{Publicaciones los LUNES/MIÉRCOLES/VIERNES}
Elizabeth era una mujer adulta que vivía sola y gozaba a pleno de su sexualidad, cuando muere por un accidente de tránsito, reencarna en un libro de época antigua que leyó antes de morir. Ella al saber cómo se darán las cosas, comienza a preparar y claro, a formar su propio harén, porque ¿para que conformarse solo con uno cuando se puede tener a seis?. Elizabeth tendrá que enfrentar muchas cosas y personas para lograr sus objetivos, además de enfrentarse a la diferencia de época y creencias sociales...
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Capitulo 20 (Maratón 6/6)
Unas horas antes en otro lado...
Los tres hermanos Sinclair andaban haciendo sus deberes en el palacio cuando vieron salir al duque Wilson junto a su hija Elizabeth Wilson de la sala de reuniones del emperador.
Cómo Sarah no la conocía, los muchachos se encargaron de señalársela, pero antes de ir tras ella a saludarla, fueron hacía su padre para preguntarle por qué estaban ahí.
Sin embargo, los hermanos Sinclair no fueron los únicos en notarla, ya que a la Emperatriz le había avisado una informante sobre la aparición de Elizabeth y su padre en el palacio, por lo que fue inmediatamente hacía allí, aunque sin hacerse notar.
El emperador les contó sobre la verdadera dueña de los negocios que llevaban tiempo investigando, también les contó a sus tres hijos sobre las obras de caridad que la señorita Elizabeth estaba realizando y que estaría bueno darles su apoyo.
La emperatriz escuchaba todo esto sumamente preocupada, no podía dejar que Elizabeth se ganará el cariño del pueblo, y mucho menos de la familia imperial, debía impedirlo cuánto antes y de la forma que fuera, aunque primero debía informarle también a su amante.
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Por otro lado, Amelia totalmente ofuscada, le contó todo a su amiga Lydia, que ya tenía un gran rencor con Elizabeth, por lo que ambas se encargaron de hacer ver a Elizabeth como una jóven egoísta que no quería compartir ni un penique con su familia, siendo que uso dinero de la familia para crear y solventar sus negocios.
Además, hizo correr la voz de qué, celosa de su hermana Amelia, la hizo vetar de todos sus locales.
Muy pronto, la voz se fue corriendo entre todos los nobles, y como teléfono descompuesto, las palabras fueron exagerando y cambiando, llevando un mensaje totalmente distinto.
En el próximo evento de té, era realizado para todas las mujeres de la sociedad, siendo invitadas tanto mujeres mayores, como jóvenes.
A ese evento fue la duquesa Penélope junto a Elizabeth y Amelia. Era importante que fueran todas las miembros mujeres de cada familia.
Al entrar en el salón, la mayoría de las mujeres mayores comenzaron a agasajar a Penélope, pero más era para conocer los detalles de los rumores, y claro, ella se encargó de alimentar esos rumores en contra de Elizabeth.
Lydia, Charlotte, Rebeca y Louisa se acercaron a Amelia, dejando totalmente sola a Elizabeth, pero de pronto ella se encuentra con su amiga Harriet que había asistido al evento junto a su madre, pero al parecer ya la habían dejado sola como a ella.
Estaban juntas tomando el té cuando unas señoras mayores junto a Penélope comenzaron a lanzarle comentarios desagradables a Elizabeth.
-Qué vergüenza tener una hija que te dé la espalda en cuanto tiene dos peniques locos - decía una condesa
-Más vergüenza me daría aún, que se la pase entre muchachos como una cualquiera y encima haciendo cosas de hombres, ¡que escándalo! - gritaba dramatizando todo una marquesa
-Me enteré de que también andaba de arrastrada con el joven Smith y el príncipe heredero James en el cumpleaños de su hermano Arthur - comentaba Louisa envidiosa, ya que ella amaba a Gideon de hacía mucho tiempo.
-Me parece que están ustedes equivocadas, señoras - exclamó de pronto una señora que estaba media apartada de las demás - me parece que están hablando sin saber realmente a quien están criticando
-¿Y qué podría saber usted baronesa Pencil? - inquirió de mala gana la condesa
-Me parece que mucho más que usted - indicó la señora Pencil, señalando su ropa - ¿Acaso no sabe de dónde proviene esa ropa que usted está usando ahora? - rió la baronesa - es de la tienda de la tienda de la señorita Elizabeth Wilson, ¿y sabe qué manos fueron las que elaboraron esa prenda?
A estás alturas todos estaban pendientes de esa conversación
-Fueron mis manos - exclamó la baronesa, haciendo que todas las presentes soltaran suspiros de sorpresa - cuando mi esposo me abandonó por su amante, tirándome a mi suerte, fue la señorita Elizabeth Wilson quien me dió una mano cuando todos me daban la espalda, ella me proporcionó una vivienda, y me dió trabajo en su local - terminó confesando la baronesa Pencil
-A mi también me dió una mano - mencionó de pronto Harriet - Gracias a sus entrenamientos, supo actuar adecuadamente cuando me encontraba sin mis guardias, ella me defendió de unos asaltantes que querían ultrajarme, no solo me rescató, sino que me brindó un hogar, una amistad - concluyó Harriet abrazando a Elizabeth que estaba emocionada
Y así muchas mujeres que estaban allí presentes, tanto mayores como jóvenes, dieron testimonio de como Elizabeth las había ayudado a ellas mismas o a parientes. También contaron sobre los eventos de caridad que ella lleva haciendo junto a sus amigos de hace un tiempo.
Las caras de todas aquellas señoras que no hacían más que criticarla, estaban rojas de la vergüenza, ellas habían confiando en las palabras de la duquesa Penélope, y solo las habían hecho quedar en ridículo.
La tarde de damas siguió transcurriendo con normalidad, solo que muchas de ellas se mantuvieron en un silencio discreto, y la mayoría terminó por evitar relacionarse con Penélope, por mentirosa y calumniar a su propia hija.
Mientras que Amelia junto a sus amigas estaban que escupían fuego de ira, todo su plan se había ido a la basura.