Dany es un adolescente nerd con una vida común. Lo único que desea en esta vida es lo que todo ser humano normal aspira y estima: paz.
Pero pareciera que nunca la tendría con Marcos dando vueltas: despiado, altivo, arrogante...
Porque Marcos era el típico macho de la escuela que jugaba fútbol. Ese tipo de chico que miraba a las personas como Dany como insectos.
No había manera de escapar de lo que se le venía encima o acaso si podría domar a la bestia.
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El Tercer Latido
Narra Javi
7:30 AM. Lunes
El cuaderno de Rojas pesa como un ladrillo en mis manos. Lo encontré ayer junto al río, empapado de rocío y de secretos. Ahora las páginas se pegan bajo mis dedos mientras veo dibujo tras dibujo de él.
López sonriendo, López mordiendo un lápiz, López dormido como un maldito ángel.
Una rabia ácida me quema la garganta ¿Desde cuándo Marcos dibuja como un enamorado de quince años?
Me dirijo hacia la escuela con rapidez, ni siquiera llego a desayunar.
Los veo.
Rojas lo tiene empujado contra los casilleros, pero no con violencia. Con devoción, sus manos en la cintura de López son un territorio conquistado. Danny ríe y el sonido me perfora el pecho como un cuchillo caliente.
Noto detalles en èl, que antes no existían para mí: su pelo cobrizo, su postura desenfadada, sus ojos llenos de vida, su sonrisa dulce que regalaba, como si fueras un maldito acto de caridad.
¡Odio esa risa! Me digo a mí mismo para cerciorarme de que el sentimiento caliente que tengo en mi pecho, es odio y no otra cosa y que también lo que revolotea en mi estómago es asco.
O quizá... odio que èl no sea para mí.
Corro del pasillo de la escuela antes de que haga una locura. Me lavo la cara una y otra vez y el reflejo repite palabras venenosas: Maricón, débil, traicionero.
Pero otra voz susurra:
¿Cuándo empezaste a contar sus pestañas cuando escribe? ¿Por qué guardaste el botón de su camisa que arrancaste en tercer año?
Recuerdo esa escena de tercer año: yo tomando a Daniel de la camisa y zarandeándolo como una muñeca de trapo. No se defendía, no decía nada, pero detrás de sus ojos negros como obsidiana cristalina había un fuego que me gritaba: esto dice más de ti, que de mí
Golpeo el espejo y este se rompe, como todo lo demás que gira alrededor de gente como yo y Rojas. Pero pensando en ello Marcos había cambiado: sus ojeras se habían ido, su sonrisa ahora le llegaba a los ojos.
Quiero eso... quiero tomarlo para mí y guardarlo.
3:30 PM. La Peña del Dragón
Lo sigo como un perro abandonado. López está solo hojeando un cómic. La luz de la tarde pinta su cuello de miel.
—¿Siempre comes solo? —pregunto, sentándome sin invitación.
Sus ojos se agrandan con miedo y a mí me resulta hermoso causar ese sentimiento, aún cuando sè que Rojas le protege. No pienso detenerme, ahora que notè a Danny como algo a lo que sujetarme.
—¿Qué quieres, Javi? — a pesar de que tiembla ligeramente puedo notar el timbre de desagrado en su voz.
Por motivos que ni yo mismo quiero saber me duele el pecho.
—Saber qué le ves a Rojas —le arrebato una patata frita de su plato—. ¿Es por què te pega fuerte o porque te besa suave?
Su rubor debería darme satisfacción. En cambio, me enciende algo bajo el esternón y más abajo del abdomen, siento un ardor que ninguna chica había despertado.
A la mañana siguiente cuando volvemos a clases lo acorralo entre dos paredes cerca del estacionamiento de la escuela. Necesito verlo descomponerse. Necesito tener el control de su cuerpo y cernirme sobre el suyo más blando y suave.
—¿Te gusta que te trate como basura? —pregunto, avanzando—. ¿O solo te excita que sea él?
Mis manos están recorriendo su pelo como si fuera mi dios pagano particular, tomo su barbilla para que me mire y sus ojos arden con determinación. Hay miedo ahí, pero también una promesa de que no cederá. Y así ha sido desde que comenzamos yo y Rojas a hacerle la vida imposible.
En lugar de encogerse, se planta.
Me estremezco cuando por fin me habla y me da un manotazo para apartar mi toque de su cuerpo.
—¿Y a ti qué te excita, Javier?— mi nombre completo en sus labios causa estragos —¿Perseguirme o negar que quieres tocarme tanto como él?
Su atrevimiento me paraliza, porque es verdad. Justo ahora mismo solo quiero ponerlo de cara a la pared y...
Daniel se aleja de mí dejándome muy confundido.
11:30 PM. Mi cuarto
Es tarde en la noche pero no logro dormirme. Doy vueltas por mi cuarto como un loco. Ahora en parte puedo entender a Rojas... Daniel es un puto afrodisiaco, después que lo tocas no puedes parar hasta lograr probarlo.
Extiendo el botón azul robado hace dos años sobre la mesa. Junto al cuaderno abierto en una página donde López me mira desde el papel con esos ojos que no odian... que nunca odiaron.
Envío la foto que juré usar para destruirlos: Marcos tocandolo en el vestidor cuando creía que nadie estaba por ahí.
Pero no a los grupos de la escuela.
Solo a él.
En su perfil el mira a la cámara con inocencia y una risa de labios cerrados.
¿Por qué nunca me miraste así?
Reconozco tres mentiras que ahora son verdades:
Lo que llamé odio... era envidia. Sus pestañas si son ridículamente largas. Quemaré su mundo si no soy el que lo ilumina.