La vida de Kitten siempre estuvo llena de dolor y humillaciones, condenada a vivir como una esclava en la casa del alfa. Ella era presa de las burlas de los cuatrillizos, hijos del alfa. Su único consuelo era que pronto tendría a su loba y con ello quizás encontraría a su mate.
Pero el destino se ensaña con ella cuando descubre que no solo tiene un mate, tiene cuatro y son aquellos que han hecho de su vida un infierno. Ante esto, Kitten teme aceptarlos por todo el dolor que le han hecho pasar, mientras que ellos buscan redimirse y ganarse su afecto, aunque sus personalidades arrogantes hacen difícil esta tarea.
¿Podrán los cuatro conseguir el perdón de Kitten y borrar todo el sufrimiento por el que la hicieron pasar?
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19. Amigos incondicionales
En medio de este flujo constante de compañía, Alex se acercó a Kattie con una sonrisa que irradiaba seguridad.
— Kattie, ¿bailamos? — le pidió, con voz suave pero firme.
Kattie, de inmediato, sintió un rubor en sus mejillas. Su mirada se desvió, y con una risa nerviosa, admitió:
— Lo siento, Alex, no soy muy buena bailando. No quiero avergonzarte.
Alex le sonrió con paciencia y comprensión.
— No te preocupes. Solo déjate llevar. Estoy seguro de que lo harás bien.
Con una sonrisa tranquilizadora, Alex la condujo hacia la pista de baile. Kattie, aunque aún un poco temblorosa, intentó relajarse bajo su guía. La pista de baile estaba adornada con luces suaves y música tranquila, creando un ambiente ideal para el momento.
Uno por uno, los cuatrillizos tomaron su turno en la pista con Kattie. Sam la guió con un ritmo relajado y una sonrisa amable, mientras Axel, con su carácter vivaz, la hizo reír y disfrutar del baile con su estilo animado. Finalmente, Ian la tomó en sus brazos con una ternura que hizo que Kattie se sintiera completamente a gusto.
Cada baile con ellos era diferente, pero todos estaban llenos de una atención y cariño que la hicieron sentir especial. La risa y las charlas suaves continuaron mientras giraban y se movían al compás de la música.
Cuando el último baile terminó y la música se desvaneció, Kattie se sintió agradecida y contenta. Aunque al principio estaba nerviosa, ahora estaba rodeada de calidez y contención.
La fiesta fue llegando a su fin, y los invitados se estaban retirando poco a poco.
Finalmente, Kattie pudo acercarse a sus amigos. Al verlos, notó que sus rostros mostraban una profunda preocupación. Lara y Andrew, normalmente llenos de energía y despreocupación, estaban serios, mientras que Emma parecía decaída y angustiada. La Emma que Kattie conocía no estaba en absoluto presente.
Mirando a Lara y Andrew, Kattie levantó una ceja en señal de interrogación. Ambos, sin necesidad de palabras, confirmaron que algo no estaba bien.
— ¿Qué pasa? — preguntó Kattie, su voz estaba cargada de preocupación.
Lara tomó una respiración profunda antes de responder, intentando mantener un tono tranquilo.
— Cariño, sucedieron cosas. Pero, no es el momento adecuado para hablar.
Andrew asintió, con una expresión grave.
— Sí, podemos tratarlo con calma mañana. Hoy deberías disfrutar del resto de la noche. Esto puede esperar.
Kattie se volvió hacia Emma, quien estaba visiblemente afectada. Con un gesto lleno de ternura, la abrazó.
— Em, cuando me necesites, no importa la hora o el lugar, siempre voy a estar. Si no estás lista para hablar ahora, lo entiendo. Solo quiero que sepas que estoy aquí.
Emma, con la voz temblorosa, respondió:
— Gracias, Kattie. Solo… no quería que esto arruinara tu noche.
Kattie la abrazó con más fuerza, brindándole consuelo.
— Lo importante es que estemos aquí para apoyarnos. Hablaremos con calma cuando lo desees.
Emma asintió, sintiendo un poco de alivio con el apoyo de Kattie. Mientras los amigos se despedían, Kattie sintió un peso en el corazón por las preocupaciones de Emma, pero también un profundo agradecimiento por su lealtad y el amor que compartían.
Cuando ya casi todos los invitados se habían retirado y decidida a encontrar un poco de paz antes de enfrentar a Luna Ivy y a el ex-Alfa Caspian, Kattie se dirigió al bosque cercano.
Necesitaba el consuelo de la naturaleza, la tranquilidad que siempre encontraba entre los árboles y el susurro del viento. Mientras caminaba, repasaba los últimos eventos: sus nuevos amigos, la transformación, la euforia, el dolor, y finalmente, este nuevo sentimiento que cada vez crecía más, en su interior. La incertidumbre sobre sus sentimientos hacia los cuatrillizos y el miedo a no poder olvidar el pasado se desvanecían rápidamente, y eso la asustaba.
Encontró un pequeño claro y se sentó en una roca cubierta de musgo. Cerró los ojos y respiró profundamente, tratando de centrarse. Recordó la mirada de Axel, llena de culpa y determinación; la ferocidad y lealtad de Alex; la energía salvaje de Sam; y la ternura y comprensión de Ian. Cada uno de ellos la atraía de maneras diferentes, pero también la habían lastimado de distintas maneras.
Mientras estaba inmersa en sus pensamientos, escuchó pasos acercándose.
Kattie levantó la vista al escuchar los pasos acercarse y vio a Alex. Su figura alta y musculosa se recortaba contra la luz del atardecer, pero había algo diferente en su andar. Lo que normalmente era una marcha segura y decidida, ahora parecía vacilante, casi como si estuviera luchando con cada paso que daba. Se detuvo frente a ella, con sus hombros tensos, y por primera vez, Kattie vio algo que nunca había visto en él: duda.
— ¿Puedo sentarme? — preguntó Alex, con su voz apenas en un susurro, cargada de una vulnerabilidad que desarmó a Kattie por completo.
Kattie asintió, incapaz de apartar la mirada de su rostro. Alex se dejó caer en una roca cercana, y por un momento, todo su control habitual pareció desvanecerse. Bajó la cabeza, sus manos temblaban ligeramente mientras las entrelazaba en su regazo.
Respiró hondo, como si necesitara fuerzas para decir lo que estaba a punto de revelar.
Autora la haga mate de los cuatrillizos