Todo En 90 Días

El sonido del timbre estaba volviéndome loca, no sé si les ha pasado que están en la mejor parte del sueño y comienzan a escuchar lo que sucede pero muy lejano; esa batalla que nos debatimos entre seguir durmiendo y soñando o despertar.

Me dispuse a seguir durmiendo, quien estuviera fastidiando mi adorado momento de sueño, paz y tranquilidad se iría pronto y en caso de ser importante, volvería más tarde. Cerré mis ojos, me acomodé nuevamente en mí posición perfecta y cuando estaba a punto de volver a dormir ya sin el molesto timbre comenzaba a sonar mí estúpido celular. Rogaba que no sea ningún vendedor, encuesta o número equivocado aunque al ver el nombre en la pantalla hubiera preferido cualquier estúpida encuesta, era Oriana.

Era increíble como seis letras en una pantalla podían despertarme en cuestión de segundos. Ese poder tenía ella en éstas épocas, además del puesto principal de mis pesadillas. Increíble que alguien a quien apenas acabo de conocer ocupe tanto espacio en mí vida, pero así era.

Si yo me consideraba insistente en algunas cosas, podría decir que Oriana le daba un nuevo y más intenso significado a la palabra insistencia porque en los siguientes diez minutos me llamó unas quince veces. Así que de mala gana atendí a ver qué diablos le había sucedido, rogaba que fuera importante o de vida o muerte preferiblemente, pero ni siquiera era eso.

Cuando atendí la llamada porque no tenía más alternativa, esperé cualquiera de sus estupideces referida a la boda, cosa que acabaría resolviendo en cinco minutos sin prestarle atención a sus ataques de histeria y llanto. Lo que no esperé es que necesitara verme urgente para poder decirme lo que sea personalmente.

Apenas atendí me preguntó si estaba ocupada. Si dormir plácidamente mientras sueño que cumplo mis mayores fantasías es importante, si estaba ocupadisima. Aún así le dije que no y al preguntarme si estaba en casa y responder que si me dijo que llegaría en cinco minutos y colgó.

¿Me preocuparía por vestirme adecuadamente para recibirla? Por supuesto que no. Si mi amado pijama no le gustaba era su problema, que mire hacia otro lado.

Jamás despierto de mal humor. Por el contrario suelo tener una gran sonrisa al abrir mis ojos. Pero esto de la boda está afectando varias cosas de mí manera de ser... Ahora estaba enojada, más le valía que fuera importante lo que deba de decirme porque sino me enfadaria aún más y mí manera tan civilizada de dirigirme a ella se iría al diablo, así de simple.

Es una pena que no todos tengamos la misma definición de "importante" porque para lo que a Oriana le parece imposible de posponer para mí es una mierda sin sentido e insignificante.

El timbre volvió a sonar y debí concentrarme en la tarea de arrastrar mis pies hasta la puerta de entrada. Que en los dos minutos que demoré en abrir la puerta el timbre sonara constantemente era exasperante y solo empeoraba mí mal humor.

Puse la mejor sonrisa fingida que fui capaz al abrir la puerta. Oriana se veía tan feliz siempre que me preguntaba si no tenía algún desorden mental muy a menudo y así fue, traía esa enorme y estúpida sonrisa tatuada en su perfecto rostro y me abrazó. Cuánto amaba mí espacio personal y ella lo invadía luego de arruinar mí preciado sueño; ésta chica definitivamente estaba jugando con fuego y me estaba provocando a patear su delgado cuerpo, cosa que debía asegurar, se había vuelto una de mis más oscuras fantasías.

-Tati- mencionó haciendo énfasis en la i con su molesta y voz chillona- ¿Te desperté?

No que va, estoy en pijamas, despeinada y con mí ojos hinchados solo para recibirla a ella

-Si, estaba durmiendo. Pero cuéntame ¿Que es lo tan importante que debías decirme con tanta urgencia?- directo al punto, mientras más apurara la conversación más pronto estaría en paz.

-Ah si lo había olvidado- definitivamente es más idiota de lo que pensaba- Bueno en mí familia tenemos una tradición antes de las bodas

-¿Y esa tradición cual es? Y lo más importante ¿Que tengo que ver con ella?

-Bueno verás, desde hace generaciones practicamos la tradición de que tanto la pareja que se casa como los padrinos conviven una semana en un sitio y eso trae buena suerte al matrimonio

-¿Estás de broma verdad?

-No, ¿Por qué?

-Porque eso significaría que debería convivir con Emanuel y como sabés no nos llevamos bien y dudo que eso traiga la mejor de las suertes

-Por el contrario, así podrán resolver sus diferencias y nos traerá más suerte-.Dijo una Oriana súper sonriente

-¿Y cuándo nos iríamos y a dónde?

-¡¡Mañana!! ¿No es genial?- exclamó súper feliz, mientras yo desarrollaba un tic en el ojo producto de la ira del momento

Y así con la terrible noticia de que nos iríamos mañana a no sé dónde a pasar unos días terribles seguramente. Casualmente sólo debíamos estar los cuatro por su estúpida tradición y yo no podía llevar a Danilo, ¿Algo podría salir peor?

Claro que muchas cosas podrían ser peores pero yo aún no lo sabía...

El día transcurrió más rápido de lo que deseaba, si tan solo pudiera alargar las horas o agregarle horas al día todo sería perfecto pero claro que era imposible.

Empaque un poco de ropa, nada extravagante, algo ligero para dormir porque el clima era caluroso y el pronóstico anunciaba altas temperaturas para toda la semana y mis productos de aseo personal.

Dani quiso ayudarme a empacar pero me negué. La última vez que lo dejé ayudar fue un desastre así que mejor prevenir. Cenamos temprano, puse la alarma en mí celular y me dispuse a dormir ya que nos iríamos a las 6:00 horas. Dejé mí maleta y mí bolso al lado de la puerta así estaría lista.