Emma Moretti, una joven de 25 años, italiana, Sin padres y bajo la tutela de un tío mafioso que la ve como moneda de cambio, su única salida es escapar antes de que la venda al mejor postor. Astuta, carismática y con un fuego interno que se niega a apagarse, Emma llega a Nueva York con la esperanza de empezar de nuevo… sin saber que su destino está a punto de cruzarse con el hombre más frio y deseado de la ciudad.
Adrián Blackwood es un magnate implacable. CEO de un emporio multimillonario, frío como el acero y tan hermoso como inaccesible. Acostumbrado a controlar todo lo que lo rodea, su mundo perfectamente calculado comienza a tambalearse cuando una joven no tan desconocida irrumpe en su vida… y en sus pensamientos.
Ella solo quiere esconderse. Él no puede evitar querer protegerla… a su manera.
Mientras el pasado oscuro de Emma la persigue, Adrián moviliza sus conexiones, su poder y sus propios demonios para mantenerla a salvo.
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Capítulo 18
... CUIDADO Y CERCANÍA ...
El sonido de los neumáticos sobre la tierra húmeda del bosque rompió la quietud matinal como una promesa inesperada, desde la ventana de la cabaña, Emma entrecerró los ojos, reconociendo la silueta del todoterreno negro que se acercaba entre los árboles.
No lo dudó, bajó las escaleras, descalza y cruzó la sala en silencio.
—¡April! —susurró desde la habitación—. Están aquí.
April abrió los ojos lentamente, aún pálida, pero más lúcida que la noche anterior.
—¿Quiénes?
—Ellos —sonrió Emma—. Adrián y Ethan.
Ethan fue el primero en descender del vehículo, con una mochila médica al hombro y el ceño fruncido.
— No me gusta el color de su piel en los informes de esta mañana —dijo mientras caminaba con paso firme hacia la entrada—. La fiebre no debería haberse repetido si el tratamiento inicial fue efectivo.
Adrián, en cambio, bajó con menos prisa, sus ojos oscuros buscaron a Emma casi de forma instintiva y cuando la vio parada junto a la puerta, esperándolo, algo dentro de él se ablandó.
Ella no dijo nada, solo lo miró.
Él tampoco habló, solo se acercó, despacio, como si temiera que el momento se deshiciera.
— Has venido —dijo Emma finalmente, la voz quebrada por un nudo de emociones.
— Siempre lo hago, cuando me importan las cosas.
Emma sintió que el aire se le detenía en el pecho, el hombre frente a ella no era el mismo CEO implacable que había conocido en Nueva York.
Este era otro Adrián… uno que dejaba entrever el calor bajo el acero.
Ethan no perdió el tiempo, revisó la herida de April con movimientos precisos, aplicando una nueva dosis de antibióticos y revisando la saturación de oxígeno.
April fingía estar fastidiada, pero no pudo evitar mirar de reojo cada expresión preocupada que se formaba en el rostro del hombre; a diferencia de sus bromas habituales, esta vez no tenía ganas de jugar.
—¿Está muy mal? —preguntó en voz baja.
Ethan se detuvo, sus ojos ámbar fijos en los de ella.
—Estás mejor… pero algo en tu recuperación no me gusta; es como si tu cuerpo estuviera resistiendo más de lo que debería, vamos a quedarnos aquí unos días, quiero monitorearte personalmente.
—¿Aquí? ¿Contigo? —arqueó una ceja, con una sonrisa cansada—. Qué suerte la mía…
Ethan no respondió de inmediato, su mandíbula se tensó.
— No hagas bromas con eso, me preocupas, April.
Ella lo miró con sorpresa, no por la preocupación… sino por el tono de voz.
Había una grieta en su frialdad, una grieta donde comenzaba a colarse algo más.
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Mientras tanto, Emma llevó a Adrián hasta el estudio improvisado en la cabaña, la estancia estaba iluminada por la luz natural que se colaba entre las ramas altas y una pequeña chimenea encendida le daba calidez al lugar.
—¿Viniste solo por seguridad? — preguntó Emma mientras le ofrecía una taza de café.
Adrián la observó por un momento, luego tomó la taza, pero en vez de responder, dejó que sus dedos rozaran los de ella al tomarla.
Un contacto mínimo, sutil; pero cargado de electricidad.
— No — dijo finalmente, con la voz más baja —. Vine por ti.
Emma bajó la mirada, sintiendo cómo el calor le subía por el cuello.
—¿Qué está pasando, Adrián? — preguntó sin rodeos—. Entre nosotros… Esto no es solo protección.
— No — admitió él, acercándose—. Esto es mucho más peligroso que protegerte de tu tío, porque contigo, Emma, no tengo control, ni estrategia, ni defensa.
Ella tembló, no de miedo, sino de anticipación.
—¿Y te molesta sentir eso?
Adrián dio un paso más.
—Me aterra… pero también me hace sentir vivo.
Se detuvo frente a ella, el silencio entre ambos era tan intenso que se podía oír el crujido del fuego, Emma alzó la mirada, encontrándose con los ojos de él, y no pudo evitarlo.
Dio un pequeño paso hacia delante, acortando la distancia, sus cuerpos quedaron a centímetros.
Adrián levantó una mano y le apartó un mechón de cabello del rostro, el roce de sus dedos fue suave, reverente.
— No voy a besarte… —murmuró.
Emma parpadeó, confundida. ¿Por qué no?
—…a menos que me digas que lo deseas tanto como yo.
Ella lo miró, tragó saliva… y sin palabras, solo se inclinó levemente, rozando sus labios con los de él.
Fue un roce breve, tímido.
Pero solo eso bastó para que Adrián soltara un suspiro que llevaba días reteniendo.
Entonces sí, la besó.
Con la fuerza contenida de quien había esperado demasiado, con la desesperación de quien sabe que el tiempo no es aliado, con la dulzura de quien, por fin, encontró un lugar al que pertenecer.
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En la habitación, Ethan colocó el estetoscopio en el pecho de April, el sonido del corazón latiendo levemente acelerado le hizo fruncir el ceño.
—¿Te duele al respirar?
— Si, un poco, aunque… es incómodo tenerte tan cerca.
Ethan la miró, el típico sarcasmo, sí. Pero había algo más.
—Voy a quedarme esta noche contigo, no quiero que la fiebre regrese sin que nadie lo note.
—¿Vas a dormir aquí? —preguntó con los ojos abiertos como platos.
— En la silla —aclaró, algo incómodo.
—¿Y si tengo pesadillas?
Ethan suspiró.
— Entonces, te despertaré con un café, ¿Feliz?— dijo Ethan de manera sarcástica.
April sonrió, débil, pero honesta.
— Solo si lo haces tú y no el robot que sueles ser.
Ethan alzó una ceja.
— No soy un robot.
— Lo sé — dijo ella, mirándolo más suave —. Por eso me asustas.
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Al anochecer, la cabaña estaba en calma, Emma salía de la habitación, con una expresión serena, aunque dentro de ella todo estuviera alborotado. Adrián había salido a revisar el perímetro, pero sus palabras, sus gestos… seguían con ella como tatuajes invisibles.
April dormía otra vez, pero con una respiración más regular, Ethan la miraba desde la silla, sin apartarse, sus ojos fijos en ella, como si solo observarla le diera respuestas a todo lo que no entendía.
Emma se detuvo un momento en el pasillo, observándolos desde la penumbra y por primera vez, supo que esa casa no era solo un refugio.
Era un punto de partida.
El bosque, en silencio, fue testigo.
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Hasta ahorita lleva buena 💯 Trama 😍