toda mi vida vivi una vida donde fui despresiada y sola pero ahora que e renacido en la hija de un duque disfrutaré esta segunda oportunidad como hija mimada del duque William valtorian
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capitulo 17 Astrix vs Sophia
—¡Qué emoción! —decía Astrix mientras comía su pastel con una sonrisa traviesa.
—¿Qué pasa, princesa? —preguntó William, sonriendo al verla tan feliz.
—Papá, mi hermana me da miedo… —se quejó Alexander, con un pequeño puchero.
—Alexander, no seas así con tu hermana. ¿No ves que ella sacó las mejores notas en todo el reino? ¡Digno de una Valtorian! —dijo William con orgullo.
Se preguntarán qué pasa. Bueno, antes de que digan que estoy tomando el poder, déjenme explicarles.
Hace unos días atrás…
Elena mandó a esa bruja al calabozo.
¿Saben? Amo los calabozos de los Valtorian. Son horribles… por eso mi papá es conocido como el duque tirano.
Todo el pueblo sabe que los calabozos son crueles, pero esa vieja se lo merece.
—¡Astrix, noticias! —anunció el pequeño pajarito, revoloteando por la ventana.
—¿Oh? ¿Qué pasó? —preguntó ella bajando de su silla, que era más alta que ella.
—¡Elena metió a la bruja al calabozo! —anunció feliz.
—¡¿Quéeeee?! —saltó Astrix de felicidad—. ¡Sabía que iba a servir! Gracias, pajarito, por decirme lo de Alexander.
—De nada —respondió el ave—. Ese niño no merecía ser castigado solo por no querer ayudar a Sophia en sus estudios.
Esas simples palabras removieron mi ser.
—¿¡Qué hizo qué!? —grité, apretando mis mini puños con enojo.
—Bueno… la bruja quería que Sophia te superara. Así que, como Alexander sacó las mejores notas, le obligó a enseñarle todas las técnicas de magia y arte —dijo el pajarito.
—Así que eso era… —murmuró Astrix, enfadada.
[Pensamientos de Astrix]
MALDITA VIEJA DE MIERDA, QUE SE VAYA AL INFIERN… ¡QUE LE CAIGA UN TRUENO!
—Astrix, ya —una voz se escuchó detrás de ella.
—¿Eh?... ¡Anton! —se sorprendió—. ¿Qué haces aquí?
—Mi papá vino porque tu hermano estaba mal —dijo él, mirando al cielo.
Astrix lo observó detenidamente. Algo estaba raro.
Sus ojos ya no eran heterocromáticos… y su cabello tampoco.
—¿Por qué...? —gritó de repente—. ¡¿Por qué Anton no tiene sus colores?!
Anton, confundido, soltó una risa triste.
—Pasa que voy a una escuela… y para que nadie me moleste, debo usar solo un color —explicó con tristeza—. Pero a mi Astrix no le gusta, ¿verdad?
—¡No! —dijo ella, poniéndose de puntitas para tocarle la cara con sus pequeñas manos—. Yo quiero a mi Anton de dos colores.
Anton se puso rojo como un tomate. Astrix era tan tierna, con sus cachetes rosados y su expresión sincera, que no supo qué decir.
—Perdón, Astrix —dijo bajito—. Es una regla en mi casa. Pero dime… ¿por qué piensas cosas tan groseras?
—¿Puedes leer mi mente? —preguntó sorprendida—. ¿Pero solo la mía?
—Mmm… —pensó él—. Puedo escuchar todo lo que sea puro y sincero. Por ahora, tú y las plantas.
—¿Y ese pajarito? —señaló Astrix al ave que revoloteaba a su lado.
—No, supongo que es muy chismoso. Por eso no puedo escucharlo —rió—. Astrix, ¿quieres que te ayude a estudiar?
—¿Qué sabes? —preguntó ella emocionada, dando pequeños saltitos—. Mi papá dijo que era muy difícil.
En ese momento, una luz brillante apareció sobre ellos.
"Aquí comienza la nueva misión: usar tus poderes de manipulación."
—¿¡Qué!? ¿Manipulación? —preguntó curiosa Astrix.
Anton sonrió, como si ya lo supiera.
—Bien, escucha. Los nobles tienen un estatus. Tú eres hija del duque más temido de todos. Son cinco sellos de aprobación: magia, letra, modales, literatura… y el mayor de todos, gastronomía.
—Ah, eso. ¡Yo soy la mejor! —respondió Astrix—. Tengo cinco chelines de oro. Soy la mejor del reino.
Anton rió.
—¿Eso crees tú? La señora Rebeca nunca cae bien. Si lo haces limpio, tendrás que hacer una tesis sobre su comida: deberás probarla y decir todo lo que usó. Y si fallas, tendrás que hacer algo que le guste.
—¿Y quién es esa señora Rebeca? —preguntó curiosa.
Anton sonrió travieso.
—Es amiga de la abuela de Alexander.
Pasó la hora, solo un sello faltaba. Anton me avisó que la señora Rebeca venía, y el pajarito me contó que también llegaría la abuela de Alexander. Ella me adora, dice que gracias a mí aprendió a cocinar.
Astrix estaba en la cocina del ducado, con su largo cabello blanco trenzado por William. El duque, últimamente, estaba aprendiendo a peinarla —y según él, era “un talento digno de un padre orgulloso”—.
Sobre la mesa, Astrix tenía de todo: frutas, especias, harinas, dulces y un par de utensilios que parecían más mágicos que de cocina. La pequeña duquesita se movía con concentración, su cara manchada de harina y sus ojos brillando con emoción.
—¡Astrix! —gritó Sophia, entrando como si fuera dueña del lugar—. ¿Tú que haces aquí?-sorprendida cae sus especies-
Astrix giró lentamente, como si su paciencia tuviera un límite visible.
—yo estoy haciendo un postre para mi abuela y la señora.
Sophia caminó con aires de superioridad, balanceando su vestido barato con encajes torcidos.
—asi pero no eres muy pequeña para tocar fuego. mira bebé deja esto a un Niña más grande .
—Ah, sí, claro —respondió Astrix, acomodándose el moño con calma—pero yo soy una gran cocinera solo con 3 años en que me puedo ayudar una niña tonta como tu
Sophia arqueó una ceja.
—Que bebé así no se habla a alguien más grande que tu
Astrix sonrió con ironía, bajando la voz para que solo ella escuchara.
—crees que no se lo que haces sabes que Rebeca es la que da los sellos y solo por tener una de ella no tienes que hace los otros exámenes.
—¿yo saber? bebé soy Sophia Queen no necesito un sello para aprobar —repitió Sophia, confundida.
—Sophia solo estás aquí por qué mis abuelos tuvieron pena por ti—dijo Astrix, mientras tomaba una manzana y la cortaba con precisión—
Sophia abrió los ojos sorprendida, sin entender del todo lo que Astrix quería decir.
—¿Qué estás murmurando?
—Nada que te importe —respondió con dulzura venenosa—. Pero si fuera tú, me concentraría más en no quemar el azúcar.
Justo en ese momento, un olor a humo llenó la cocina. Sophia miró hacia su olla… ¡se estaba incendiando!
—¡Aaaah! ¡Mi postre! ¡Mi postre se quema! —gritó desesperada, agitando una cuchara.
Astrix frunció el ceño.
—esa cochinada era tuya.creí que era agua para lavar trapos sucios .
Astrix estaba afilada como un cuchillo.
A su alrededor, los pajaritos revoloteaban, dándole pequeños consejos.
—Sophia fue hacia sus ollas con sus cosas —mira bebé yo te ganaré soy la futura emperatriz. Y en el futuro seré un gran abuela que cocine a sus nietos
—claro eso sí Daniel no te mata —susurró ella—.bien no me importa Quédate con el tonto del principe.
Minutos después, ambas presentaron sus platos. Sophia, con su mermelada y galletas caseras; Astrix, con una tarta de manzanas brillantes, con una base perfecta y un aroma tan dulce que la cocina entera se llenó de luz.
El mayordomo llevó los postres al salón de té, donde esperaban la señora Rebeca y la abuela de Alexander. Todo estaba listo para la merienda.
La señora Rebeca tomó un bocado de la tarta de Astrix. Su rostro, siempre serio, cambió lentamente.
—…Delicioso —murmuró finalmente—. Nunca probé una combinación así. ¿Dónde compraste esto? ¿Quién es tu cocinero?
La duquesa parpadeó, algo confundida, hasta que una pequeña figura salió de entre las sombras.
Astrix sonrió con modestia, limpiándose un poco de harina de la nariz. —Lo aprendí observando a la gente que cocina con amor… y no con ego —respondió, con voz suave.
Un murmullo de asombro recorrió la sala. Sophia, cubierta de harina y con lágrimas contenidas, apretó los puños con fuerza.
Astrix la miró de reojo y, con su típica sonrisa dulce, añadió bajito: —No te preocupes, Sophia. Siempre hay segundas oportunidades… aunque a veces, no para todos.
Sophia no entendió del todo, pero algo en su voz la hizo temblar.
De pronto, la señora Rebeca se levantó. —¡Astrix Valtorian! Eres una de las jóvenes prodigio que mencionaron este año. No puedo creerlo —dijo impresionada.
Pero justo en ese momento, un grito llenó la sala.
—¡Astrix hizo trampa! —acusó Sophia con desesperación—. ¡Ella sabía que usted vendría y preparó la tarta solo para impresionarla! ¡Yo soy Sophia Queen, una postulante humilde! Mis galletas salieron torpes porque cocino con el corazón, no para ganar.
El murmullo creció. Astrix la miró sorprendida. Era cierto que había querido aprobar… pero en el fondo, siempre cocinaba porque amaba hacerlo.
La señora Rebeca la observó con frialdad, mientras la abuela de Alexander intervenía con calma: —Rebeca, solo son niñas… No exageres.
—Niñas o no —replicó Rebeca, seria—, esa niña es una Valtorian.
Astrix levantó la cabeza con orgullo. —¿Y qué si lo soy? —dijo firme—. Cociné porque me gusta, no porque me lo pidieran. —Ella —señaló a Sophia—, solo está aquí porque mis abuelos tuvieron piedad de ella.
Sophia la miró, incrédula. —¿Qué… qué dijiste?
Astrix respiró hondo, sus ojos brillando con una mezcla de ira y determinación. —Que no me puedo defender como tú, ¿verdad? Porque tú eres la protagonista. Y yo… la villana. —Pues bien —añadió con una sonrisa peligrosa—, como buena villana… sabré cómo resolver esto.
Un silencio pesado llenó la sala. Rebeca, confundida, miró a la pequeña con una mezcla de respeto y temor. William, desde la puerta, observaba a su hija en silencio, con el orgullo de quien ve nacer una fuerza imposible de detener.
Dato del día: Victoria se iba convertir una de las mejores chefs Pero debido a los gastos dejó todo pero . Aprendió que cocinar no era solo mezclar sabores… sino poner el alma en cada plato.
su padre es noble así que no se compara
llamarlo papá así el da ella da sería juntos para el pobre corazón
de William jajaja que adora a su hija aunque es divertido verlo celos pero ahora sí esa mustia no pudo que alaben a esa mustia igual a ella por lo menos alegro a su hermano