Esta es la continuación de la primera novela de la saga, titulada; NO ES TU HIJO.
Cyrus Vidal, al nacer en una familia adinerada, crece sabiendo aprovechar el poder que le fue otorgado desde su nacimiento, logrando encontrar placer en el caos que el mismo causaba, aprovechándose de las personas a su alrededor y engañándolas.
Uno de sus mayores timos, era cuando se hacia pasar por su hermano gemelo, Ethan, logrando asi, tener lo mejor de ambos mundos, sin importarle quien saliera herido en el proceso de su diversión.
Aunque como todo, siempre aparece un rival, en el caso de Cyrus, se trataba de Nyra, la mejor amiga de Ethan a quien quería ver sufrir sin importar el costo.
Es asi como después de descubrir el amor no correspondido de la mujer por Ethan, Cyrus descubre la forma de verla a sus pies, "El y yo somos iguales, ¿quieres usarme como su sustituto?"
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Capitulo 4. Quiero verla llorar
Con los años, la relación de los gemelos con la mujer se fue volviendo cada vez más cercana. Después de salir de la universidad, se mantuvieron en contacto, con lo cual su amistad era algo que perduraría incluso terminando aquella etapa estudiantil.
Mientras para Ethan, Nyra representaba a una gran amiga, con la cual había forjado fuertes lazos, para Cyrus, la mujer representaba una molestia, alguien a quien deseaba sacar de su cuadro, eso si pudiera hacerlo, pero al parecer tendían a coincidir en muchos aspectos.
Cyrus se desempeñaba como el director de marketing, Nyra por otro lado había conseguido ser contratada en la misma empresa de los Vidal, ocupando el puesto de Diseñadora y Productora, por lo tanto, ambos terminaron trabajando de la mano.
Ethan por su parte, ya que representaba la viva imagen de amabilidad, termino ocupando el cargo de director de relaciones públicas.
En la habitación de un hotel, las luces tenues daban el ambiente adecuado, todo el lugar se encontraba impregnado de un dulce aroma, mientras Cyrus disfrutaba en el balcón de su cigarrillo, pensando y divagando con cada calada.
- Aaaah, mmmm – se escuchaban los gemidos de la preciosa Omega que se encontraba acostada sobre la cama, atada de pies y manos, mientras un pequeño juguete colocado en el sitio justo para llevarla a la locura, comenzaba a surtir su efecto en ella – Aaaah, ya, no puedo, mmmmm – gemía la mujer con desespero.
Cyrus termino de fumar su cigarro y volteo a mirar a la mujer, quien claramente ya se encontraba hecha un desastre.
Sonia Kim, una Omega quien sin problema alguno aceptaba someterse a los deseos de Cyrus, la única condición era no tener sentimientos el uno por el otro, ya que eso solo era un intercambio de fluidos para saciarse, hasta que uno de los dos decidiera acabar con el juego.
Sonríe con malicia y se acerca a ella.
- ¿Qué tal?, ¿lo disfrutas? – le dice tocando el juguete, presionándolo más hacia ella, provocando un espasmo
- Aaaah, no, ya, ya, no puedo – su desesperada voz resonaba por todo el lugar
- Ja, ja, oh, vamos, esto es nada para ti – Cyrus estaba disfrutando de verla en ese estado de desesperación y lujuria
- NO, ya, ya, no lo resisto, por favor – su empalagosa voz le suplicaba ansiosa
- ¿Quieres tenerme dentro de ti? – le susurra al oído
- Si – su respiración era fuerte y agitada
- Si ese es el caso, creo que necesito que me ayudes a inspirarme – pasa su pulgar por los labios de la mujer y luego lo introduce en su boca, sintiendo su lengua - ¿entiendes? – le dice lamiendo su labio
En el instante en que desató a la mujer, sabía bien lo que él quería, el roce de su lengua, lo caliente de su boca llena de él, sus suaves labios y la saliva que escurría, acompañada de una mirada lasciva y lágrimas en sus ojos, nunca podría cansarse de ver esa imagen, no importaba cual fuera el Omega, siempre disfrutaría de aquello.
En el momento de entrar en ella, el gemido seguido de un fuerte grito de placer retumbó por cada esquina de aquella habitación.
- Tengo los ojos hinchados – dice la mujer viéndose al espejo, ya se encontraba vestida y arreglada para marcharse
- Las lágrimas no paraban de salir – le dice Cyrus, entretenido con el teléfono
- Eres un pervertido, ¿tanto te gusta ver llorar a los Omegas? – le dice fingiendo molestia
- Sí, es estimulante el verlos sumisos y mansos – ríe
- ¿Existe algún Omega en específico al que quieras ver más que a nadie de esa forma? - el tono de la mujer era de simple curiosidad- ¿De qué ríes? – se levanta del banquillo y va a la cama, sentándose al lado del hombre
- Es hilarante que me digas pervertido, cuando bien lo disfrutas – le dice arqueando las cejas, respondiendo solo acerca de lo que quería
- Ya, basta olvídalo – dice rindiéndose y levantándose, bien sabía que Cyrus no era el tipo de Alpha sentimental – es desquiciado el pensar que te gusta escuchar el llanto de otros, incluso en estas situaciones – se estaba terminando de arreglar
- Bien puedes alejarte si quieres – le dice despreocupado
- No he dicho que sea algo que me molesta, mientras cumplas con tu función, no tengo de que quejarme – por su tono de voz, Cyrus sabía que eso era lo que ella realmente pensaba, así era mejor, sin compromiso afectivo, claros en que solo era un beneficio mutuo.
- ¿Hasta la próxima? – le dice viendo a la mujer tomar su bolso y caminar hacia la puerta
- ¿Desde cuándo necesitas hacer ese tipo de preguntas? – le dice saliendo de la habitación.
Sonia era una mujer interesante, nada complicada y fácil de leer, además de que está dispuesta a hacer todo lo que él le pidiera. Ambos se conocieron en un bar el día en que ella termino su relación con un Alpha, al parecer el hombre quería tener una relación un tanto seria y ella teniendo esa personalidad del asco, obviamente no quería vivir a la sombra de un Alpha y ser marcada.
Toda su historia sonaba a “la Omega perfecta”, ya que no quería ataduras, compromisos, promesas o dramas románticos de por medio, solo divertirse, tener una herramienta que pudiera calmar su ciclo de celo y un amante que la complaciera en la cama. Cyrus buscaba exactamente lo mismo y de esa forma con tan solo proponer la idea, el acuerdo ya estaba hecho.
“¿Existe algún Omega en específico al que quieras ver más que a nadie de esa forma?” – recordó
- Jummmmm, ¿existe alguien a quien desee ver así más que a nadie? – se encontraba divagando mientras apreciaba el decorado del techo de la habitación – no creo que exista alguien así, hasta ahora no tengo interés en una persona en específico.
Aquel pensamiento tomo forma ese mismo día por la tarde, la escena que se presentó ante sus ojos le mostro que esa persona si podía existir, pero no quería verla llorar de placer, sino más bien de dolor, algo tan profundo que la hiciera sentir que su sola existencia no merecía la pena.
Nyra se encontraba frente a la entrada de la empresa, distraída, viendo fijamente hacia donde estaba Ethan, quien abrazaba de forma cariñosa a una Omega que llevaba impregnado su aroma, un claro signo de que era su pareja.
- Creo que ya encontré algo interesante – dice viendo la expresión de dolor que se marcaba en el rostro de Nyra al ver la escena de la pareja