ESTA NOVELA ERA ANTES AMARANTA, LA TENGO COMPLETA. QUIEN ME CONOCE SABE DONDE ENCONTRARME.
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SECUESTRAN HA AMARANTA ( LA QUIEREN PARA LA MILICA)
Amaranta, después de salir del hospital, se despidió de Izan Marsans, quien tenía que regresar al ejército. Una vez que Izan le dejara mil y un concejos, órdenes y cosas sobre lo que podía y no hacer Amaranta. Se despidió de Philip Thompson, subió a su auto y los dejó fuera de las puertas del hospital a los dos.
Philip Thompson estaba explicándole a Amaranta sobre los planes que tenía para las abuelas, ya que había hecho reservación en un centro de spa para que las ancianas pasaran ahí todo el tiempo que desearan, mientras Amaranta descansaba unos días más en la Ciudad Capital y se inscribía en la Universidad, si lo deseaba. Y le informa que tenía que regresar a filmar una última escena a la película.
—Amaranta, ya estoy buscando la doble de cuerpo para que haga la escena de la noche de bodas con Héctor; no tienes por qué preocuparte más por tener que hacer esa parte de la película —le dijo Philip Thompson a Amaranta.
—No hay problema, dejaré eso en tus manos, confió completamente en ti, bueno, lo hacía antes, lo hago más ahora que sé que eres mi primo.
—Amaranta, debería de buscarte un piso que esté cerca de la universidad.
—Sabes que mi madrina Johanna Sáenz me dio la librería y no quiero hacerla sentir mal despreciando su regalo; usaré la librería para quedarme ahí, mientras vaya a la universidad.
Pensó en la casa que le acababa de regalar Izan Marsans. Nunca imaginó que tenía a todas estas personas buenas en su vida, que existían a su alrededor, que estúpida fue en su vida pasada por ser tan ingenua y crédula al solo creer en todas las mentiras que le contó Javier Santamarina y no averiguar nada de su pasado con su abuela. Si lo hubiera hecho, nunca hubiera sufrido tanto, quizás nunca hubiera tenido un hijo cierto, pero ese pobre niño no hubiera muerto de tan horrible forma a manos de Ana Santamarina. Únicamente suspiró Amaranta con tristeza.
—¿Te pasa algo, Amaranta? —se preocupó Philip Thompson al ver cómo la mirada de su prima estaba un poco perdida.
—No es nada, únicamente estoy un poco cansada; he vivido muchas cosas emocionantes en únicamente unas cuantas horas —dijo Amaranta. —Me gustaría ir al mercado a comprar algunas cosas, ¿podría hacerlo yo sola?, necesito un poco de espacio, no pienso que me pase nada, además no estamos lejos; tomaré el metro y llegaré en un suspiro —Se justificó Amaranta.
—Sabes que no puedo dejarte sin algún guardaespaldas, si quieres irte, haré que te lleve un chofer, es lo más que puedo hacer por ti, pero dejar que te vayas totalmente sola no lo haré- Ni creerlo todavía deseaba tener sus pelotas en su lugar, aún más quería continuar con sus negocios desde este país no ser echado a patadas por Izan Marsans a la Patagonia totalmente desnudo y castrado, si le llegaba a pasar algo a su propia prima, que gracioso eran primos Amaranta y él y aun así Izan era capaz de matarlo, solo porque le salvo la vida.
—No quiero nadie detrás de mí, no hoy, por favor, no es mucho tiempo en el metro, además hay muchas cámaras dentro del metro y en las calles, no me pasará nada. Te prometo que te llamaré para que recojas cuando termine mis compras. Si eso te hace feliz,
—Está bien, si me llamas para que te recoja aceptaré. De todas formas, enviaré a que la sigan por el mercado, pensó Philip.
—Entonces, primita, me marcho, no está lejos la parada del metro, te llamo más tarde. —Amaranta se despidió haciendo señales con la mano y se marchó rumbo a la parada del metro. Aun cuando iba con calma, se sentía algo extraña como si alguien la estuviera observando, pero no presto mucha atención. Pensó que Philip no se había dado por vencido y seguro había mandado algún hombre a seguirla.
—Entró en el túnel y tomó el metro; tardó unos 20 minutos hasta que llegó a su parada. Salió y cuando estaba subiendo las escaleras hacia la calle, sintió que la jalaron por la espalda, mientras le tapaban la boca y la nariz. La arrastraron hasta la calle, subiéndola a una SUV de color negra con cristales tintados. Fue lo último que vio, antes de perder el conocimiento.
—Ya habían pasado unas seis horas desde que había visto por última vez a Amaranta. Philip Thompson estaba terriblemente nervioso, pues sus hombres le dijeron que no encontraron rastro alguno de Amaranta, en el mercado al que dijo que iba, ni en el metro, pues ya la estaban esperando a la salida, pero nunca la vieron salir. ¿Qué fue lo que pasó en el camino del hospital al mercado? No podía llamar a Izan Marsans; no era buena idea.
—Pensó de inmediato en Marcus. Morgan, si es el indicado, tenía que ir y pedir su ayuda para encontrarla. Mientras, hablaba con Marcus y le explicaba lo que había pasado. Salió de su casa rumbo al centro de logística de la milicia.
—Aquí Marcus, Si dime ... Espérame en el centro de información, voy para ahí. Mientras hablaba por teléfono, se encontraba con su esposa Lidia Marsans y su pequeña en casa.
—¿Qué es lo que está pasando Marcus? —preguntó Lidia.
—Era Philip, algo pasó, no te preocupes, tengo que ir al centro de logística, te llamaré más tarde para explicarte qué es lo que está sucediendo. Salió Marcus rápidamente y subió a su auto. Llegando en tiempo récord, encontrando a Philip ya en el centro y revisando las cámaras de vigilancia de los lugares donde se suponía debía de haber estado Amaranta.
—Veamos directamente la salida del metro y las escaleras —ordenó Marcus.
—Mira, Marcus, ahí está Amaranta saliendo del metro, va rumbo a las escaleras, ¿quiénes son esos?—Preguntó Philip, asombrado de ver la forma en la que estaban vestidos y lo enorme que eran esos hombres.
—No dijiste que ya había decidido Universidad Amaranta —comentó Marcus.
—¿Qué tiene que ver eso con el secuestro de Amaranta?
—No me hagas caso, solo me pregunto por qué se han vuelto tan descarados que ahora secuestran en pleno día a la gente. Déjame esto a mí, tendrás a Amaranta en casa en dos días. Ve a casa—Le dijo Marcus a Philip.
¡Como que, en dos días, sí era muy claro que la estaban secuestrando!
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Gracias y enhorabuena.