Clara y Javier se mudan a un pequeño pueblo en busca de un nuevo comienzo, pero su refugio pronto se convierte en una pesadilla. Enfrentando misteriosos eventos paranormales y oscuros secretos familiares, su amor es puesto a prueba mientras una entidad maligna los acecha. En un lugar donde nada es lo que parece, la pareja lucha por sobrevivir y desentrañar la verdad detrás de la maldición que amenaza con destruirlos.
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Descubrimientos inquietantes
El día transcurrió con una aparente normalidad. Después de la visita de Inés, Clara y Javier decidieron seguir adelante con su plan de explorar el pueblo. Caminaron por las calles empedradas, admirando la arquitectura antigua y el ambiente tranquilo de Santa Lidia. Sin embargo, la advertencia de Inés seguía rondando en la mente de Clara, como un eco persistente que no podía ignorar.
Santa Lidia era un lugar pintoresco, con pequeñas tiendas y cafés acogedores. Sin embargo, Clara notó que los habitantes del pueblo parecían observarlos con curiosidad, e incluso con algo de recelo. Era como si todos supieran algo que ellos desconocían, un secreto que flotaba en el aire, invisible pero palpable.
Decidieron entrar en la librería local, un pequeño establecimiento que parecía más antiguo que el propio pueblo. Estantes llenos de libros polvorientos se alineaban en las paredes, y el olor a papel viejo impregnaba el ambiente. Mientras Javier se entretenía mirando algunos libros de historia local, Clara se dirigió a una sección dedicada a crónicas y leyendas del pueblo.
Un libro en particular llamó su atención. Era un volumen encuadernado en cuero, con las páginas amarillentas y el título grabado en letras doradas: Historias No Contadas de Santa Lidia. Clara lo tomó y comenzó a hojearlo. Las historias contenidas en el libro eran oscuras, relatos de tragedias, desapariciones y eventos inexplicables que habían ocurrido en el pueblo a lo largo de los siglos.
Una de las historias captó su interés de inmediato. Era un relato sobre una joven pareja que se había mudado a una casa en las afueras del pueblo, hace más de cien años. Según la historia, la casa estaba maldita, y la pareja había comenzado a experimentar eventos extraños casi inmediatamente después de su llegada. Ruidos en la noche, sombras que se movían sin explicación, y la sensación constante de ser observados.
A medida que Clara leía, su corazón comenzó a latir más rápido. Los detalles eran inquietantemente similares a lo que ella y Javier estaban viviendo. La historia continuaba describiendo cómo la mujer había comenzado a tener visiones de una figura femenina, un espíritu atrapado en la casa, buscando venganza por una traición del pasado.
Clara cerró el libro de golpe, sintiendo que la sangre se le helaba en las venas. Respiró hondo, intentando calmarse. No podía dejar que una simple leyenda la afectara de esa manera, pero la coincidencia era demasiado perturbadora como para ignorarla.
"¿Todo bien?", preguntó Javier, que se había acercado sin que ella lo notara.
Clara forzó una sonrisa y asintió. "Sí, solo estaba leyendo una de las leyendas locales. Son bastante... intensas."
Javier sonrió, pero en su mirada había una pizca de preocupación. "Este pueblo tiene una historia rica, pero no dejes que las viejas historias te asusten. Son solo eso, historias."
Clara asintió, aunque una parte de ella no podía sacudirse la sensación de que había algo de verdad en esas palabras. Decidió comprar el libro, pensando que podría ser útil investigar más sobre la historia de la casa.
De regreso a la casa, el ambiente había cambiado sutilmente. Las sombras parecían más largas, y la luz del atardecer teñía todo de un tono dorado que, en lugar de reconfortarla, le producía un leve desasosiego. Clara se dirigió al salón, donde dejó el libro en la mesa. No estaba segura de querer leer más en ese momento, pero sabía que eventualmente tendría que enfrentarse a lo que había descubierto.
Javier, por su parte, parecía más relajado, como si la exploración del pueblo lo hubiera ayudado a despejarse. "Voy a revisar el cobertizo del jardín", dijo, levantándose del sofá. "Quiero ver si hay algo útil allí."
Clara asintió, observándolo mientras salía al jardín. Mientras él se alejaba, ella volvió a mirar el libro en la mesa. No podía evitar sentir que, de alguna manera, las historias contenidas en esas páginas estaban conectadas con lo que les estaba ocurriendo. Una parte de ella quería saber más, pero otra temía lo que podría descubrir.
Finalmente, decidió que lo mejor era no leer más esa noche. Cerró el libro y apagó las luces del salón, intentando dejar atrás la sensación de que había algo oscuro y antiguo acechando en las sombras. Pero mientras subía las escaleras, no pudo evitar un último vistazo hacia el libro, como si esperara que en cualquier momento, las páginas comenzaran a moverse solas.