Noah encontró su final en manos del amante de su esposo y creyendo que todo había acabado, se resignó aceptando su muerte.
Pero el destino le dio una nueva oportunidad. Noah regresa a su pasado, justo cuando su caída empezó y donde perdió todo. Pero esta vez sería diferente, Noah pensaba aprovechar esta nueva oportunidad para alejarse de todos aquellos que lo traicionaron. ¿Podrá escapar de su trágico destino?
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18
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Noah corrió hacia la salida en medio del gentío, tal como si huyera de una temible bestia, porque de cierta manera así era. Después de todo, no se creía capaz de enfrentarse directamente a Jerome, no cuando su cuerpo se sentía tan…extraño.
Los pocos invitados que aún quedaban, se quitaban de su camino tan pronto como lo veían acercarse con prisa. Se escuchaban gritos por aquí, expresiones de sorpresa por allá.
Pero lo único que se mantuvo constante, fue que ahí por donde pasaba el chico, una ligera y casi imperceptible esencia de rosas se podía oler. Aunque ninguno pareció darse cuenta de eso, solo cierto alfa que le siguió con la mirada hasta que desapareció tras la puerta.
Al salir, el pelinegro miró a su alrededor y pudo encontrar con facilidad a su antiguo bebé en el estacionamiento, una honda CR-V negra. Sin perder un segundo, fue directo hasta ella y mientras caminaba, buscó las llaves en sus bolsillos. Por suerte las encontró en el bolsillo trasero de su pantalón.
Con una sonrisa en el rostro vio la llave y abrió la puerta, aprovechando también para limpiarse el sudor que escurría por su mejilla y que le hacía arder la herida del labio. Es solo que su expresión se tornó nerviosa cuando sintió que el calor pasajero de su cuerpo, se extendía con lentitud a cada una de sus extremidades, haciéndolo sentir levemente entumecido.
Volviendo a limpiar el sudor que no dejaba de escurrir, encendió el automóvil y se alejó de ese banquete y lo que representaba.
–––
Cuarenta minutos después, Noah se encontraba de pie frente a la puerta principal de la mansión Ballestero, sitio en donde había crecido y el que, hasta antes de su cumpleaños número diecinueve, consideraba su hogar.
En su propia percepción, hace años que no visitaba el lugar y fue inevitable para él no sentirse ajeno, quedándose estático sin poder pasar. De cierta manera los pequeños arbustos, también las macetas en cada escalón, y las cortinas blancas eran familiares, pero al mismo tiempo, todo era irreconocible.
Ya no tenía el sentimiento con el que creció, de “volver a casa” cuando estaba frente a la puerta. Ahora se sentía como un extraño visitando a alguien desconocido.
Y si era así, ¿por qué había vuelto?
Desde luego que su primer pensamiento no había sido volver al ceno de los Ballestero, pero aquí había algunas cosas que debía recoger y otras que aclarar, todo antes de romper relaciones con dicha familia. Ya que su estilo ciertamente, no consistía en rehuir las situaciones problemáticas, sino enfrentarlas aunque no le gustaran.
Mientras pensaba en qué hacer a continuación, la puerta blanca fue abierta y se encontró cara a cara con Lila. Noah se quedó de pie sin poder moverse, atónito por volverse a encontrar con ella después de tantos años. La mujer que lo crió, su nana.
Con el corazón latiendo a mil por hora, la miró de pies a cabeza y se dio cuenta de que era igual a la nana de sus recuerdos. Una mujer de recién cumplidos cuarenta años, con el cabello recogido en una coleta alta, de piel clara, y esbelta. Llevaba el mismo uniforme de siempre, un vestido azul marino, con un sencillo delantal blanco. Lila era una mujer madura, pero no menos hermosa que una veinteañera, y a pesar de su oficio tenía clase y elegancia.
—¡Joven Noah! Llegó antes de lo esperado —saludó ella con una cálida sonrisa, que hizo sentir a Noah como “volver a casa” por primera vez en mucho tiempo. Es solo que el sentimiento se esfumó rápido, pues Lila dejó de sonreír en cuanto se percató de la sangre en la ropa y el labio del chico, además se dio cuenta del evidente sonrojo en su rostro, como si tuviera un fuerte resfriado.
Ella se sorprendió pues la fiesta había comenzado hace apenas unas tres horas y el chico se había ido de casa junto a la señora, ambos en un perfecto estado.
—¿Por qué estás lastimado? ¿Alguien te intimidó? ¿La señora no viene contigo? —Esto solía suceder siempre que ella se preocupaba demasiado por Noah, dejaba de dirigirse a él de manera formal y hablaba directamente. Al chico le había gustado ese rasgo de Lila. Lo hacía sentir más cercano a nana.
Sonrió al encontrarse con algo así tan pronto como regresaba a la mansión Ballestero.
—Nana… —susurró él intentando reprimir las lágrimas. Su corazón se sentía agridulce. Triste por la antigua despedida, pero alegre por el inesperado reencuentro.
“Estaba tan resignado a su pérdida, que no pensé en volver a verla. Incluso después de regresar…”
Fue difícil para Noah no sumergirse en la nostalgia y ponerse a llorar ahí mismo.
Luego de que la verdad saliera a la luz en su primer vida, nana sufrió una terrible caída desde el segundo piso de la mansión, que provocó su fin. Y todo sucedió en una discusión que tuvo con Ángel en una de las muchas “visitas” que el omega hizo a la mansión Ballestero. Según el testimonio del rubio, nana había comenzado a insultarlo y golpearlo de la nada. Y fue por su misma actitud grosera, que ella no midió su fuerza y salió disparada por las escaleras, terminando así con su propia vida.
Nunca se pudo demostrar que fuera algo planeado o adrede, y todo quedó en un accidente desafortunado, incluso él que conocía bien la actitud amable de nana, no tuvo más remedio que creer la respuesta de los oficiales.
Pero ahora, después de su muerte y gracias a ese libro extraño en su memoria, Noah sabía que Ángel no era tan inocente como fue obligado a creer en un principio. Ya que algo que el rubio había omitido por completo cuando fue interrogado, era que Víctor y él estaban enredándose como un par de víboras, y nana vio todo. Ella sabía que el recién llegado hijo Ballestero y Noah estaban en una relación todavía, y comenzó a reclamarles, furiosa por la traición al niño que había visto crecer.
Los dos, asustados por ser descubiertos, no se controlaron y en un descuido, Víctor forcejeó con nana y la empujó por las escaleras. Ángel, “conmovido” por ser defendido de esa manera, dijo a los oficiales que había estado solo todo el tiempo.
En el libro, esta escena se retrataba como la eliminación de una villana de poca monta, así que los protagonistas siguieron con sus vidas como si nada, sin consecuencias ni cargos de conciencia. El único que sufrió fue Noah, quién había perdido a la única persona que todavía lo apreciaba en la familia.
En la línea actual, eso sucedería en unos cuantos días. Dos semanas tal vez.
Apretó los puños, determinado a no dejar que esa desgracia volviera a ocurrir. Nana no debía morir por defenderle, y él no necesitaba ser defendido de todos modos. Debía decirle toda la verdad para que ella no se molestara más adelante si llegaba a encontrar a ese par otra vez.
Sin poder reprimirse más, se arrojó a los brazos de Lila y enterró su rostro en el cuello de nana.
—¿Necesitas qué llame al doctor? —preguntó la mujer, dándole palmaditas al chico que se estaba comportando diferente a lo usual. —¿Está todo bien, niño Noah? ¿Te peleaste con alguien? Creí que no volverías con la señora Aleida hasta que terminara el banquete.
—Nana hay algo que debo contarte…
Lila, ajena a lo que el pelinegro le quería contar, se alejó un paso y tocó su frente, queriendo comprobar su temperatura. Para su sorpresa se encontró con que el chico estaba ardiendo.
—¡Santo cielo! —exclamó. —¡Tienes fiebre! Vamos, vamos a tu habitación —ordenó ella y empujó a Noah escaleras arriba.
—¡Nana debo decirte algo importante!
—Lo sé, lo sé. Pero nada es tan importante como tu salud. —El chico se sintió conmovido cuando la escuchó. Hace tiempo que nadie se preocupaba así por él. Sin saber que decir, se dejó guiar por Lila.
Cuando llegaron a la que durante años había sido su habitación, él dudó en entrar, pero nana no estaba dispuesta a retrasar la llamada al médico de la familia, así que abrió la puerta de madera y prácticamente lo lanzó a la cama.
—Cámbiate de ropa, yo llamaré al doctor Elías. Vendré en un rato con algunos antipiréticos —dijo sin escuchar nada de lo que decía. Noah quería negarse pero al ver la mirada seria en los ojos cafés, optó por quedarse en silencio.
Ella se fue y el pelinegro se quedó solo.
A pesar de todo, no pudo evitar sonreír ante las acciones de nana. Ella seguía siendo la misma.
...
Mensaje de Neimlez:
(づ˶> ᵕ < ︎˶)づ❤︎ ¡Feliz Día de la Niñez!
Espero que al menos les hayan regalado un heladito :3