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Renacida para Vengar mi Destino: Promesa Sellada en el Tiempo

Renacida para Vengar mi Destino: Promesa Sellada en el Tiempo

Status: Terminada
Genre:Romance / Venganza / Mujer poderosa / Matrimonio arreglado / Reencarnación / Completas
Popularitas:865
Nilai: 5
nombre de autor: Bruna Chaves

Traicionada por su propia familia, usada como pieza en una conspiración y asesinada sola en las calles... Ese fue el cruel destino de la verdadera heredera.
Pero el destino le concede una segunda oportunidad: despierta un año antes del compromiso que la llevaría a la ruina.

Ahora su misión es clara: proteger a sus padres, desenmascarar a los traidores y honrar la promesa silenciosa de aquel que, incluso en coma, fue el único que se mantuvo leal a ella y vengó su muerte en el pasado.

Decidida, toma el control de su empresa, elimina a los enemigos disfrazados de familiares y cuida del hombre que todos creen inconsciente. Lo que nadie sabe es que, detrás del silencio de sus ojos cerrados, él siente cada uno de sus gestos… y guarda el recuerdo de la promesa que hicieron cuando eran niños.

Entre secretos revelados, alianzas rotas y un amor que renace, ella demostrará que nadie puede robar el destino de la verdadera heredera.

NovelToon tiene autorización de Bruna Chaves para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 18

El día siguiente al despertar de Cássio Lacerda amaneció gris, con nubes pesadas cubriendo el cielo, como si la propia ciudad presintiera que un cambio profundo estaba a punto de suceder. En la habitación del hospital, Serena Valente permanecía sentada a su lado, los dedos entrelazados a los suyos. Aún había debilidad en sus músculos, aún había dolor en cada movimiento, pero los ojos estaban abiertos, vivos, cargados de la llama que Serena tanto había esperado.

—No tienes que apresurarte —murmuró, acariciándole el brazo con delicadeza—. Pasé meses luchando por ti. Puedo esperar unos días más hasta que recuperes todas las fuerzas.

Cássio giró el rostro hacia ella, la mirada firme a pesar del cansancio. —No tenemos días, Serena. Se están moviendo ahora mismo. Cuanto más tiempo permanezca acostado, más espacio tendrán para atacarnos.

Ella suspiró, pero no contestó. Conocía la verdad en sus palabras. Sabía que los primos estaban desesperados, que conspiraban en cada esquina, listos para el golpe final. Pero también sabía que Cássio no era un hombre común. Incluso debilitado, su presencia era capaz de sacudir a los enemigos.

Aquella tarde, contra la recomendación de los médicos, pidió que lo llevaran a la empresa. Serena organizó todo con la precisión de una estratega: eligió un coche discreto, aumentó la seguridad alrededor, se aseguró de que la entrada fuera controlada. Cuando llegaron, la sede de la compañía parecía contener la respiración. Funcionarios y directores cuchicheaban en los pasillos, ojos muy abiertos al verlo pasar en silla de ruedas, Serena a su lado como una sombra protectora.

En el salón principal, el silencio cayó pesado cuando Cássio entró. Algunos lo miraron con incredulidad, otros con miedo. Después de todo, para muchos ya estaba condenado a un sueño eterno. Ahora, verlo allí era como presenciar el regreso de un fantasma que exigía venganza.

Cássio dejó que Serena condujera la reunión. Su voz clara, firme, resonó por el espacio. —Durante meses, yo fui la guardiana de esta empresa. Enfrenté cada ataque, desenmascaré fraudes, expuse a los traidores. Pero a partir de hoy, no estoy más sola. El verdadero dueño ha vuelto.

Los murmullos crecieron, pero se callaron cuando Cássio levantó la mano. Su voz aún era ronca, pero cada palabra sonó como un trueno. —No se engañen. Sé de cada cosa que sucedió durante mi coma. Sé quién traicionó, quién robó, quién intentó vender mi imperio. Y no voy a perdonar.

Los ojos de los conspiradores se desviaron inmediatamente. Algunos tragaron saliva, otros permanecieron inmóviles, pero nadie se atrevió a desafiar.

Serena observaba en silencio, orgullosa. Él aún no tenía fuerzas para largos discursos, pero la simple presencia bastaba. Y sabía que aquel era solo el primer paso.

En los días siguientes, los dos establecieron una rutina de transición. Cássio permanecía parte del tiempo en el hospital, en sesiones de fisioterapia, recuperando los músculos debilitados. Pero todas las noches Serena le llevaba pilas de informes, contratos y documentos. Se sentaban juntos, lado a lado, y revisaban cada detalle.

—Hiciste mucho más que solo proteger la empresa —dijo él en una de esas noches, los ojos fijos en las anotaciones de ella—. La mantuviste viva. Sin ti, no habría nada para que yo retomara.

Serena sonrió, cansada, pero satisfecha. —Solo pagué la promesa que hicimos cuando éramos niños. Dijiste que me protegerías, y yo dije que nunca te abandonaría.

Él levantó los ojos, tocando levemente su mano. —Y cumpliste. Con más coraje del que imaginaba.

Hubo silencio entre ellos por algunos segundos, un silencio lleno de recuerdos y sentimientos no dichos. Serena desvió la mirada, volviendo a los papeles, pero el calor en su pecho permanecía.

Con el tiempo, Cássio comenzó a aparecer más en la empresa. Al principio en reuniones restringidas, siempre al lado de Serena, que conducía la mayor parte de las conversaciones. Después, gradualmente, pasó a intervenir más, hasta que su voz volvió a dominar las salas como en los tiempos en que nadie osaba enfrentarlo.

—Aún intentan minar nuestras acciones —dijo Serena cierta mañana, mostrándole un contrato adulterado—. Edmundo continúa enviando información a los primos.

Cássio analizó el documento con frialdad. —Déjalo pensar que aún tiene ventaja. En el momento adecuado, vamos a exponerlo delante de todos.

Ella asintió. Había aprendido con él que la paciencia también es un arma.

Pero no era solo la empresa la que cambiaba. El vínculo entre ellos se volvía más fuerte cada día. Serena, que antes se veía como guardiana solitaria, ahora dividía el peso con alguien que finalmente la comprendía. Había noches en que, exhausta, se dormía con la cabeza apoyada en su hombro, y Cássio, incluso aún en recuperación, pasaba los dedos por su cabello, silencioso, pero presente.

En la tercera semana después del despertar, ocurrió el momento que marcó definitivamente el regreso. Cássio entró en el salón de la directiva sin silla de ruedas, apoyado en un bastón, pero erguido, imponente. El silencio fue absoluto. Todos los ojos se volvieron hacia él, e incluso los que conspiraban bajaron la cabeza.

—Este imperio —dijo, con voz firme— no pertenece a ladrones ni a traidores. Pertenece a quien tiene el coraje de protegerlo. —Se volvió hacia Serena, que lo observaba con orgullo—. Durante mi sueño, ese coraje vino de ella. A partir de hoy, gobernaremos juntos.

El impacto fue inmediato. Por primera vez, Serena fue reconocida no solo como la esposa que había asumido por necesidad, sino como socia oficial de Cássio Lacerda. No había más cómo separarlos, ni por fuerza, ni por ley.

Aquella noche, solos en la habitación del hospital que aún servía de base, Serena sonrió al verlo practicar pasos cortos sin el bastón. —Te estás recuperando demasiado rápido —dijo, en tono medio bromista.

—Tuve una motivación poderosa —respondió él, acercándose a ella—. Cada vez que abro los ojos, te veo a ti. No puedo darme el lujo de flaquear.

Ella desvió la mirada, emocionada, pero no respondió. Sabía que aún había mucho por delante. Los primos no habían desistido, y el contraataque de ellos sería inevitable. Pero ahora, al lado de Cássio, no se sentía más sola.

Él extendió la mano, entrelazando los dedos en los de ella. —La cacería ha comenzado, Serena. Pero esta vez, no eres tú quien lucha sola. Somos nosotros dos.

Y en aquel instante, bajo la luz suave de la habitación, Serena Valente supo que el verdadero imperio de ellos no estaba hecho solo de negocios y fortunas. Estaba hecho de la unión que renacía, lenta, pero inquebrantable.

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Topy71 🇦🇷
Tiene que esvonder a los padtes donde nadie sepa nada ni los conosxa
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