Vendida A La Mafia Rusa

Amaneció tan deprisa, había dormido tan tranquila, gracias al cielo mi carcelero no estaba, parecía tan fácil escapar, que tal vez mi plan tendría suerte, solo debía de convencer a Once.

Me levanté y tome un baño, al menos tenía esos pequeños privilegios, busque en los armarios y encontré un bello vestido amarillo, era precioso.

Me mire en el espejo, estaba conforme con el resultado y cuando abrí la puerta me sorprendió encontrar una bolsa de regalo, era roja y tenía un moño negro, la tomé en mis manos y regrese a mi habitación, quien podría haberme comprado algo, tal vez era de Once pensé, pero inmediatamente lo descarte cuando la abrí, adentro había un conjunto de lencería y una carta.

"Hola preciosa, espero que estés de lo más cómoda en casa, pronto regresaré, el viaje se está adelantando y todo parece indicar que nos veremos en dos semanas, escogí este conjunto especialmente para que lo uses en nuestra noche especial, se verá perfecto en tu piel hermosa, espero que estés ansiosa como yo lo estoy"

Lance la bolsa con todo y conjunto al suelo, ese hombre despreciable estaba por volver, en menos de 12 días, debía adelantar mis planes si deseaba escapar, ahora me enviaba la ropa que sellaría mi desgracia.

Deje eso y salí en busca de Once, lo busque por todas partes y lo encontré en la cocina, estaba desayunando, me invitó a unirme y acepte, me senté junto a el y le dedique una sonrisa enorme, el me la devolvió y me dijo.

Once: parece que despertaste de buen humor?

Ann: no tanto pero me alegra verte.

Once: pronto volverá mi jefe, debes estar preparada.

Ann: lo sé me envió un horrible regalo y en el me dijo que volvería en dos semanas, lo odio solo hace que recuerde lo que me va a hacer.

Once: no es tan malo cuando te acostumbras.

Ann: no es lo mismo tú eres su empleado, tú no tendrás que dormir con el, a ti no te va a obligar a nada.

Once se veía dolido, pero no me importo, su jefe era un maldito y no evitaría que lo odiara. Ela me sirvió el desayuno, comí mucho, ahora sí tenía hambre, Once me vio espectante en silencio y cuando terminó, me llevo al gran jardín, me dijo que podríamos hacer lo que yo quisiera, le dije que descansaramos bajo los árboles y el acepto.

Mientras platicábamos tome su mano, un rubor se mostró en sus mejillas, sus manos eran más grandes que las mías, era un hombre bastante atractivo, en una situación diferente tal vez hasta su novia habría sido, pero ahora era mi cuidador, era una prisionera con guardia incluído.

Pasamos la tarde en el jardín, Ela nos mandó algo de comer y al anochecer, regresamos a la casa, me llevo hasta la puerta y le di un beso en la mejilla cuando estaba apunto de irse, el me sonrió y desapareció en el pasillo, yo entre y me fui directo a dormir.

(Narra Once)

Que le pasa, porque se comporta así conmigo, te seguirías comportando así siempre, no encontré otra manera, te deseo tanto que deseo que tú me desee a mi yo no te forzaría a nada que tú no quisieras, cada que sonríes cautivas mi corazón, porque me haces esto, sería mejor que me odiaras también a mí, solo espero no estar equivocado con esto.

Regrese a mi habitación, tome mis cosas y me dirigí al bañó, mientras me bañaba apareció en mi mente Ann con el vestido rojo con el que la conocí, tenía un cuerpo encantador, sus curvas eran perfectas, tenía unos pechos grandes y virtuosos, un trasero bien proporcionados, unos ojos preciosos y unos labios carnoso, rápidamente mi erección creció, me imaginaba que estaba bajo de mi retorciéndose de placer, gritando mi nombre, arañando mi espalda, el dolor en mi miembro era tanto que solo se detuvo cuando lo froté, me imaginé dentro de ella y un orgasmo me invadió.

Puse el agua fría y terminé de bañarme, no debía pensar en eso por ahora, podría cometer una estupidez si no aprendía a calmarme. Al terminar mi baño me acosté, poco a poco me fui quedando dormido.

"Espero cautivar tú corazón como tú has cautivado el mío, solo dame una oportunidad, mi trabajo es malo pero yo nunca te haría daño"