Nelly es una elfa a quien el destino le ha jugado una mala pasada, siendo engañada por su hermana, ella se ve envuelta en una situación tensa. ah pasado la noche en la habitación de un hombre al que no conoce. Al perder su honor es exiliada de su familia. Cuatro años después regresa por trabajo acompañada de un pequeño niño, y siendo acosada por un hombre que solo quiere pagar una deuda, por petición de su abuela... Ellos no sabían que sus destinos ya habían sido marcados por el lazo de un Después.
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Una solución
POV SKAILER
La mesa reservada en "El Dorado" estaba impecable, como siempre. Mi reloj marcaba los minutos, impaciente.
Selene, debería haber llegado hace un rato. Mi mente divagaba entre los negocios y la extraña sensación de que algo no encajaba en toda esta historia. Había algo en Elena que me intrigaba, una chispa que no terminaba de entender.
De repente, se escuchó un murmullo. Luego, gritos.
Un bullicio rompió la elegante calma del restaurante. La gente se levantaba de sus mesas, y sus caras reflejaban una mezcla de curiosidad y horror.
¿Qué demonios está pasando?
Mi primer instinto fue quedarme al margen. No era de los que me metía en dramas ajenos, y menos en un lugar público. Pero el murmullo de accidente y mujer me picó en la curiosidad.
Una sensación extraña, un presentimiento, se sembró en mí. Era como cuando en un videojuego te aparece una misión secundaria que no esperabas, pero sientes que tienes que ir a ver de qué va.
Me levanté, con mi paso firme, y me dirigí hacia la entrada, donde la multitud se agolpaba. Empujé suavemente a algunas personas, mi altura y mi presencia abria paso.
Y entonces la vi. Un cuerpo tendido en el suelo, rodeado de un charco oscuro que se extendía lentamente. La gente hablaba en voz baja, algunos con las manos en la boca, otros señalando.
Por un momento, mi cerebro no procesó la imagen. Era solo una silueta. Pero a medida que me acercaba, mi corazón dio un vuelco.
Entre la sangre y el caos, un rostro. Un rostro que había visto antes, aunque no sé reconocía de inmediato. Me acerqué aún más, mi mente está luchando por dar con quién es.
Y entonces la reconocí.
¡Joder!
¡Era ella!
¡Selene!
Un escalofrío recorrió mi espalda. ¿Qué habia pasado? ¿Quién la había atropellado?
Me arrodillé rápidamente a su lado, ignorando las miradas de la gente. Con sumo cuidado, levanté su cabeza, apoyándola en mi mano.
Su piel estaba pálida, un hilo de sangre brotaba de su sien.
—¡Selene! ¿Estás bien? ¡Selene!— La llamé, con mi voz más desesperada de lo que hubiera querido.
No hubo respuesta. Su cuerpo estaba flácido, sus ojos cerrados. El pánico comenzó a apoderarse de mí.
Saqué mi teléfono con manos temblorosas, marcando el número de Dara.
Él contestó de inmediato.
Dara, necesito una ambulancia. ¡Ahora! Al restaurante 'El Dorado'. Acaban de atropellar a Selene. ¡Muévete, Dara, por el amor de Dios!—
Mi voz sonó más autoritaria de lo que pretendía, pero la situación lo ameritaba. Volví a concentrarme en Selene. Le tomé el pulso. Era débil, casi imperceptible, como un latido de tambor lejano, pero estaba allí.
¡Estaba viva! Había un rayo de esperanza, diminuto pero presente.
Miré a mi alrededor, mi mirada buscó al culpable. La gente seguía murmurando, pero nadie parecía haber visto el carruaje. ¿Cómo era posible? ¿Cómo podía un carruaje desaparecer así sin dejar rastro? Era como si el conductor se hubiera esfumado en el aire, como un fantasma en medio de la ciudad.
La ira comenzó a burbujear en mi interior. Alguien le había hecho esto a Selene.
Alguien la había dejado tirada en el suelo como si fuera un objeto. Y yo iba a encontrar a ese alguien.
No importaba quién fuera, lo pagaría caro. El presentimiento inicial se había transformado en una certeza. Esto no era un simple accidente. Esto era otra cosa. Y yo iba a descubrir la verdad.
POV ELENA
El golpe seco. El sonido me taladró los oídos. Mis manos se apretaron instintivamente al volante. Por un instante, todo se detuvo. Mi mente se quedó en blanco.
Mierda. Mierda, mierda, mierda.
La palabra rebotaba en mi cabeza. No era parte del plan. ¡Nada de esto era parte del plan!
Nalia empezó a balbucear, llena de pánico.
—¡Elena! ¡¿Qué hiciste?!—
Mi primer instinto fue huir.
Acelerar.
Desaparecer.
Borrar el momento.
Y eso hice.
Pisé el acelerador con una furia contenida, el carriaje rugiendo mientras dejábamos atrás la escena. El silencio dentro del carruaje era ensordecedor, roto solo por los sollozos histéricos de Nalia.
Se giró hacia mí, sus ojos estaban inyectados en sangre, y el rostro pálido.
—¡Mi carruaje! ¡Mi carruaje, Elena! ¡Si investigan, van a dar con el carruaje! ¡Mis padres me van a matar! ¡Me van a meter presa! ¡No puedo ir a la cárcel, Elena! ¡No puedo!—
Su pánico era contagioso, pero no podía permitirme caer en él. No ahora. Alguien tenía que mantener la cabeza fría, y esa era yo.
Siempre he sido yo. Desde pequeña, cuando las cosas se ponían feas, yo era la que pensaba, la que actuaba.
Nalia era buena para la fiesta, para la risa, pero en una crisis… en una crisis era un manojo de nervios.
—¡Cállate, Nalia! ¡Cállate de una vez!— La rabia brotó de mí. No por ella, sino por la situación.
Detuve el carruaje bruscamente, y me giré hacia ella, intentando transmitirle algo de mi determinación. La agarré por los brazos, sacudiéndola.
—¡Cálmate! ¡Cálmate, joder! ¡No vamos a ir a la cárcel!—
Ella seguía llorando, y su cuerpo temblando. —¡Pero el carruaje, Elena! ¡Es mi carruaje! ¡Tiene mi nombre! ¡Van a saber que fui yo!—
La solté. Tenía que pensar. Rápido. Mi mente corría a mil por hora, como un procesador de última generación.
¿Qué hacemos? ¿Qué es lo más lógico? ¿Qué es lo que haría alguien inteligente en esta situación? No podíamos ir a la policía.
Eso era obvio. No podíamos quedarnos y esperar. Eso era aún peor. Teníamos que desaparecer el carruaje. Y crear una coartada. Una sólida.
—Escúchame bien, Nalia. Escúchame con atención— Mi voz se volvió fría, y calculadora. —Lo que vamos a hacer es esto: vamos a llevar el carruaje a un desguace. A uno de esos que no hacen muchas preguntas. Lo dejamos allí, y luego vamos a la delegación a poner una denuncia. Decimos que nos lo robaron. Que lo dejaste aparcado y cuando volviste, ya no estaba—
Nalia me miró, con sus ojos aún llenos de lágrimas, pero con una chispa de... ¿esperanza? ¿Desesperación? No importaba.
Lo importante era que me estaba escuchando. —Pero... ¿quién nos va a creer?—
—Nos van a creer porque vamos a ir muy convincentes— Mi voz era un susurro ahora, pero con una fuerza implacable. —Llorando, desesperadas. Como si el mundo se nos hubiera caído encima. Cuanto más creíble sea la historia, menos preguntas harán. Es como cuando le cuentas una mentira a tus padres, pero le pones tanto sentimiento que te la creen. ¿Entiendes, Nalia? ¡Tenemos que ser las víctimas aquí! Y si alguien pregunta por qué no llamamos a la policía de inmediato, decimos que estábamos en shock, que no sabíamos qué hacer. Que el pánico nos superó—
Vi cómo sus ojos empezaban a enfocarse, cómo la idea empezaba a calar en ella. El miedo seguía allí, pero ahora había una dirección. Una salida. Una estrategia. —Pero... ¿y si la mujer muere? ¿Y si...?—
—¡No pienses en eso ahora!— La interrumpí bruscamente. No podíamos permitirnos ese lujo. No ahora. —Ahora solo importa una cosa: desaparecer este carruaje y crear una historia que nadie pueda refutar. ¿Me entiendes, Nalia? ¡Tenemos que ser más listas que ellos!—
Asintió.
Un pequeño movimiento de cabeza, pero suficiente. El terror seguía en sus ojos, pero la semilla de mi plan ya estaba plantada. Era una situación de vida o muerte, una final en la que no podíamos permitirnos perder. Y yo, no iba a perder...
porque si no es como yo lo pienso o me lo imagino y de verdad Skailer cayo en la trampa y le dio la casa y la tarjeta confiando en que Elena hará lo que el dice sería idiota y un ingenuo
y esa será la prueba que ellas necesitan para su mentira
pd: espero que no la encuentren
ya que cuando estuvo con Nancy el sintió muchas cosas y que se de cuenta que eso es una trampa