Un Simple Contrato Matrimonial.

Narra Cristal:

Al final Francisco me llevo a un lugar demasiado elegante, yo no sé usar la mitad de los cubiertos sobre la mesa y la comida es simplemente desabrida. De saber que así recompensaría mi ayuda lo habría abandonado a su suerte en esa fiesta.

- No te gustó verdad.

- Para nada, menos mal comí algo antes de venir.

- Sabes que para conseguir una mesa aquí tienes que esperar mínimo 3 meses.

- Francisco cuando vas a entender que yo no soy como las mujeres que conoces. Yo habría sido feliz en una pizzería o cenando en casa. A mí no me impresionan esta clase de lugares ni el dinero que tengas en tu bolsillo.

- No te creo.

- Incluso te dije que un simple gracias ya estaba bien.

- Si es así entonces paga tú la cuenta.

- Eres idiota o Eloísa te dejo caer de niño, yo no voy a pagar algo que no disfrute y mucho menos que yo no invite.

- Porque tienes que ser tan mal hablada siempre.

- Mira ya vámonos de aquí por favor, si quieres luego te doy la mitad de lo que yo consumí y todos felices.

- ¿Cómo va el trabajo? Mamá vino hoy y me pregunto sobre la luna de miel.

- Creo que lo vamos a tener que seguir posponiendo un poco más.

- ¿Tan mal te está yendo?

- De hecho me está yendo muy bien y es por eso que no tengo tiempo de ser la esposa modelo que necesitas.

- Yo.. De verdad quería disculparme contigo por lo que pasó, no debí de invadir tu espacio, mucho menos tratarte así y obligarte a besarme de esa manera.

No lo puedo creer. ¿De verdad se está disculpado? Eso quiere decir que entiende que fue un completo idiota.

- Todo bien si no se vuelve a repetir.

- Quiero conocerte y quiero llevarme bien contigo lo que duré este matrimonio.

- Si de verdad quieres eso dime por qué te pusiste de esa manera. ¿Fue por la mujer que te rechazó?

- Como sabes de ella. ¿Quién te dijo?

- Tu madre menciono algo al respecto, pero no entró en detalles. Solo me pidió tenerte paciencia.

- Si fue por ella, pero ya estoy bien.

- De seguro la amabas mucho.

- No quiero hablar de esto, Cristal.

- Entendido. ¿Nos vamos?

- Vámonos.

De todas formas ya lo sabía, que Francisco se pusiera de esa manera tenía que ser por una mujer. Sin dudas ahora de cierta forma le tengo un poco de miedo al amor.

Todos dicen que es maravilloso, pero creo que nadie habla de lo que pasa cuando este acaba para alguna de las dos partes y la otra se queda estancada en el pasado.

También me siento mal por burlarme de él y decir que se merecía tener el corazón roto, yo desconozco su historia y también el dolor que debe de sentir..

- Así que te gustan las plantas. ¿Cuál es tu favorita?

Esa pregunta no me la esperaba, no pensé que me estaba prestando atención en aquella ocasión.

- Todas me gustan aunque mi favorita es el jazmín de viento.

- ¿Por qué?

- Tiene una pequeña flor celeste y un aroma a limón fresco.

- ¿No puedes ser como una mujer normal y decir que las rosas rojas son tus favoritas?

- Porque te gusta tanto lo normal, hay más belleza en lo único y original.

- Muy bien un jazmín de viento será entonces.

- ¿De qué hablas?

- Nada, ignórame como siempre lo haces y ya.

Ya no me quedan dudas de que Francisco es único en su especie. Para ser tan joven es muy malhumorado, no entiende el sentido del humor y para nada comprende el verdadero sentido de la vida. Siente que el mundo le debe algo por el simple hecho de existir.

Es egocéntrico y el mismo se contradice todo el tiempo, lo que me indica que ni siquiera sabe lo que realmente quiere, pero siempre tiene que tener la última palabra y obvio la razón aunque esté equivocado.

Y de entre todos los hombres sobre la tierra yo tenía que casarme con el más complicado, como si eso no fuera poco está enamorado de una mujer que lo dejo. Lo que complica aún más mi existencia.

- Vamos a ir a otro lugar ahora antes de volver a casa.

- ¿A dónde me quieres llevar?

- Una tienda de ropa. No puedo permitir que mi esposa tenga un solo vestido para salir conmigo, odiaría que me llamen tacaño.

Aquí vamos de nuevo, siempre tiene que ser él y lo que le conviene. Que agradezca que estoy muy cansada como para pelear. La tienda era de lujo y los precios eran de ricos.

- Si acaso quieres que yo pague por esto estás muy equipado y menos si no es de mi agrado.

- Yo pago todo.

- No me gusta nada.

Lo veo resoplar e ir al mostrador. - Me puede mostrar todo lo que tengas de la última temporada.

- Ahora mismo, señor.

Es un desfile de prendas vestido, chaquetas, bolsos, zapatos, accesorios que combinan. Faldas y camisas, ni un solo conjunto cómodo con el que me sienta a gusto.

- Empaque todo y mándelo a esta dirección.

- Cómo ordene, el pedido llegará mañana por la tarde.

En el auto ya no lo soporto más y simplemente explotó. - No hacía falta que compraras tantas cosas, ni siquiera me entrarán en el clóset.

- Ya te lo dije mi esposa no puede andar en estas fachas tan simples.

- Eso quiere decir que las reuniones seguirán ocurriendo.

- Lo que quiero decir es que quiero que estés preparada para cuando te necesite. Luego puedes comprar más en Hawái.

- Francisco dónde entra esto en el contrato que me obligaste a firmar y decía específicamente que yo no tenía derecho a absolutamente nada de lo que tú posees.

- Tómalo como un regalo por agradecimiento.

Mientras estamos regresando su celular se ilumina y sin pensarlo dos veces estaciona a un costado y se baja a atender. Los minutos comienzan a pasar y nada que él vuelve.

Cansada me acomodo en el asiento y trato de dormir un poco. Al final de cuentas nunca lograré entenderlo aunque sea un poco.