El Imperio De Las Rosas

Richard observaba a Ellie desde lo lejos, usando un viejo truco que había aprendido de los L' blüjk, una secta de brujos que podían transformarse o tomar posesión del alma de los animales, provocando que estos los reconociera como sus dueños; morirían al ser abandonados por su señor.

Le pareció completamente fascinante el ver a Ellie en la batalla, el cómo controlaba las sombras a su antojo y sus expresiones al aniquilar a su enemigo; podía notar su emoción al matar y eso hizo que él deseara aún más el momento en donde iban a luchar al lado. Ellie sería su perfecta emperatriz.

Tomó una pluma, tinta y papel, empezando a escribir los siguientes versos dedicados a su sombría dama:

En la penumbra danzante, entre sombras y misterios, te observo con ojos ávidos y anhelantes. Tu figura en la oscuridad, un susurro de tentación, una llama que consume mi razón.

Entre la sangre que fluye, en el palpitar del tiempo, mi alma se estremece al verte, en este lúgubre lamento. Anhelo fundirme contigo, en un abrazo sin fin, perderme en tu oscuridad, donde el dolor es un festín.

Tus pasos son como espinas que perforan mi pecho, pero aun así, mi corazón late más estrecho. En tu danza retorcida, encuentro mi perdición, un deseo latente, una fatal atracción.

Así, entre la noche y la sangre, mi ser se consume, anhelando un destino donde contigo se esfume. En esta retorcida pasión, encuentro mi verdad, en la danza de la oscuridad, mi eterna lealtad.

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Ellie había encontrado el anillo de la santa junto con su cadáver, ahora solo quedaban los huesos de lo que algún día fue todo su poder; se preguntó así misma si acabaría igual.

"Menga keling". Las sombras siguieron la orden de su dueña, colocando el anillo en su dedo anular. Al momento en que el anillo tuvo contacto de Ellie el diamante que contenía este empezó a brillar de sobremanera para luego empezar a tornarse de un color oscuro, ambos colores eran como el agua y aceite; no parecían poder fusionarse.

Las sombras empezaron a murmurar «Hay un insecto» «Alguien nos observó» «Parece tener dominio en la magia de los L' blüjk». En un chasquido de dedos el cuervo qué le pertenecía a Richard estaba muerto, a pesar de no haber podido ver lo que había hecho Ellie por las sombras que la rodeaban el segundo príncipe intuyó que estaba a punto de presenciar un evento importante antes de ser interrumpido.

Al observar al cuervo muerto, Ellie busco cualquier rastro de magia pero al morir el animal todo rastro de esta parecía nula. En el primero que pensó fue en el emperador, deberá informarle a su padre sobre esto.

Los dioses observaban curiosos el anillo, esta era la primera vez que veían una reliquia después de haber sido desterrados; estaban intrigados. Ellie no prestó más atención y decidió seguir su camino, debía entregarle el anillo a su padre para que fuera preparado.

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“¡DENLE LA BIENVENIDA DE ELLIE BELLEFLEUR QUIEN TRAJO LA GLORIA AL ARCHIDUCADO Y CON ESTO, AL IMPERIO!”

La bienvenida de Ellie al imperio fue cálida, la nobleza y los plebeyos se habían reunido en la frontera del norte, celebrando la hazaña de la princesa junto con su ejército.

A pesar del que el tiempo estimado era de dos meses Ellie logró cumplir la misión en tan solo una semana, el archiduque al recibir el informe del sacerdote respecto esto mandó el mismo día una carta al palacio del emperador para presumir su logro; porque los logros de su hija le pertenecían, ella respira por él.

El emperador se encontraba curioso por la personalidad de Ellie, no podía entender como la niña débil que había conocido la última vez que la vio se había convertido en una especie de máquina de guerra más no temía de ella, sino de su padre. Sebastien siempre estuvo claro de quien era su enemigo y ahora parece poseen un arma poderosa, necesitaba adueñarse de ella como lo hizo con el archiduque.

Sebastien es considerado un tirano por como llego al trono, se había deshecho de todos sus hermanos y de su hermana Selene, la cual ni siquiera valía la pena, pero le había servido para atar al Dietrich y usarlo a su conveniencia. En realidad Selene era una hija Ilegítima, no era hija de su padre y por eso no había heredado los poderes de la familia imperial; fue considerada una mancha hasta el día de su muerte.

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“¡Mi señorita! ¿Cómo se encuentra?” Julieth apareció en frente de la entrada principal pare recibir a Ellie, su adorada niña. La rubia no pudo evitar mostrar una expresión de extrañeza al encontrarse con su doncella aún viva, se preguntaba si su padre estaba consciente de lo que significaba tenerla con vida aún aunque si era sincera, ni ella no sabía.

En todo este tiempo Ellie no había presentado algún tipo de apego hacia Julieth, esto hacía que el archiduque se encontrara satisfecho con ella y la mantuviera con vida; la doncella solo representaba una prueba.

“Bienvenida, mi adorada Ellie”. Dietrich le sonrió a su hija, sus ojos azules la observaron con cautela; estaba consiente de la falta que le había hecho a su hija, fue la primera vez que estuvieron lejos.

Ellie sin poder evitarlo dejó todo de lado y corrió a abrazar a su padre, ignorando la pregunta de Julieth quien solo sonrió resignada. No había alguien más importante en la vida de la rubia que no fuera su padre.