Blindr

EPILOGO

Los viajeros que llegaron de Midgard dejaron IL Castlin tres días después de la coronación. Viajaban por tierra en caballos enormes que eran muy vigorosos, capaces de saltar y escalar las raíces de los árboles y nadar entre ríos. Se dirigían a la montaña primordial en el centro de los cuatro reinos élficos.

Se habían reunido con el rey Q’llian dos días atrás luego de que este les enviara una invitación. El rey estuvo muy interesado en Devan, igual que la mayoría de los elfos. Los humanos eran más bien leyendas para los de Alfheim.

Cuando le contaron al rey sobre la necesidad de conseguir una espada muerta para Devan, el rey mandó a llamar a sus magos elfos.

—Lo siento, mi rey —le dijo el hechicero Albaztar Terianor, un elfo vestido de verde, de piel bronceada y los ojos más raros que Devan había visto hasta entonces. Tenía las pupilas enormes con un símbolo diferente en cada una—. Las espadas muertas son anti-mágicas, aunque anteriormente se ha fabricado varias de esas, actualmente están descontinuadas. Es muy difícil crear una, y si lo hicimos una vez fue por orgullo. Le podemos brindar una, pero no será de la mejor calidad. Tales armas es mejor que las consigan de un elfo oscuro.

Para ir a visitar a los elfos oscuros debían ir al mundo de Svartalfaheim.

El rey estuvo reacio a dejarlos utilizar la puerta de los mundos, ya que la oficina de magia prohibía su uso para aquellos que no fuesen de Alfheim. Al enterarse de que Elein los acompañaría, les ofreció todo su apoyo.

—Tengan cuidado con los elfos oscuros —les advirtió el rey Q’llian—. En su mundo todo tiene un precio y siempre quieren cobrar cinco veces el valor de algo. Los Svartálfar son taimados y crueles.

Como fuera, les dio una carta de recomendación, pero dependía únicamente de la oficina de magia permitirles el uso de los portales.

—Incluso el rey de reyes debe cumplir la ley. Mi súbdita Esthel irá con ustedes hasta la montaña primordial y hará lo posible para convencer a la oficina de magia.

En la reunión con el rey Q’llian estaba presente la elfa en cuestión. Esthel claramente profesaba adoración al rey de reyes y se tomaba muy en serio sus misiones. Enrio y Kyon no estaban por ningún lado, por respeto a Elein, entendieron todos.

Era así que se encontraban de camino a la oficina de magia. En su viaje, Devan se sorprendía más y más de las criaturas y paisajes que veía en el hermoso y fructífero reino de los elfos. Lamentó tener que partir tan pronto; había tantas cosas por ver en el maravilloso mundo de Alfheim, pero Calíope y Nial decidieron que por ahora lo más urgente era encontrarle una espada muerta digna. La que le dieron los elfos le parecía bastante digna, ya podía rechazar los hechizos de Hermelinda sin muchas dificultades. Además, los hechiceros elfos les regalaron a los viajeros anillos y amuletos mágicos que claramente aumentaban su resistencia y fuerza.

—Devan, ven conmigo —lo llamó Calíope la noche antes de llegar a la montaña primordial. Se encontraban en una aldea en el reino de Eberor.

Fueron solos a un lugar amplio donde Devan creyó que practicarían el combate, pero en vez de eso, Calíope subió con él hasta la rama más alta del árbol más alto de esa zona, donde se podían contemplar mejor las estrellas.

—Quiero contarte mi historia. Ahora que uno de mis propósitos será hacer de ti un dios de Asgard, debemos tener la suficiente confianza entre nosotros.

Devan estaba encantado de ver a Calíope bajo la luz de las estrellas. Vestía con las ropas que consiguió en IL Castlin: una capa gris y camisa y pantalones de cuero azul oscuro ajustados perfectamente al cuerpo esbelto, y botas altas.

—Quiero contarte toda mi historia, de cuando no era Calíope sino un guerrero Vanir llamado Fjor de la casa Fog de Vanaheim. Quiero contarte la caída de la casa Fog y las desgracias que trajo a los míos este juego de los dioses.

Devan la miró seriamente, pero no hizo ninguna pregunta y Calíope empezó a contar su historia.

¡Aquí termina el Volumen dos! El volumen tres se dividirá en dos partes: 1- La caída de la casa Fog y 2-La espada imposible.