Casada Con El Ceo Cruel

La mujer miró por mucho tiempo a Diana, era increíble lo hermosa que la chica se miraba vestida de novia... Podía decirse que Diana era todo una belleza, poseía un rostro angelical, sus rasgos eran perfectos...

Sin embargo, el odio en algunas personas nacía sin que nadie les hiciera nada, ese era el caso de Diana y sus compañeras de trabajo. No importaba lo mal que sus tíos trataban a Diana, la chica también tenía que cargar con el absurdo odio que las demás compañera de limpieza le tenía.

Cada día obligaban a Diana a trabajar al doble, con la intención de que la chica se cansará más, y se quedará dormida, para después, ser regañada.

Algunas empleadas odiaban a Diana por ser hermosa, ser amable con los demás, y aunque no podía hablar, era muy inteligente. Siempre buscaba la manera de darse entender...

Ahora que Edwin la había escogido para su esposa, dejando a Susana muy por el suelo. Las empleadas que habían presenciado la escena se pusieron del lado de Susana, poniendo como víctima a la hija de Mateo, y como una quita novios a Diana.

_ ¿Eres tú, Diana?... _ El rostro de la empleada cambió repentinamente al ver lo lujoso que era el vestido que Diana estaba usando para su boda.

Diana comenzó hacer algunas señales con su mano para contestarle a la empleada, sin embargo, Teresa, al ser una mujer mucha más experimentada que Diana, miró la envidia en los ojos de la empleada delante de ellas.

Era claro que a nadie le hizo gracia el matrimonio de Diana con un hombre tan rico y poderoso como lo era Edwin.

Así tomó la mano de la chica y se apresuró a llevar a Diana a fuera de la mansión antes de que algo sucediera y Diana no pudiera salir de esa casa...

Al llegar al vestíbulo, los ojos de las demás compañeras cayeron sobre la pequeña chica que caminaba lentamente a la salida de la mansión.

Casi de inmediato, se comenzaron a escuchar los susurros mal intencionados de los demás empleados. Todos se habían reunido en el vestíbulo para ver a Diana salir de la mansión.

_ No puedo creerlo, tan dulce y tonta que se miraba, y ahora le ha quitado el prometido a su prima.

_ Se ha vendido a un hombre, solo por salir de esta casa, qué poca vergüenza tiene...

_ La mona aunque se vista de seda, mona se queda. Y no importa que tan hermosa se vea, ahora no se puede comparar con la belleza de su prima...

_ Tal vez solamente dejas el uniforme por un tiempo, pero, siguiera siendo una sirvienta, para otro jefe...

_ Ja, Ja, Ja.

_ ¡Claro!... Qué hombre va a querer estar al lado de una muda a su lado.

_ Vaya que se mira hermosa, claro, con un poco de arreglo cualquiera se miraría como una princesa.

Las demás sirvientas comenzaron a murmurar entre ellas con toda la intención de hacer sentir mal a Diana.

Por un momento, Diana se detuvo, el impulso de llorar se apoderó de ella. Eran tantos que la odiaban sin ningún motivo.

No obstante, eso no iba a provocar que Diana se sintiera mal, más bien, la hacían sentir mucho más fuerte.

Ella estaba a punto de casarse con un hombre muy guapo y por lo que llegó a entender Edwin era un hombre de mucho dinero.

Diana no era una chica ambiciosa, pero, quería conocer a su padre y saber el motivo que tuvo para dejar a su madre embarazada y jamás buscarla.

Lo mejor de todo es que se iba a ir de esa casa en donde todos la odiaban y siempre la rechazaban por no poder hablar.

Diana dibujó una sonrisa, agarró con fuerza el costado de su vestido, y levantando la barbilla con orgullo.

Diana comenzó avanzar fuera de la mansión un poco más rápido, no quería continuar en ese sitio.

Millones de emociones pasaban dentro de su corazón, había miedo, de no saber que era lo que le esperaba al lado de Edwin, sin embargo, estaba tan destruida emocionalmente, que dentro de su mente, solo había una respuesta.

_ "Qué me pueden hacer allí que no me hayan hecho por tantos años mis supuestos tío"...

Al ver a Diana salir de la mansión, de inmediato el chofer abrió la puerta trasera del auto para que ella entrara.

_ Buen día, señorita Wlop. Suba al auto, debemos darnos prisa, únicamente nos faltan menos de medio hora para llegar...

El chofer era amable, pero, no se podía negarse, al mismo que Diana no le agradaba, por el hecho de que se prestó para una boda tan vacía y solo para beneficiar a sus familiares.

Diana subió al auto, mirando por a través del cristal al auto, a la mansión. Diana entre más pensaba cuál fue su error que ella cometió para sus tíos la odiaran de esa manera.

En segundos el auto negro comenzó a desaparecer de ese la mansión. Mientras más se alejaba, Diana se iba sintiendo mucho mejor.

En poco tiempo estaban en un sitio muy diferente, el chofer estaciono el auto a la entrada del registro civil.

Ahí ya estaba Edwin esperando a la chica, miró la hora en su reloj, para asegurarse que Diana haya sido puntual...

El chofer salió del auto de inmediato, abrió la puerta, para que Diana descendiera. Suavemente, la chica fue bajando, los ojos negros de Edwin se clavaron sobre ella, el chico tragó saliva, impactado por la belleza, la cual posee Diana.

Edwin caminó lentamente al auto, se acercó a Diana, tomando su mano. Sin que nadie lo esperaba, Edwin colocó su mano derecha en la cintura de la chica, enseguida, su segunda mano se puso en la cabeza de Diana.

Al tener a la chica muy cerca de él, Edwin bajó la cabeza para besar los labios dulces de su futura esposa. Aquella acción por parte de Edwin, ocasionó un alboroto, ya que había algunos paparazzi cerca del lugar.

Al probar los labios de Diana, Edwin no se detuvo hasta que a Diana le comenzó hacer falta el aire.