La Espía Del Rey

El carruaje real se detuvo frente al Templo del Ocaso del Ducado Page. Más de veinte guardias reales descendieron con disciplina perfecta, formando un semicírculo protector.

Eamon bajó primero.

Luego el Rey.

Y Liora.

La presencia de los tres fue suficiente para hacer temblar la entrada del templo.

Decenas de magos con túnicas blancas y azules salieron al exterior, confundidos al ver tanto movimiento militar.

El Rey avanzó unos pasos y su voz resonó firme, grave, absoluta.

Rey (en tono oficial): Por orden del Reino de Mercia, del consejo real, y con evidencia enviada por el Duque Kiran Page… ¡el templo queda bajo investigación por manipulación, intento de secuestro y traición!

Un murmullo recorrió a los magos del templo.

Algunos retrocedieron.

Otros se quedaron paralizados.

Y un grupo más pequeño, sus ojos oscuros y tensos, apretaron los dientes.

Rey: Todos los magos que deseen cooperar, dar un paso adelante y arrodillarse.

Cualquiera que siga fiel al mago Aldren… será tratado como enemigo del Reino.

Por un instante hubo silencio. Pesado. Largo.

El primer grupo de magos.. unos ocho.. se arrodillaron rápidamente.

Magos leales: ¡Viva el Rey! ¡Viva Mercia!

El Rey asintió.

Pero los demás…

Los otros quince se colocaron en posición de ataque..

- ¡EL TEMPLO NO SE ARRODILLA!

- ¡ALDREN ES LA VOZ DE LOS DIOSES!

Y devolvieron el golpe.

Eamon desenvainó su espada.

El Rey activó un sello mágico en su brazo, haciendo que un aura celeste lo envolviera.

Y Liora…

Liora avanzó sin miedo.

Sus movimientos eran un poema escrito en acero.

Finos, precisos, fluidos.

Ella esquivó tres rafagas mágicas seguidas sin perder el equilibrio.

Rodó por el suelo, sacó dos cuchillas y en un giro rápido desarmó al primer atacante que tuvo cerca.

El Rey vio todo.

Y su corazón dio un salto incómodo.

[…Liora..]

Era profesional.

Era letal.

Era hermosa.

Cada ataque que esquivaba, cada golpe que daba… era una danza perfecta.

Y la idea de que esa mujer… esa fuerza… esa luz… podría irse un día sin mirar atrás… Le atravesó el pecho como una lanza.

[¿Realmente puede marcharse del reino? ¿De mí…?]

Un hechizo oscuro salió disparado hacia él, obligándolo a reaccionar.

[Concéntrate. La batalla primero.]

Retomó la postura y lanzó una onda mágica que derribó a dos magos enemigos de un solo golpe.

Eamon luchaba a su izquierda, cubriendo flancos.

Eamon: ¡Su Majestad! ¡A su derecha!

El Rey giró de inmediato.. pero Liora ya estaba allí, bloqueando el hechizo con una barrera improvisada hecha con una runa luminosa.

Liora: Cúbrase. Ese tenía veneno mágico.

El Rey se quedó inmóvil un segundo.

Ella lo había protegido. Sin dudar. A pesar de la distancia. A pesar de todo.

Rey (voz baja, casi imperceptible): Gracias…

Pero Liora no lo escuchó. O no quiso escucharlo.

Ya estaba atacando a otro mago enemigo, saltando por encima de las escaleras del templo con la agilidad de un felino.

El Rey la siguió con la mirada un momento más del que debía…

Luego apretó los dientes.

[No importa cuánto duela… ella está cumpliendo su deber. Yo también debo hacerlo.]

Y volvió a la lucha.

La batalla duró varios minutos.. rápidos, tensos y brutales.. pero la fuerza militar del Rey y las habilidades de Liora y Eamon superaron claramente a los magos rebeldes.

Uno a uno fueron cayendo o rindiéndose.

Hasta que los últimos enemigos fueron reducidos y desarmados.

El Rey guardó su espada.

Eamon respiró hondo, agotado.

Y Liora… limpió la sangre de su cuchilla con un paño, imperturbable.

Sin una sonrisa. Sin una mirada de complicidad hacia el Rey. Sin palabras innecesarias.

La espía perfecta.

El Rey la observó.

Su corazón dolió un poco más.

[Si continua así… si sigue siendo tan fuerte sola… tan independiente… tan distante…

Me está dejando atrás.]

Eamon se acercó.

Eamon: Majestad… hemos ganado. El templo está bajo su control.

El Rey asintió.

Rey: Que todos los magos rendidos sean detenidos. Y que traigan al Mago Aldren. Hoy mismo.

Liora lo escuchó desde unos pasos atrás.

Pero ya no caminó hacia él. Ya no buscó su mirada. Ya no estuvo a su lado. Y el Rey sintió el vacío como un golpe.

El templo estaba casi bajo control cuando dos guardias arrastraron al Mago Aldren, maniatado con cadenas mágicas. quien sudaba, temblaba… pero sus ojos iban de un lado a otro, buscando una salida.

El Rey lo miró con una mezcla de indignación y repugnancia.

Rey: Mago Aldren de Mercia… estás acusado de traición, intento de secuestro, manipulación religiosa y uso indebido de recursos del Reino.

Aldren escupió al suelo.

Aldren: ¡El templo no necesita a un rey! ¡Los dioses me eligieron… no tú!

Eamon le puso una mano en la empuñadura de su espada.

Eamon: Majestad… este hombre está al borde de la locura. Tenga cuidado.

Liora no apartaba los ojos del mago.

Algo en la mirada del mago Aldren le ponía los pelos de punta.

El Rey se acercó un paso.

Rey: Entrégate con dignidad. Tal vez el tribunal te conceda clemencia..

Aldren gritó como un animal acorralado.

Aldren: ¡NO SERÉ JUZGADO POR UN REY QUE TRAICIONA A LOS DIOSES!

Y levantó las manos, liberándose con un hechizo final que rompió las cadenas mágicas con un estruendo violento.

Una explosión oscura salió disparada directo hacia el Rey.

Eamon: ¡MAJESTAD!

El Rey apenas levantó un escudo mágico.. pero no llegó a tiempo a completarlo.

La muerte venía hacia él… Hasta que una sombra veloz lo atravesó.

Liora.

Liora saltó por delante del Rey como un rayo, giró sobre sí misma y clavó su cuchilla en el brazo del mago justo al momento del lanzamiento, desviando el hechizo a un muro cercano.

Aldren gritó de dolor.

Liora aprovechó su impulso para patearlo en el pecho, derribándolo.

En un movimiento seco y preciso, lo inmovilizó contra el suelo, una rodilla en su espalda y una daga en su garganta.

Liora: Un movimiento más… y no tendré piedad.

El Rey respiró hondo, todavía impactado.

Rey (en voz baja): Liora…

Ella no se giró. No buscó su mirada. No sonrió. Solo cumplió su deber.