Vandra nunca imaginó que su aventura con Erika sería descubierta por su esposa, Alya.
El dolor que Alya sintió fue tan profundo que pronunció palabras que jamás había dicho antes:
"La oración de quien ha sido agraviado será concedida por Allah en este mundo. Tarde o temprano."
Vandra jamás pensó que las oraciones de Alya para él, antes de su separación, se cumplirían una por una.
¿Pero cuál fue exactamente la oración que Alya pronunció por Vandra?
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Capítulo 12
Vandra ya no tenía esperanzas de mantener su hogar con Alya. Su corazón realmente se había enamorado del encanto de Erika. Un encanto que cegaba todo, hasta el punto de olvidar el compromiso y las dulces promesas que una vez le hizo a Alya. La promesa que una vez hizo al comenzar una relación romántica llena de amor, ahora es solo un amargo recuerdo.
"Alya, me parece injusto que todos nuestros bienes sean solo tuyos. Al menos dame el treinta por ciento", dijo Vandra. Su voz era plana, pero su tono implicaba desesperación. Sabía que su vida con Erika necesitaría mucho dinero, y sin eso, todo sería imposible.
Alya lo miró con una mirada fría, llena de dolor y decepción. "No puedo. Esa riqueza no es solo para mí, sino para Vero y Axel. Como compensación por las heridas que me has causado, Mas", dijo con firmeza, como una espada que corta la arrogancia de Vandra.
Alya no quería que ni una pizca de esa riqueza se usara para complacer a Erika. Para Alya, que Vandra empiece todo desde cero. Como desde cero, sin herencia del hogar que traicionó.
"Está bien. Pero, tomaré mi moto de cross y mi vespa. De todos modos, tú y los niños no podrán usarlas", dijo Vandra.
Había un tono testarudo allí. Como si con esas dos cosas, todavía tuviera un asidero en la vida.
"¡Adelante, tómalo! Es mejor que alguien lo use, a que se deje oxidar", respondió Alya, esta vez con una voz más tranquila. Pero por dentro, estaba temblando. No por miedo a perder cosas, sino por perder al esposo que amaba desde hacía mucho tiempo.
Vandra entró en el dormitorio principal y tomó la llave de la moto. La habitación guardaba tantos recuerdos hermosos. Pero ahora, esos recuerdos parecían polvorientos, llenos de oscuras sombras de traición. Sus ojos recorrieron la pared donde una vez se exhibió su foto con Alya. Ahora, no había ni una sola cara suya allí. Todo había sido removido.
"Realmente quieres olvidarme, Alya", pensó Vandra, con amargura.
El sonido del teléfono rompió repentinamente su ensoñación. Las notificaciones entraban a raudales. Metió la mano en el bolsillo, para ver quién lo enviaba. Erika. Mensaje tras mensaje aparecía: pidiendo que le llevaran comida.
"¿Pedir que le lleven comida? ¿No solía invitarme a comer juntos? ¿Por qué ahora pide que se la envíen? ¿Está Erika ocupada?", murmuró. Sin pensarlo dos veces, salió inmediatamente.
Vandra no se despidió de Vero, y mucho menos de Axel. Su partida fue como una brisa, fría y sin corazón.
En el patio trasero, Vero, que estaba jugando al gato y al ratón con Ali, vio accidentalmente a su padre. Vandra estaba sacando su amada vespa. El niño se quedó en silencio. No hubo un grito de "¡Papá!" como de costumbre. Sus pequeños labios estaban cerrados por la decepción.
"Vero, ¡ese es papá! ¿Papá ha vuelto para almorzar juntos?", preguntó Ali con inocencia, con los ojos brillantes.
Vero negó suavemente con la cabeza. "No, Ali. Ahora papá rara vez come en casa. También regresa tarde por la noche, a veces no regresa", respondió con una voz que contenía el dolor.
"¿Por qué? ¿Papá tiene mucho trabajo, así que tiene que trabajar horas extras?", preguntó Ali de nuevo, esta vez en voz baja, como si no quisiera una respuesta dolorosa.
Vero respiró hondo. "No lo sé. Lo que está claro es que a papá le gusta mentir ahora. Y eso hace que bunda llore en silencio por la noche".
Ali se quedó en silencio, luego sus ojos se llenaron de lágrimas. "Por qué papá miente. Eso es un pecado".
El niño también se sumió en la tristeza. La imagen de su madre adoptiva, Alya, llorando sola en la noche silenciosa, le oprimió el pecho.
"Parece que papá y bunda se divorciarán", dijo Vero en voz baja, casi inaudible.
Esas palabras fueron como una gran piedra que cayó sobre su propio pecho. Hizo todo lo posible por contener las lágrimas. Tenía miedo de que, si lloraba, su bunda se pusiera más triste.
Ali se acercó y abrazó a Vero con fuerza. "¿Por qué se divorcian? ¿No se aman papá y bunda?"
Vero cerró los ojos, su voz temblaba. "Escuché que hay otra mujer con papá. Eso es lo que hace que bunda se separe de papá".
"Hay una mujer mala, ¿verdad?", preguntó Ali con inocencia.
"Sí", respondió Vero brevemente.
Ali luego dijo con convicción: "Entonces, tú y bunda deberían vivir en mi casa. Y luego dejar que papá golpee a esa mujer mala".
Vero se rió entre dientes, aunque con amargura. "No. ¡Seremos arrestados por la policía!"
Ali abrió los ojos como platos. "No seremos arrestados. Porque bunda y papá no son malas personas, son buenas personas".
Ambos se rieron entre dientes. La risa estalló, aunque el corazón todavía estaba frágil. El sonido de su risa llegó al interior de la casa, haciendo que Alya sonriera levemente. Aunque su corazón estaba destrozado, se sintió un poco aliviada de que Vero aún pudiera estar alegre.
Mientras tanto, Vandra había llegado al edificio donde trabajaba Erika. Llevaba el pedido de comida con entusiasmo. Imaginaba la cara de Erika que sonreiría con coquetería, dándole la bienvenida. Pero lo que encontró fue la amarga realidad.
"¿En qué podemos ayudarle, señor?", preguntó la recepcionista, guapa, amable pero formal.
"Quiero ver a Erika Maharani", respondió Vandra con firmeza.
"La Sra. Erika Maharani ha dejado de trabajar en esta oficina, señor".
La frente de Vandra se arrugó. "¿Dejó de trabajar? ¿Quiere decir que la despidieron?"
"Sí, señor".
La respuesta hizo que el cuerpo de Vandra se debilitara repentinamente. El mundo parecía girar. No esperaba que Erika tuviera el mismo destino que él, ambos despedidos por las noticias de su aventura.
"¿Qué va a pasar ahora? Apenas me queda dinero. ¿Cómo vamos a sobrevivir?", pensó Vandra con confusión.
Las dos recepcionistas se miraron, mirando a Vandra con sospecha. Como si supieran quién era.
"Eh, ¿no es ese el amante de la Sra. Erika?", susurró una de ellas.
En poco tiempo, un hombre que pasaba por el vestíbulo señaló a Vandra abiertamente. "¡Oye, ese es el hombre! ¡El hombre que tuvo una aventura con Erika! ¡Por ellos, el nombre de nuestra oficina está contaminado!"
El susurro se extendió rápidamente. Algunas personas también se volvieron, algunas susurraron, otras se burlaron.
Ahora la gente hablaba de Vandra y Erika sin dudarlo. Lanzaron comentarios crueles, que Erika era una mujer con la que cualquiera podía acostarse, siempre y cuando su vida siguiera siendo hedonista y derrochadora. También llamaron a Vandra un hombre tonto que quedó atrapado en el encanto barato.
Vandra apretó los puños, conteniendo la ira y la vergüenza. "Erika tenía razón, que todos sus compañeros de trabajo son tóxicos y están celosos de sus logros", murmuró.
Pero en el fondo, Vandra sabía que esa frase era solo una defensa. Porque la realidad ante sus ojos, había perdido todo, desde el trabajo, el honor y el hogar. Lo que quedaba era una imagen borrosa del futuro con Erika, que ahora ambos habían caído en desgracia.
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Mientras espera la actualización del próximo capítulo, lea también el trabajo de mi amigo.