César es un CEO poderoso, acostumbrado a tener todo lo que desea, cuando lo desea.
Adrian es un joven dulce y desesperado, que necesita dinero a cualquier costo.
De la necesidad de uno y el poder del otro nace una relación marcada por la dominación y la entrega, que poco a poco amenaza con ir más allá de los acuerdos y transformarse en algo más intenso e inesperado.
NovelToon tiene autorización de Syl Gonsalves para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 18
— ¡Acepto!
Adrian sabía que no tenía otra opción, si el precio para salvar a Amanda era literalmente vender su cuerpo y alma a ese diablo de hombre, entonces lo haría. Pero tomaría precauciones para que su hermana jamás lo descubriera.
Aquella noche, Adrian fue a casa con la extraña sensación de que al día siguiente ya no sería alguien libre. No es que un pobre tuviera mucha libertad. Pero sentía que a partir del momento en que firmara aquel contrato, ya no sería dueño de sí mismo. Su vida pasaría a pertenecer al CEO de Serrano Tech Holding.
— ¿En qué mierd4 me he metido? — comentó en voz alta, entrando en la ducha. — Si Amanda se entera me va a matar o morir de disgusto... Porquería de ducha que ni siquiera sirve para dejar el agua mínimamente tibia... ¡Mierda! No pagué el alquiler este mes...
Se envolvió en la toalla y se secó. Fue a ver si tenía alguna reserva económica para pagar el alquiler y todo lo que encontró sumaba unos treinta reales.
— Y me van a echar, ¡qué maravilla!
Cuando tenía muchas cosas en la cabeza y estaba solo, terminaba hablando en voz alta.
Adrian caminaba de un lado para otro, con las manos sudando y el pecho jadeando.
— Bueno... Si no hay nada que hacer, ¡hecho está!
Diciendo esto se hundió en la cama, jaló las cobijas hasta quedar completamente cubierto y, en posición fetal, lloró hasta dormirse.
A la mañana siguiente, se despertó con ojeras y una sensación creciente de náuseas.
— ¡Eso es!
Adrian salió para el trabajo, pero parecía un zombi caminando por las calles. Llegó a la sede de Serrano Tech Holding, fichó y se dirigió a su mesa. Encendió el monitor y luego el terminal para acceder a los proyectos y demás archivos.
Mientras esperaba que la máquina reconociera sus comandos, notó que César ya estaba en la oficina. Adrian miró sus manos, estaban temblorosas y sudadas. Se las secó en el pantalón, respiró hondo y se dirigió a la oficina del CEO. Llamó a la puerta y César le dijo que entrara.
— Pensé que habías cambiado de idea... — dijo César sentado en su silla de forma despreocupada.
— ¿Dónde está el contrato? — preguntó Adrian tratando de sonar firme, aunque su garganta estaba embargada.
César abrió un cajón y sacó una carpeta con el documento. A continuación, retiró el documento de la carpeta y lo dejó sobre la mesa, junto con un bolígrafo de tinta azul.
Adrian se acercó con pasos vacilantes y el corazón desbocado. Cerró los ojos por un instante, respiró hondo y tomó el bolígrafo.
La punta del bolígrafo tocó el papel. Adrian vaciló, sintiendo el temblor en su mano. Si firmaba ya no habría vuelta atrás: César haría con él lo que bien le pareciera y él no podría reclamar. Por otro lado, firmando aquel contrato, tendría el dinero para pagar el resto del tratamiento de Amanda y ahí solo tendría que arreglárselas para afrontar los otros gastos que serían mucho más ligeros, ya que serían tratamientos más simples y convencionales.
Obviamente que Adrian estaba siendo muy optimista con relación a la recuperación de su hermana. Está bien que ella presentaba señales de mejora perceptibles, sin embargo, él no estaba considerando que ese tratamiento alternativo y en fase de pruebas, podría tener efectos colaterales no deseados.
Por último, Adrian firmó el contrato y se lo devolvió a César que sonrió de forma aterradoramente salvaje. Dio la vuelta a la mesa y sujetó el rostro de Adrian entre sus manos, dándole un beso rápido en los labios resecos del muchacho.
— Muy bien, Adrian, ahora, eres todito mío. Al menos por seis meses.
La sonrisa de César no parecía humana, en aquel momento para Adrian, parecía completamente diabólica.
Así que Adrian salió de la sala, recibió la notificación de la aplicación del banco de que había recibido un depósito de quince mil dólares. Inmediatamente intentó enviar el dinero al hospital, sin embargo el valor excedía el valor de movimiento autorizado por el banco y un mensaje en letras rojas surgió en la pantalla: "Operación no autorizada. Límite de transferencia excedido."
— No, no, no… — Adrian presionaba la pantalla como si eso fuera a cambiar algo. — ¡Maldita sea!
Intentó nuevamente, dividiendo en parcelas menores. El sistema se bloqueó de nuevo, bloqueando la operación. En seguida vino la notificación del banco de que sería necesario realizar el desbloqueo presencial para movimientos por encima del límite diario.
Adrian se desesperó. Todavía estaba parado delante de la puerta de César que la abrió de forma abrupta.
— ¿Qué sigues haciendo aquí?
Adrian dio un brinco.
— Se-señor, ¿será que puedo ausentarme de la empresa por un tiempo? Por favor.
César lo evaluó de arriba a abajo.
— Está bien. Siempre y cuando compenses esa ausencia después, fuera del horario.
Adrian asintió y salió lo más rápido que pudo.