Valeria y Alejandro, unidos por su amor al arte, la música, y las historias, vivieron un intenso romance en el bachillerato. Sin embargo, un malentendido los separó, dejando heridas sin sanar. Ahora, en la universidad, sus caminos se cruzan de nuevo. Aunque intentan ignorarse, Alejandro sigue luchando por reavivar lo que tuvieron, mientras Valeria se resiste a revivir el dolor del pasado. ¿Podrá el amor superar el tiempo y el rencor?
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Sombras del ayer
Desde que Valeria se fue esa tarde en la biblioteca, no he podido sacarla de mi mente. Cada día siento que estoy más atrapado en este bucle, pensando en lo que podría haber sido si las cosas hubieran salido de otra manera. El problema es que, por más que lo intento, no consigo dejar de aferrarme a esos recuerdos. Hoy me siento especialmente inquieto mientras camino por el pasillo hacia mi próxima clase de Anatomía.
Mi cabeza está llena de preguntas sin respuesta. ¿Por qué se acercó esa tarde? ¿Quería hablar conmigo o simplemente fue una coincidencia? No puedo evitar darle vueltas a todo lo que pasó en esos pocos minutos, intentando encontrar algún significado oculto en sus palabras, en su expresión. Pero cuanto más pienso en ello, más me doy cuenta de que estoy leyendo entre líneas algo que tal vez no existe.
Entrar al aula de Anatomía me proporciona una distracción momentánea. La docente, una mujer joven con un porte firme, ya está acomodando los materiales para la clase. A medida que explica las capas del tejido muscular, intento concentrarme, pero mis pensamientos vuelven a Valeria. Es como si todo en mi entorno me recordara a ella, incluso las cosas más insignificantes.
—Alex, ¿me puedes decir las funciones del tejido epitelial? —me llama la docente de repente, sacándome de mis pensamientos.
Parpadeo, sorprendido, pero rápidamente reúno la información de las clases anteriores. —Protección, absorción, secreción y excreción —respondo, un poco inseguro de si mi respuesta es lo suficientemente completa.
—Correcto. Pero no te distraigas —me dice, con una ligera sonrisa que muestra comprensión pero también advertencia.
Intento mantenerme presente en la clase. La teoría de Anatomía es compleja y fascinante, pero hoy simplemente no puedo enfocarme. Todo lo que quiero es resolver este nudo en mi cabeza sobre Valeria, aunque sé que es casi imposible.
Cuando la clase termina, Fer se me acerca, como de costumbre, junto a Cristian.
—¿Todo bien, Alex? —pregunta Cristian, echando un vistazo rápido a mi rostro.
—Sí, todo bien —respondo, aunque mi tono no es muy convincente.
—Sigues pensando en Valeria, ¿no? —interviene Fer, poniéndose su mochila al hombro. Su tono despreocupado me hace sentir algo incómodo, pero no puedo culparlo. Para él, las cosas son siempre más sencillas.
—No puedo evitarlo —admito, mientras caminamos hacia la salida del edificio.
—Quizá necesitas hablar con ella, de verdad. Sin rodeos —sugiere Cristian—. No puedes seguir esperando a que algo cambie por sí solo.
—Lo sé, pero no es tan fácil. Cada vez que pienso en acercarme, algo me detiene. No quiero que las cosas empeoren entre nosotros.
—Pero tampoco pueden mejorar si no haces algo al respecto —añade Fer—. Si de verdad quieres que las cosas cambien, tienes que dar el paso.
Sus palabras se quedan conmigo mientras salimos del edificio. El campus está lleno de estudiantes caminando de un lado a otro, inmersos en sus propias vidas y preocupaciones. Miro a mi alrededor, sintiéndome algo desconectado de todo lo que me rodea. Aunque sé que mis amigos tienen razón, la idea de enfrentar a Valeria de nuevo me asusta. No quiero revivir ese dolor, pero tampoco quiero seguir sintiéndome así, atrapado en el pasado.
Al final del día, decido ir a la biblioteca. Tal vez un lugar más tranquilo me ayude a pensar con más claridad. No estoy seguro de qué espero encontrar ahí, pero necesito alejarme de todo por un momento. Entro y me dirijo a la misma mesa junto a la ventana donde Valeria y yo nos encontramos la última vez.
Mientras me siento y abro mis apuntes, intento convencerme de que es solo una coincidencia que esté aquí, en este lugar. Sin embargo, no puedo ignorar la esperanza silenciosa de que tal vez Valeria vuelva a aparecer.
Minutos pasan, y el silencio de la biblioteca empieza a calmar mi mente. Por un momento, logro concentrarme en mis notas de Embriología, intentando memorizar las estructuras más complicadas. Pero esa paz es interrumpida cuando escucho una voz familiar detrás de mí.
—¿Otra vez aquí?
Levanto la vista, y ahí está, Valeria. Siento una mezcla de sorpresa y nerviosismo. No pensé que vendría, y mucho menos que me hablaría de nuevo después de nuestra última conversación.
—Sí, quería estudiar un poco en paz —respondo, tratando de mantener mi tono casual.
Ella asiente y se sienta frente a mí, tal como lo hizo la vez pasada. Hay algo en su expresión que me desconcierta. No es la frialdad que esperaba. Más bien parece… cansada, como si llevara consigo un peso que no he notado antes.
—Sobre lo que dijiste la otra vez… —empiezo, pero Valeria levanta una mano, interrumpiéndome.
—No hace falta que lo repitas, Alex. Ya sé lo que ibas a decir.
Me detengo, sin saber cómo seguir. Ella parece estar más dispuesta a hablar esta vez, pero sigue siendo igual de difícil descifrar lo que realmente está pensando.
—Entonces, ¿qué piensas de todo esto? —pregunto finalmente, sintiendo que este es el momento decisivo.
Valeria suspira, cruzando los brazos sobre la mesa. —No lo sé. A veces siento que todo esto fue un malentendido que nunca debió haber pasado. Pero al mismo tiempo, no puedo evitar sentirme como me siento.
—¿Te refieres a lo que pasó entre nosotros? —insisto, esperando alguna señal de que aún hay una oportunidad.
Ella asiente, sin mirarme a los ojos. —No te odio, Alex. Pero tampoco puedo decir que todo esté bien. Hay cosas que no puedo simplemente dejar atrás.
Sus palabras me golpean con fuerza. Aunque no me está rechazando completamente, tampoco me está dando la respuesta que esperaba.
—No quiero presionarte —digo, con una voz más suave—. Solo quiero entender qué pasó realmente entre nosotros.
Valeria finalmente levanta la vista y me mira directamente a los ojos. Hay algo diferente en su mirada esta vez, algo que me hace pensar que tal vez, solo tal vez, estamos más cerca de encontrar una respuesta.
—Tal vez eso es lo que necesitamos —responde ella—. Hablar. De verdad.
El silencio vuelve a llenar el espacio entre nosotros, pero esta vez es un silencio diferente. Es un silencio lleno de posibilidades, de lo que podría venir después.