Una noche entre los brazos de Nicolás Thompson, cambiará por completo la vida de Anna Brown.
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Negativo.
Bajo al lobby del hotel, al abrirse las puertas del ascensor no lo encuentro a primera vista, camino unos pasos y lo veo en compañía nuevamente de aquel hombre llamado Dante, al parecer le habla de alguna mujer, pues al acercarme escucho a Nicolás decir que ya en la noche hablará con ella.
— Buenas, ¿interrumpo? — Hablo para que noten mi presencia.
— No, démonos prisa, en el laboratorio nos esperan. — Me dice Nicolás y luego se dirige a Dante. — Por favor, encárgate de su seguridad. — Imagino que nuevamente se refiere a esa mujer.
— Como ordene. — Responde — Con permiso señorita — Está vez habla en mi dirección.
— Propio.
Sin una palabra más, Nicolás se dirige a la salida donde uno de sus empleados abre la puerta trasera de una camioneta negra para que ambos podamos subir.
— ¿Estás tranquila?
— ¿Porque no abría de estarlo?, sé que no estoy embarazada, y si así fuera no sería la primera madre soltera. — Lo vi tensar la mandíbula y apretar los puños.
— Eres mi esposa, no una mujer soltera.
— Creí que estaba solucionando ese asunto.
— Detuve los trámites, al menos mientras salimos de dudas.
— Aun si fuésemos padres, es una decisión de ambos continuar o no con este matrimonio. — Digo mientras mi vista se pierde en el paisaje, aunque no voy a negar que su apoyo me brindo una calidez que hace mucho tiempo no esperaba sentir, inconscientemente llevo una mano a mi vientre.
Luego de unos minutos eternos en silencio, hemos llegado.
Es un laboratorio privado, al acercarnos a la recepción él dio mi nombre de casada.
— Buenos días, tenemos una cita a nombre de mi esposa, la señora Anna Thompson. — La recepcionista revisa en su computador.
— Sí señor, los están esperando, piso cuatro, consultorio tres.
— Gracias. — Le digo de vuelta.
Nos dirigimos al ascensor, Nicolás marca el piso y al abrirse las puertas, tiende su mano indicando que siga primero.
— Mi hijo no nacerá por fuera del matrimonio. — Pronuncia aquellas palabras al abrirse las puertas del ascensor saliendo de el sin darme tiempo a refutar lo dicho por. Solamente puedo suspirar e inconscientemente una sonrisa se dibuja en mis labios.
Nicolás toca la puerta e inmediatamente una mujer de avanzada edad nos abre e indica que sigamos, me guía hacia un cubículo luego de pedir a Nicolás que tome asiento y me espere. No tardan más de dos minutos en tomar la prueba de sangre.
— Por favor, ¿podría aportarme un número telefónico y un correo electrónico? — Pregunta de manera amable la persona encargada de tomar la muestra.
— Por supuesto — Así lo hago y posteriormente vuelvo al lugar en que me espera Nicolás.
— Ya podemos irnos — Le digo y él levanta la mirada.
— ¿Y los resultados? Pedí una prueba éxpres.
— Los enviarán en dos horas a mi correo.
— Está bien, vamos. Antes de volver al hotel comamos algo.
— No tengo hambre, lo único que deseo es que por favor, me permitas preparar mi viaje.
Una vez en la camioneta dio la orden al conductor de que se dirigiera a Bäco Mercat; un excelente restaurante ubicado en el centro de los Ángeles, no lo voy a negar, pero ¿por qué este hombre no entiende que no quiero? Opto por no decir nada.
Una vez en el restaurante pide una mesa para dos.
— Ve a la mesa, voy un momento al baño. — Me dice.
— Está bien. — Tal como lo pidió, me dirijo a la mesa y lo espero para ordenar.
Llega una notificación a mi celular, es un correo del laboratorio, pensé que tardaría más, ya que han dado un tiempo de dos horas hábiles, pero tan solo han pasado cuarenta minutos. Debo aceptar que estoy nerviosa y no me atrevo a abrir los resultados, decido esperar a Nicolás. Se está tardando mucho, me levanto y voy hacia los baños de hombre, cuando lo veo junto a una mujer, es muy bella y elegante calculo que debe ser de mi estatura 1.70 si no me equivoco.
Me iba a dar media vuelta para volver a la mesa, no quise interrumpir, cuando veo que él la besa. No sé por qué, pero sé ha instalado un vacío en mi pecho y las ganas de llorar se apoderan de mí, guardo el celular en mi cartera, aliso mi ropa con mis manos, doy media vuelta y busco una salida alterna.
Tomo un taxi y voy al hotel, elijo algunas cosas, tampoco es que tenga mucho que empacar.
Ya son la una y treinta, decido salir hacia el aeropuerto. Una vez llego busco algo de comer en la cafetería y registro mi equipaje. Mi teléfono empieza a sonar, es Elena.
— Hola
— ¿Ya estas en el aeropuerto?
— Sí, lista para abordar dentro de poco.
— ¿Cómo te acabó de ir con Nicolás?
— Nada extraordinario, amanecí en su cama.
— ¿Nada extraordinario? ¡¿En serio?!
— No, solo dormimos y hoy me llevo a realizar una prueba de embarazo.
— ¿Cómo qué una prueba de embarazo?
— Sí, tal parece que no uso preservativo aquella noche.
— ¿Ya tienes los resultados?
— Sí.
— ¿Y?
— No soy capaz de leerlos. — Le digo mientras muerdo mi labio inferior algo nerviosa.
— ¿Él no estaba contigo?
— Lo vi besándose con otra y me marché.
— ¿Estás bien?
— ¿Por qué no habría de estarlo? No es que lo ame como para dejarme afectar por esto, solamente no quise interrumpir.
— De acuerdo, cuando te decidas por favor llámame y me cuentas. Siempre voy a estar para ti, y si vas a ser madre, ten presente que no estás sola, yo siempre voy a estar.
— Lo sé. Hasta pronto.
— Cuídate mucho.
— Pierde cuidado, lo haré.
Al colgar voy a guardar mi celular cuando esté vuelve a sonar, esta vez es un número que no tengo registrado.
— Buenas tardes.
— ¡¿Dónde demonios estás?! Te he estado buscando, volví al hotel y no me dan razón.
— Te dije que tengo un vuelo que tomar.
— ¿Un vuelo? Debes estar bromeando ¡te dije que esperaríamos juntos los resultados!
— ¿Juntos quienes? ¿Los tres? Por favor continúa los trámites del divorcio y mantenme al tanto, en cuanto lea los resultados te escribo.
— ¡¿En cuánto los leas?! Eso quiere decir que ya los tienes. ¡Por un demonio deja de jugar y dime el resultado o envíame una copia! Es más, no tomes el vuelo, salgo para allá. — Cuelga y no me da tiempo de hablar nada más.
...***...
Pov Nicolás.
Al parecer, esta niña cree que puede jugar con mi paciencia. Jamás esperé que Maritza se presentará en el restaurante y mucho menos que Anna nos vería y, no sé que rayos me pasa que me importa lo que está pensando. Por otra parte, no sé si lleva a mi hijo en su vientre y eso me tortura. No sé cómo manejar esta situación. En este momento voy camino al aeropuerto. Suena mi celular y es un mensaje de Anna.
"Negativo"
¿Eso es todo? ¿En serio? ¡Un puto mensaje!
Llega un nuevo mensaje, por lo menos.
"Apresura los trámites, me urge ser libre"
Suspiro pesadamente, guardo el celular en el bolsillo de mi chaqueta e indico al conductor volver al hotel.
Al entrar a mi habitación, encuentro a Maritza recostada en la cama, vino a los Ángeles por trabajo, tiene una presentación durante cuatro noches, luego partirá rumbo a Canadá.
— Hola, no te sentí llegar.
— Acabo de hacerlo, sigue durmiendo.
— No. — Se pone de rodillas en la cama y tiende sus brazos hacia mí para que me acerque. Por un momento lo dudo, pero luego se viene a mi cabeza aquel mensaje de texto "Me urge mi libertad" y voy al encuentro de Maritza. Ella se prende de mi cuello y me jala hacia ella provocando que mi cuerpo caiga sobre el suyo acomoda sus piernas envolviendome en ellas.
— Necesito que me devores.
Me aparto un segundo y me despojo de mi camisa, ella me mira y se muerde el labio inferior.
Voy a sacarme a esta mocosa de la cabeza.
Dame un momento, voy al baño y busco un preservativo, al regresar Maritza está totalmente desnuda y disponible para mí, me deshago del pantalón y el bóxer dejando expuesto mi miembro, me coloco el preservativo.
— No quiero que lo uses. — Dice Maritza haciendo pucheros.
— Ya hemos hablado de eso. — No le permito decir nada más cuando me sumerjo en ella, soy un hombre de acción no de caricias o palabras bonitas.
La escucho gemir mi nombre una y otra vez. Maldita sea, esa niña no sale de mi cabeza... La necesito.
(abría, del verbo abrir)
(sierra: cadena montañosa)
(maldades de las homófonas)