ir, solo espera que no se propaguen chismes, no quiere meterse en problemas con la princesa y menos que piense que trata de seducir a Liam. Ambos van a una cafetería que estaba cerca, Liam pide una mesa en el balcón para evitar que alguien les moleste.
- puede pedir lo que quiera, yo pago.
- un jugo estaría bien, no quiero abusar.
- ¿no le gustan los postres? La he visto comiendo con mi hermana. O ¿lo que no le gusta es mi compañía?
Liam la mira con una expresión triste, Dalia se pone nerviosa, mientras niega.
- jamás diría que es mala compañía alteza.
- entonces adelante, pide un postre. Te gustan los de fresa ¿verdad?
- si ¿como lo supo?
- cuando Silvia te invita, sueles escoger los de fresa.
Dalia se sonroja un poco, no imagino nunca que el príncipe fuese a notar eso de ella. Cuando el mesero llega, pide una ración de pastel de fresas, mientras que Liam pide café y un pan de nuez. Cuando Dalia ya esta un poco más relajada, Liam le platica que últimamente se siente más tranquilo, desde que supo que su compromiso podía ser roto, se sintió con un peso menos encima.
- me gustaría casarme, pero con la chica que me gusta y además, aún soy joven para un matrimonio.
- es bastante normal eso, incluso entre nosotros los plebeyos, a veces nuestros padres escogen con quien casarnos y si tiene mejor estatus, es mejor para ellos.
- pero, esos matrimonios no siempre van bien. El caso de mi madre es uno, mi padre la engaño múltiples veces y cuando enfermo, la abandonó, no le importo lo que fuese nosotros.
- no sabía eso alteza, lamento, que haya sufrido así.
- si, después, cuando fui nombrado heredero, mi padre vino haciéndose pasar por un padre preocupado y que extrañaba a sus hijos, pero, mi tío, lo echo lejos, era obvió que solo quería aprovecharse.
- el emperador es un buen hombre, solo sabía que cuido de usted y la princesa, pero no lo que había pasado con sus padres.
- no es algo que cuenten mucho. Pero, creo que puedo confiar en usted.
- claro, todo lo que me diga aquí, de mi, nadie va escuchar nada.
Dalia sonríe, lo que causa en Liam un leve sonrojo, nunca antes se había sentido así cerca de una chica.