Seré Feliz En Este Mundo.

Sophia pudo disfrutar de su cena gracias a la amabilidad de Noil, aquel hombre la hacía sentir segura, por lo que no se inmutó ni un poco al terminar su comida.

—Vaya, veo que si le gustó la comida— sorprendido comentó

—Jamás dije que no me gustara lo que otras personas hacen, simplemente he tenido malas experiencias y por eso preferí hacer todo por mi misma— se mostraba ofendida

—Me disculpo, no se enoje— su rostro tenía una expresión que derretiría a la persona más fría, aunque a Sophia solo le causó risa. —No se burle de mí— hacía pucheros

—De verdad lo lamento, pero no lo pude evitar, parecía un cachorro regañado— continuaba riéndose

A Noil no le quedó más opción que contemplar a la hermosa mujer que se reía de él. Incluso eso lo hacía muy feliz, el verla feliz era elixir de vida para él.

—Listo— se puso de pie. —Iré al palacio, debo hablar con su majestad, debo aclarar este asunto hoy mismo— estaba decidido, no le importaba los obstáculos que tuviera que pasar, su único propósito ahora era estar junto a Sophia y claro que pensaba hacerlo de manera formal.

—Pero ya es algo tarde— se mostraba preocupada

—Me alegra que se preocupe por mi, no obstante se cuidarme solo. Espere a que llegue, traeré buenas noticias— sonrió y le dejó un beso en la frente antes de irse.

Sophia solo pudo ver cómo se alejaba de la mansión, junto a sus guardias personales. A pesar de todo no pudo evitar dejar salir un suspiro.

—Bien hecho marqués. «Logró conquistar mi corazón, aunque mi mente aún seguirá alerta»— volvió a suspirar.

Aprovechó que el marqués no estaba para prepararle una sorpresa, así como Noil quería demostrarle sus sentimientos con actos, ella no podía quedarse atrás, así que puso manos a la obra y con conocimientos del amor con libros de romance leídos en aquellos dos años de arduo estudio, hizo lo que nunca fallaba, según los escritores.

Por otra parte, Noil había llegado al palacio, fue directamente al despacho del emperador, pero no lo encontró.

—Jiro, ¿sabes dónde se encuentra su majestad?, necesito hablar con él de algo urgente— estaba agitado

—Creí que sabía marqués. Su majestad salió de expedición, se llevó todo el armamento que entregaron, solo para probarlo. El escuadrón Halcón fue con él, así que no debe preocuparse— informaba uno de los secretarios

—No sabía nada. Se supone que soy el ministro de guerra, debió decirme para que lo acompañara— se mostraba algo enojado y muy desconcertado.

—Cierto, ahora que vino, me ahorró el ir a su casa. Cómo sabrá han estado preparando un baile de bienvenida para un invitado importante de su majestad. Estas son las invitaciones para usted y para la invitada de honor, me dijeron que se hospeda en su casa— entregó dos sobres, parecían ser las invitaciones.

—Muy bien, ¿Sabes cuándo regresará su majestad?— quería hablar con su primo lo antes posible

—Tengo entendido que el mismo día del baile de bienvenida, así que si quiere hablar con él, podría hacerlo en ese momento—

—Me retiro por ahora, si llegase a regresar antes, me gustaría que hicieran llegar la noticia hasta el marquesado— de esta manera se fue.

Noil estaba decepcionado de los acontecimientos, pues quería llevarle buenas noticias a Sophia, pero eso no se podría, al menos por ahora.

Decidió regresar al marquesado donde le informaron que Sophia lo esperaba en su habitación. Aún no entendían como era posible que la joven mujer, aceptara dormir prácticamente con un hombre en la misma habitación sin estar casados, pero lo que les importaba más aún a los empleados era que Noil y Sophia fueran felices, así que no se entrometieron.

—He regresado señorita Brunet— habló al entrar a la habitación, esto para que Sophia no se asustara.

—Bienvenido marqués Laroux, ¿o debería llamarte Noil a partir de ahora?— en su rostro tenía una sonrisa ladina.

—Puedes llamarme como tú quieras— se acercó rápidamente a ella. —Aunque estaría muy feliz si me llegases a llamar cariño, amor o de alguna forma cariñosa— le devolvió la sonrisa ladina a Sophia, mientras la tomaba de la barbilla.

—Decidí algo— seria habló

Aquello dicho por Sophia, hizo que Noil se preocupara, creyendo que de verdad había logrado alejar a esa hermosa mujer de su lado.

—¿Hice algo mal?— consternado preguntó

—Hiciste todo bien, tanto que no soy capaz de escapar de tus encantos. Así que me declaro perdedora, porque has logrado conquistar mi corazón— se alejó un poco de Noil

Sophia tomó algo que tenía en la mesa de la habitación y cuando volvió a mirar a Noil, le hizo una pregunta muy importante. —Noil Laroux, marqués del imperio Solen, ¿te gustaría ser mi novio?— se veía muy nerviosa, más aún porque pudo ver la cara de sorpresa en el marqués. En sus manos sostenía lo que parecía ser un postre de fresas, uno de los que tanto le gustaban a Noil.

—¿Qué es ser novios?— no entendía lo que pasaba, sin embargo se arrepintió cuando hizo aquella pregunta, pues Sophia dejó nuevamente lo que tenía en sus manos sobre la mesa y se sentó en uno de los sofás. —Lo lamento. Jamás había escuchado ese término y mucho menos he visto que alguien lo utilice, solo en las bodas. Pero sería demasiado codicioso de mi parte pensar que justo en este momento te quieras casar conmigo. ¿Me perdonas?— se sentó a lado de Sophia y la abrazó

Con pucheros habló —Me refiero a que si quieres que a partir de hoy comencemos a convivir más, para conocernos mejor y si, más adelante casarnos— para ese momento sus mejillas ya estaban completamente rojas.

Creyó que sería fácil declararse, pero todo terminó en confusión, así que no iba tal cual lo había planeado.

—Me encanta la idea, además aunque intentaras huir de mi a estás alturas, sería imposible para ti, pues todo mi corazón y ser, ahora son tuyos— tomando la mano de Sophia, le dio un beso en el dorso de ésta.

Sophia regresó por el dichoso postre y se lo entregó a Noil. —Leí que hay dos cosas que le gustan a los hombres. Una es la comida y otra es la intimidad— provocó que Noil se atragantara —pero conociéndote decidí darte un postre ya que al ser un hombre cabal, supe que no estarías de acuerdo en pasar una noche conmigo de esa manera, sin estar casados— sonreía burlona.

Terminando de hablar, Sophia fue atacada por un gran abrazo de Noil, seguidos de varios besos en las mejillas y cuello.

—Tienes razón, ganas no me faltan, pero no quiero que te sientas presionada. Esperaré hasta que tu estés lista— se quedó abrazado a la peli plateada, recargando su cabeza en el hombro de la chica.