En un reino deslumbrante, la princesa Ailén se encuentra atrapada entre el deber y el deseo. Casada con Elian, el príncipe de un corazón frío, descubre la traición en su matrimonio mientras su corazón se inclina hacia Kael, un hombre sin títulos pero de fervor inigualable. En un palacio lleno de intrigas y secretos, Ailén debe elegir entre mantener la estabilidad del reino y seguir el anhelo que desafía todas las normas.
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Capitulo 18
La mañana en el palacio comenzó como cualquier otra, con el sol filtrándose a través de las cortinas y el ajetreo habitual de los sirvientes preparando el palacio para el día. La rutina diaria era inmutable, y me encontraba inmersa en ella mientras trataba de adaptar mi vida a los cambios recientes.
Dorian y Kael seguían siendo mis caballeros personales, dedicados y atentos. No me dejaban sola en ningún momento, una presencia constante y vigilante que era tanto un alivio como una carga. Mientras Dorian y Elara parecían llevarse cada vez mejor, encontré un nuevo nivel de complicidad entre ellos, con conversaciones y miradas cómplices que no dejaban lugar a dudas sobre su creciente cercanía. Kael, por su parte, parecía empezar a hablar más con Elara, mostrando una faceta más relajada y accesible en su compañía. Sin embargo, esta apertura no se extendía hacia mí. Su comportamiento se había vuelto más reservado, creando una distancia que me resultaba incómoda y triste.
Mi día transcurrió entre las reuniones habituales y la planificación de mis actividades. A pesar de los esfuerzos de Dorian y Kael por mantenerme ocupada y bien custodiada, no pude evitar sentir una cierta melancolía. La frialdad de Kael, en contraste con la calidez de su trato hacia Elara, me hacía cuestionar si había hecho mal al pedir su lealtad y si había creado una brecha entre nosotros que no sabría cómo cerrar.
Fue en medio de esta rutina cuando me encontré con Lyanna. Su presencia en el palacio se había vuelto cada vez más evidente, y no podía evitar notar cómo se movía con una facilidad que parecía desconcertante. Vestida con elegancia y con una actitud que no encajaba con la de una sirvienta común, Lyanna parecía tener un aire de privilegio que la diferenciaba de los demás. Su cabello rosa y sus ojos oscuros eran casi una marca de su diferencia, pero no era solo su apariencia lo que me inquietaba. Era la forma en que actuaba, con una confianza desmedida y una inclinación a entrometerse en asuntos que claramente no eran de su incumbencia.
Mientras me encontraba en los jardines revisando algunos documentos, Lyanna se acercó con una sonrisa amplia. Su actitud era desinhibida, casi como si se sintiera en casa en cada rincón del palacio, algo que me molestaba.
“Hola, Ailén,” dijo con un tono que no ocultaba su curiosidad. “¿Cómo estás hoy?”
“Hola, Lyanna,” respondí, tratando de mantener una cordialidad que no reflejaba mi verdadera incomodidad. “Estoy bien, gracias. ¿Y tú?”
“Oh, simplemente maravillosa,” dijo ella, paseando su mirada por los alrededores como si examinara el lugar. “He estado ocupada con algunos asuntos, pero siempre es un placer encontrarse contigo.”
Su tono casual y su comportamiento descarado me hicieron sentir que había algo más detrás de su actitud. Mi intuición me decía que no estaba allí solo por cortesía, sino que había algo más que trataba de ocultar. Lyanna tenía una forma de actuar que parecía más cercana a la de una invitada de honor que a la de una sirvienta, y esto solo aumentaba mi desconfianza hacia ella.
Mientras conversábamos, me encontré observando cómo se movía con una facilidad que me parecía inapropiada para alguien en su posición. Las sirvientas con las que hablaba me informaron en varias ocasiones que Lyanna había sido plebeya antes de llegar al palacio, y su actual posición parecía desconectada de su pasado. Sus acciones y su forma de hablar no coincidían con la imagen de una sirvienta común, y esto me inquietaba.
Lyanna insistió en acompañarme durante un breve paseo por los jardines, y aunque intenté mantener la conversación en un nivel superficial, no pude evitar sentir que estaba siendo observada de cerca. Cada palabra y cada gesto de Lyanna parecían estar diseñados para obtener información o para establecer un vínculo que no estaba dispuesto a ofrecer.
Finalmente, el encuentro terminó y regresé al palacio con una sensación de incomodidad persistente. Kael y Dorian estaban cerca, vigilando discretamente desde la distancia. La presencia de Lyanna y su actitud altiva solo habían agregado otra capa de complejidad a la ya intrincada dinámica del palacio. Mi preocupación por los cambios en la forma en que Kael se comportaba y mi creciente desconfianza hacia Lyanna se mezclaban en una maraña de emociones que necesitaba procesar.
Esa noche, mientras me preparaba para descansar, reflexioné sobre los eventos del día. La sensación de desconfianza hacia Lyanna y la distancia que había crecido entre Kael y yo se combinaban con una inquietud general sobre la verdadera naturaleza de las relaciones y los juegos de poder en el palacio.
y que Elián se arrepienta de averla tratado mal.
y como en toda novela todo puede pasar,espero que ella tenga unos hijos hermosos.
y Elián sea que no puede dar hijos.