Elena es la primera princesa del imperio Viton, su padre la ama sobre el resto y le permite hacer cosas que se consideran de hombres así reciba quejas por esto.
Gracias a esto sus hermanas la envidian y la engañan una vez, permitiéndoles dañarla grandemente haciéndola desaparecer.
Elena no muere aunque era lo que querían pero su rostro fue destrozado y le impide regresar.
Vive con el médico que la salvo y a su cabaña llega la solución a sus problemas, un rostro nuevo, una vida nueva, pero tendrá que pagar por eso al ayudar a su nuevo esposo a completar también su propia venganza. Intentando en el camino de superar dejar atrás todo lo que vivió ¿podrán amar de nuevo?.
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Cap 18
Andrea se sentó a un lado de Max, este miraba al frente e intentaba no incomodarla.
Escuchaban los gritos y habladurías del resto de habitantes de la mansión mientras se organizaban en los carruajes.
Cuando el silencio llegó supieron que era el momento y el movimiento del carruaje lo confirmó.
—¿Intentaras hablar con tu padre? —preguntó Max sin mirarla.
—Puede que lo haga, aunque creo que mis hermanos serán más accesibles.
—¿Confías en ellos?
—¡Claro! Con ellos siempre me llevé bien y nunca mostraron molestia hacia mi.
—Creo que deberías pensarlo mejor —Andrea giró su rostro hacia Max intentando hacer contacto visual.
—¿Qué quieres decir?
—Los príncipes son hermanos de las princesas, tanto de madre como de padre, Martha es hermana de Jacob, Karla y Estela son hermana de Frederick. ¿Crees que no lo saben? —Andrea apretó los puños en su vestido.
—No creo que mis hermanos lo sepan, no creo que sean tan desalmados con ellas.
—Sus madres también deben saberlo, siento que solo deberías confiar en tu padre y madre en nadie más.
—No tengo nada que ellos quisieran, no sería un problema para ellos, me niego a pensar que lo sepan. —Max se recostó en el asiento y miró por la ventanilla del carruaje.
—Solo quiero que no confíes ciegamente en nadie.
Andrea se quedó en silencio, no sabía qué responder aunque le molestó un poco que Max dudará en sus hermanos, aunque es real lo que dijo, ella también es su sangre.
Desde niños tuvieron buena relación así que sería absurdo pensar que la traicionarían.
Andrea hizo exactamente lo mismo que Max quedando el carruaje en completo silencio, cada uno pensando en algo diferente, ella en lo tonto de lo dicho por Max y él en lo tonta que es ella al confiar a pesar de todo en sus hermanos.
El viaje continuó en silencio, siendo estas las peores cuatro horas en la vida de ambos, encerrados en aquel pequeño lugar y sin siquiera hablar.
“Qué molesto, realmente hubiera preferido viajar sola o junto a Silvia, seguramente no me aburriría”
“Está mujer es molesta, solo le di un consejo y no volvió a hablarme ¿Que le pasa?”
Ambos pensaron todo el camino o solo se quejaron con ellos mismos.
Llegaron por fin a la capital imperial, la familia Ruiz acostumbra llegar dos horas antes e ir directo al palacio, sin embargo, está vez sera diferente.
—¡Detente! —grito Andrea al ver que entraron a la ciudad, el cochero acató la orden deteniéndose y haciendo que los carruajes de sus cuñados también tuvieran que hacerlo —esposo, si quieres sigue, yo pasearé por un rato, aún es temprano.
—Andrea, debemos llegar primero, es costumbre de nuestra familia.
—Max, no te pido que me acompañes, es solo que pasar dos horas sentada en el mismo lugar esperando me estresa. ¿Puedes entenderme?
—¿Qué demonios hacen? —se escuchó un grito desde fuera y era la voz de Mauricio.
—Está bien, te acompaño.
—No es necesario —siguieron hablando ignorando a Mauricio quien afuera tensaba la mandíbula.
—Insisto, ¿Vamos? —le señaló la salida y ella asintio sin poder seguir negándose.
Max se levantó y salió antes, Mauricio quien estaba de pie a un lado del carruaje dio varios pasos atrás sin que Max lo pidiera, Andrea salió luego ignorándolo también.
Max camino al carruaje que estaba delante de la mano de Andrea e hizo una reverencia.
—Padre, caminaré con mi esposa un rato pero llegaré al palacio antes de que el banquete de inicio.
—Espero que así sea. ¡Continuemos!
Max y Andrea se hicieron a un lado, los carruajes de los duques y sus hermanos continuaron dejándolos a ellos.
Mientras ellos caminaban por la ciudad imperial para relajarse antes de llegar al palacio, en este ya los emperadores, príncipes y princesas se preparaban para recibir a los invitados.
Martha era una de las que más ansiosa estaba junto a sus dos hermanas, Karla tiene la misma edad que Martha teniendo casi 17 años, quienes ya están en la edad del matrimonio y Estela es la menor con 14 años aunque ya a esa edad tiene una mente al igual de maquiavélica que el resto esto gracias a su madre.
Ya al deshacerse de Elena quien sentían que las opacaba hubieron rencillas entre ellas, llevándolas a separarse.
Los conflictos fueron básicamente a raíz del matrimonio de Martha, Karla quien también está en la edad del matrimonio no tuvo la oportunidad, ni siquiera fue una opción para ese matrimonio, fue por eso que con su hermana se alejaron de Martha deseando que se fuera pronto, solo así serian las únicas princesas disponibles.
Sinceramente a Martha no le importaba, ya su matrimonio estaba concretado y su futuro esposo asistiría a la fiesta en el palacio, por lo que debía verse hermosa.
Los duques llegaron antes que el resto de invitados del imperio, quienes venían de los otros imperios esperaban aún en sus habitaciones en el palacio hasta la hora de presentarse.
La duquesa quien se lleva de maravilla con la emperatriz quiso visitarla antes del banquete.
El duque solo la dejó ir ya que solo asistían en estos eventos al palacio y su esposa siempre hacía lo mismo.
La emperatriz en su había se arreglaba, o mejor dicho la arreglaban sus doncellas, más de 8 mujeres se encargaban de asearla, maquillarla y peinarla, todo esto para que viera reluciente en este evento.
—Su majestad —dijo una doncella entrando a su habitación y haciendo una reverencia.
—¿Qué?
—La duquesa Ruiz solicita hablar con usted. —la emperatriz sonrió al saberlo y le autorizó dejarla entrar.
—Querida ¿como estás? —dijo la emperatriz al ver a la duquesa entrar.
—Su majestad —dijo la duquesa haciendo una reverencia.
—Déjate de tonterías por fin te veo, —la emperatriz miro a todos a su alrededor quienes hicieron una reverencia y salieron dejándolas solas. —ven —la emperatriz camino a la cama y se sentó —cuentame ¿qué ha pasado contigo? ¿Está todo bien?
La duquesa le contó un poco de lo que había sucedido los últimos meses incluidos los cambios en Andrea y la forma en la que la desafía constantemente.
—¿Qué le pasa a esa mujer? Debería recibir una lección por faltarte el respeto —dijo con evidente molestia la emperatriz.
Muchas bendiciones 🙏 para ti y familia 😇 éxito en todo y nos vemos en la próxima