En un mundo donde la bruma cubría los valles y las montañas se alzaban como gigantes dormidos, la Edad Media se desplegaba en un tapiz de misterio y magia. Caballeros con armaduras relucientes y doncellas con vestidos de seda se movían entre sombras y luces, mientras seres mágicos acechaban en los rincones más oscuros.
Dragones con escamas que brillaban como el oro y ojos que ardían como el fuego, volaban por los cielos, dejando tras de sí estelas de humo y leyendas de terror.
En este mundo de magia y maravilla, una heroína emerge para enfrentar el mal y salvar el reino. Una joven con un corazón valiente y un espíritu indomable, que se embarca en una épica aventura para descubrir sus propios poderes.
NovelToon tiene autorización de Luisa Galli para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Impaciente
Abrí mis ojos con el sonido de los pájaros en la ventana. Estaba nevando, el clima estaba más frío que los demás días, como si el clima nos advirtiera que es lo que se avecina. Me levanté sentándome en la cama.
Mi espalda dolía y tenía un pequeño sentimiento de que algo estaba mal. Sara, como todas las mañanas, vino a mi habitación a ayudarme a prepararme para comenzar el día. Ella tenía una expresión en su rostro que me dejó bien en claro que ella también podía sentir la tención en el aire.
Decidí tomar un baño tratando de relajar mi cuerpo. La tención estaba matándome, la incertidumbre de cómo reaccionaría mi padre y hermanos hacia la noticia me causaba náuseas.
Sumergida en la bañera, me hundí completa dentro de la bañera, aguantando la respiración en un intento desesperado por dejar de pensar. Me quedé unos cuantos momentos debajo del agua.
Salir del agua solo significaba que tendría que afrontar este día. Me armé de valor y salí de ahí. Me puse un vestido verde oscuro sin enagua, estaba cansada de esa cosa: mangas largas y anchas en las mangas y un pequeño escote en v que dejaba ver mis collares de rubí.
Salí de la habitación, encontrándome con los pequeños listos. Ambos tomaron mi mano y bajamos al comedor para desayunar huevos revueltos con pan y té acompañados de jugo de naranja. Lilian nos acompañaba con Sara.
El nudo en mi estómago no dejaba que ningún alimento entre en él. Me obligué a comer, sabía que necesitaba fuerzas para afrontar el día. Mis hermanos no esperaron mucho llenando sus mejillas de comida, casi ahogándose, tragaron todo y salieron corriendo hacia afuera.
Lilian, Sara y yo salimos al patio trasero donde los niños jugaban a pelear con espadas de madera. Ambas mujeres se habían puesto una a cada lado entrelazando nuestros brazos. Nos quedamos frente a los niños, viéndolos caerse una y otra vez al barro, demostrando que, por más cansados y lastimados que estén, siempre se pondrán de pie y seguirán.
Caminamos hasta una mesa de madera cubierta de nieve, la despejamos y nos sentamos las tres a ver a los pequeños luchar mientras bordábamos unos pañuelos.
Era un día verdaderamente helado, todo a nuestro alrededor estaba cubierto por una gran capa de nieve. Sara y Lilian llevaban abrigos de piel que las cubrían del denso frío, pero aun así estaban cerca de mí. Yo solo llevaba mi fino vestido, gracias a mi sangre caliente podía liberar algo de calor para ayudarlas a mantenerse cálidas.
Gran parte de la mañana había pasado tranquila hasta que a lo lejos pudimos oír los cuernos sonar de los hombres victoriosos que volvían de la casa.
Lilian clavó sus ojos en mí. Ambas nos miramos y caminamos hacia la parte delantera del castillo de donde venían los sonidos de los cuernos. Al final del camino podíamos ver los estandartes de mi padre y de la casa Black ondear hacia nosotras.
—Dile—, con mi vista puesta en los estandartes, le di a Lilian la orden y ella asintió enlazándose con su esposo.
—Está hecho, princesa— Lilian y yo caminamos de vuelta hacia las escaleras de la entrada al castillo esperando que los hombres llegaran a nosotras.
Mis hermanitos corrían y saltaban de un lado al otro, alegres por la llegada de nuestro padre, esperando que les cuente las fabulosas historias de lo que habían visto en el bosque. Ellos amaban eso.
Las carretas con las bestias casadas pasaban frente a nosotras con cosas que iban del tamaño de una palma hasta quizás el de una casona. Me sorprende que, haya sobrevivido alguna alimaña en el bosque, después de todo lo que trajeron, pensé.
—Padre— dije corriendo hacia sus brazos cuando bajo del caballo, me levanto en sus brazos alzándome por los aires. Mis pequeños hermanos llegaron a él para atacarlo, haciendo que los tres se unieran en una lucha.
—¿No hay un abrazo para nosotros, hermanita? ¿O no nos has extrañado lo suficientemente?— Félix y los demás se acercaron.
Rodeándome con los cuatro, nos unimos en un fuerte abrazo, pero de inmediato oí a mi padre dirigirse hacia las escaleras. Me vi obligada a romper el abrazo con mis hermanos, a ellos no les importó, ya que no somos de abrazarnos mucho.
Mis hermanos junto a los pequeños fueron a la parte trasera con los demás hombres a despellejar a las bestias y cocinar su carne. Me alejé llendo directo a mi padre, quien estaba a punto de ir hacia adentro del castillo.
—¿Padre, dónde te diriges?—pregunté disimulando
—Quería ver a tu madre, avisarle que estamos aquí — se volteó para seguir su camino, pero volví a detenerlo
—El ritual, padre, no lo olvides. Sin esto, Reniro no tendrá el favor de los dioses.— Mi padre se detuvo a mirarme, sabía que tenía razón, bajó de nuevo las escaleras y puso su mano sobre mi cabeza revolviendo un poco mi cabello.
—Soy tan afortunado de tenerte, sin ti ya habría olvidado el propósito de nuestro destino— me dio un tierno beso en la frente y llamó a Roan, quien estaba hablando con Leidy Lilian.
—Amigo mío, llegó el momento de comenzar con el ritual, ven, vamos a recordar viejos tiempos— Roan y mi padre se abrazaron y caminaron juntos hacia la parte trasera del castillo, los vi alejarse felices.
Leidy Lilian se me acercó, tomándome de la mano algo impaciente.
—¿Qué sigue ahora, princesa? ¿Qué haremos?— tomadas de las manos, llamamos la atención de sus hijos, quienes nos veían con incertidumbre. Poco a poco los jóvenes se acercaron. Nosotros rápidamente me decide de Lilian antes de que ellos se acercaran más.
—Prepárala para la ceremonia de fuego, hoy, después del ritual de mi hermano, le diré lo que pasó con mi madre y el bebé, Ahora ve y prepárala — Lilian solo me dio una reverencia y subió las escaleras escapando rápidamente de sus hijos y sus inapropiadas preguntas quería evitar todo el interrogatorio.