Mi Hermoso Vagabundo.

(Rocío Martínez)...

Ya han transcurrido más de tres semanas desde el accidente, hoy me encuentro bien, mi pierna sanó casi por completo aunque aún tengo una leve cojera, pero que con el tiempo irá desapareciendo, me dijo el médico en mi último control.

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Luego de ducharme salgo a vestirme a mi habitación, ya que hoy volveré por fin a mi trabajo. Salgo como de costumbre a tomar el autobús, que me deja a unas cuadras del edificio Warren y entro saludando al personal de seguridad, mientras uno de ellos me informa que debo ir a la oficina de recursos humanos por orden del señor Sam Warren.

(Por mi cabeza pasaron muchas situaciones porque ser enviada a la persona encargada del personal es algo poco común. Lo que primero pensé es que ya no necesitan mis servicios, de seguro ya encontraron a alguna reemplazante por haberme ausentado tantos días o quizás la forma en que me comporte con el señor Warren en el hospital le molestó, ya que quizás fui descortés al no agradecerle personalmente el día que me llevó a mi casa.)

Camino muy nerviosa por aquel piso rodeado de varios empleados bien vestidos con sus impecables trajes, mientras que yo solo llevo puesto un jean y una sudadera vieja color azul cielo que me regaló mi madre tres navidades pasadas.

Al llegar a la oficina de recursos humanos, una hermosa secretaria me recibe sabiendo que iría ahí.

_ ¿Rocío? _ me pregunta.

_ Si _ le respondo.

_ Pasa adelante, el señor Julio te está esperando _ me dice levantándose para abrir la puerta de la oficina, mientras yo respiro profundo para escuchar como sería despedida de la empresa.

_ Adelante, no seas tímida _ dice el hombre de unos cuarenta años, que está sentado detrás de su escritorio.

_ Permiso, buenos días, señor _ le saludo estirando mi mano.

_ Un gusto Rocío, toma asiento por favor, ya que debo informarte algo muy importante.

(Ahí viene mi balde de agua fría, pensé)

_ Hemos estado muy al pendiente de tu caso, nos enteramos de todo lo sucedido el día del accidente _ me dice repasando una carpeta que tiene en sus manos.

_ Vimos en las cámaras de seguridad que un empleado de esta empresa quiso propasarse contigo y como colegas estamos muy avergonzados por lo sucedido. Créeme que no estábamos enterados de como ese hombre abusaba de las empleadas de servicio, pero ese asunto ya está solucionado, puesto que él fue despedido de inmediato y tomaremos acciones legales contra él, para que pase mucho tiempo en la cárcel.

_ No sé qué decirle, señor... _ le digo tomando por sorpresa sus palabras.

_ No digas nada, solo escucha:

_Para recompensar de alguna forma el mal momento que viviste, hemos decidido que ya no trabajarás con nuestro personal de aseo, ya que se abrió una vacante como recepcionista ¿Si es que tú deseas.? Puedes tomar ese puesto.

_ ¿Yo de recepcionista?

_ Sí, hemos visto que eres una mujer muy amable y dedicada en lo que haces por lo mismo pensamos que serías perfecta para ese puesto, pues solo debes atender a las personas que lleguen a la empresa dándoles la información que necesitan.

_ Muchas gracias señor Julio, daré lo mejor de mí en este nuevo desafío _ le digo mientras mis ojos se me cristalizan por la emoción.

_ También tendrás otro salario, el cual te pagaremos por adelantado el día de hoy.

_ ¡No es necesario señor Julio!

_ No te preocupes, esto lo hacemos con todos los empleados de la empresa _ me dice entregándome un cheque con una suma de dinero que jamás en mi vida creí llegar a ganar.

_ ¡Esto es mucho dinero! _ exclamo, viendo cómo el señor Julio se ríe de mi reacción.

_ No seas modesta, es un sueldo normal para nosotros _ me dice mientras yo asiento con la cabeza un poco avergonzada.

_ Ve, con mi secretaria, para qué te entregué tu nuevo uniforme, ya que debes de comenzar de inmediato como unas de las tres recepcionistas que trabajan en esta empresa.

Me levanto y le vuelvo a agradecer al señor Julio, para luego ir con su secretaria quien me entrega una bolsa de esas tiendas exclusivas, que contenía cinco cambios de ropa para diferentes días. Reparando cada uno de ellos al ser tan elegantes para mi gusto, saqué un vestido color crudo que vi que tenían puesto las recepcionistas cuando entré al edificio.

También busqué y me coloqué uno de los tres pares de zapatos que venían de mi talla, entré en uno de los baños para cambiarme. Y al salir y mirarme en el espejo, no me reconocí, puesto que jamás en mi vida pensé vestirme así, pero como bien dijo el señor Julio, este es mi nuevo uniforme de trabajo.

Al llegar a la recepción, las dos chicas que se encontraban ahí, me miraron de pies a cabeza sin disimulo, pero me mantuve firme y tomé el puesto que estaba vacío creyendo que ese sería el mío.

_ ¿Eres la nueva? _ me dice una de las chicas que se me acerca.

_ Sí, mi nombre es Rocío, un gusto.

_ Un gusto, mi nombre es Raquel, el señor Julio me pidió que te enseñe todo lo que tienes que hacer y saber.

_ Muchas gracias Raquel, porque de verdad no sé por dónde empezar _ le digo observando a Olivia, la otra recepcionista, que me mira con cara de pocos amigos, por el hecho de qué su actitud déspota nunca me ha agradado y porque es la misma que me envió en mi primer día de trabajo al piso del señor Warren, solo para molestarme.

Mientras que Raquel me entrega una carpeta con todos los detalles que debo saber, nombres de cada empleado y cargos, piso, número de oficina y accesos telefónicos de cada uno de ellos y de sus secretarias. Únicamente le faltaba allí el estado civil y color favorito de cada uno de ellos, puesto que como recepcionistas debía saber de cada uno de ellos.

Así que con el transcurso del día me fui familiarizando con el trabajo, mientras van y vienen miles de personas, hasta que veo entrar por la puerta principal al señor Warren, quien camina con su mentón en alto sin mirar a nadie, vistiendo un elegante traje negro, con una camisa blanca sin corbata y su pelo mojado como recién salido de la ducha.

_ Parece un Dios _ murmura Raquel, que lo mira con la boca abierta repasando cada detalle de él.