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Esencia De Oso

Esencia De Oso

Status: En proceso
Genre:Vampiro / Hombre lobo / Apoyo mutuo
Popularitas:1.7k
Nilai: 5
nombre de autor: IdyHistorias

Un chico se queda solo en un pueblo desconocido después de perder a su madre. Y de repente, se despierta siendo un osezno. ¡Literalmente! Días de andar perdido en el bosque, sin saber cómo cazar ni sobrevivir. Justo cuando piensa que no puede estar más perdido, un lince emerge de las sombras... y se transforma en un hombre justo delante de él. ¡¿Qué?! ¿Cómo es posible? El osezno se queda con la boca abierta y emite un sonido desesperado: 'Enseñame', piensa pero solo sale un ronco gruñido de su garganta.

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El precio de la distancia

El martes, Ámbar llegó temprano con las últimas cajas de la camioneta de Volkon. Juntos comenzamos a acomodar sus cosas, disfrutando de la calma mientras llenábamos la cabaña con su presencia. Sus libros de derecho y sus novelas se mezclaron con los míos en la estantería, formando una pequeña biblioteca compartida. Había algo especial en este momento, como si finalmente estuviéramos construyendo un hogar juntos.

A medida que avanzaba la mañana, nos tomamos nuestro tiempo, sin prisa, cada uno organizando sus cosas a su ritmo. Yo, mientras tanto, no podía evitar pensar en lo afortunado que me sentía. Sentado junto a ella, en ese espacio que ahora compartíamos, la rutina de vivir juntos comenzaba a tomar forma.

Al día siguiente, el miércoles, preparé un desayuno abundante mientras Ámbar se organizaba para ir a trabajar en el pueblo. Hice huevos revueltos, tostadas crujientes, bollos con miel y, por supuesto, café recién hecho. Me gustaba verla disfrutar de la comida, y más aún, sentirme útil en esos pequeños gestos. Mientras ella comía, hablamos sobre sus planes para el día y lo que teníamos pendiente en casa. Era uno de esos momentos tranquilos que, aunque sencillos, me llenaban de una paz profunda.

En las semanas siguientes, las rutinas de cada día se fueron estableciendo. Ámbar solía traerme una merienda por la tarde mientras yo trabajaba, sentada junto a mí mientras dibujaba o hacía bocetos en mi tableta gráfica. Ella solía sorprenderme con algo dulce o, a veces, una bebida refrescante. No importaba qué tan ocupado estuviera, el solo hecho de verla a su lado me daba fuerzas.

A medida que los días pasaban, y nos acostumbrábamos a estar juntos, también comenzaron a surgir esos pequeños momentos que me hacían sentir aún más conectado con ella. A veces, mientras nos abrazábamos o nos dábamos un beso, sentía una leve punzada en el cuello o en los labios, como si tomara algo más que un simple gesto de cariño. Era algo delicado, casi imperceptible, pero que sabía que tenía que ver con su naturaleza de umbral. Ella, con su toque sutil y casi inconsciente, tomaba un poco de mi esencia. No era doloroso, sino una sensación extraña, casi placentera, como si, sin que yo lo notara, se alimentara de mí de la manera más suave y natural.

El bosque siempre tenía una vida propia, un ritmo que se sentía en cada pisada sobre las hojas caídas y en el crujir de las ramas que Dean y Tobías hacían resonar al correr impulsivamente. Estábamos en nuestras formas animales, yo como un enorme oso pardo, y mis amigos, un lince ágil y un lobo de energía desbordante, correteaban a mi alrededor. Dean y Tobías no podían evitar jugar, como si pelearan, lanzándose uno al otro, girando sobre la tierra húmeda y provocando un caos que hacía eco entre los árboles. Los tres disfrutábamos de la libertad de nuestras formas animales, sin palabras, solo instintos y el vínculo fraternal que siempre compartimos.

Era una de esas tardes que solían ser parte de nuestra rutina, como si la naturaleza misma nos hubiera enseñado a moverse con el mismo ritmo. Aunque había cosas nuevas en mi vida, como Ámbar, mis momentos con Dean y Tobías seguían siendo una constante. La camaradería de siempre, el escape de nuestras responsabilidades y preocupaciones, un recordatorio de que, aunque el mundo cambiara, esos lazos seguirían siendo fuertes.

Después de un rato de juegos y carreras, con mis músculos relajados y una sensación de tranquilidad en el pecho, decidimos regresar. Al acercarme a la cabaña, aún en mi forma de oso, vi a Ámbar esperándome en el porche. Siempre estaba allí para recibirme, y mi corazón, aunque era grande y salvaje en ese momento, se apaciguó al verla. Ella bajó los escalones, con una sonrisa que siempre lograba desarmarme, y juntó su pequeña nariz con mi hocico.

—Osito dulce —susurró, y mis orejas se movieron al escucharla.

Le di un leve empujón con mi cabeza, tumbándola suavemente. Ámbar rió, ese sonido claro que hacía que toda mi forma imponente se sintiera como la de un cachorro juguetón, y enseguida se echó a correr, desafiándome con una velocidad que no podría alcanzar. Claro, ella a veces hacía trampa con sus habilidades de umbral, desapareciendo y reapareciendo cuando más cerca la tenía, siempre burlona.

Al final, cansado de seguirle el juego en mi forma de oso, cambié a mi forma humana y logré atraparla. La alcé del suelo mientras ella reía con fuerza.

—¡Osito sexy! —se burló, y ambos estallamos en carcajadas.

Esa alegría nos llevó al interior de la casa, donde terminamos bañándonos juntos, el agua tibia llevándose la tierra y las hojas de nuestra piel. Ámbar me lavaba la espalda mientras hablábamos.

—¿Qué tal con el gato y el perro? —me preguntó, refiriéndose a Tobías y Dean.

—Esos dos más parecen cabras locas —respondí, riendo—. No sé cómo Lorei puede estar con Dean, siendo ella tan tranquila y pacífica.

Ámbar se rió, terminando de enjuagarme el cabello.

—Los polos opuestos se atraen, ¿no? —dijo, y sus ojos brillaban con picardía.

—¿Y nosotros? ¿Somos opuestos? —pregunté, fingiendo sorpresa.

—Un poco —respondió ella, mirándome con una sonrisa—. Tú eres grandote, fuertote, y un osito tierno y dulce. Yo soy pequeña, flacucha… y una abeja picosa.

No pude evitar reírme, y la tomé por la cintura, acercándola más a mí.

—Mi abejita picosa —susurré, y ella sonrió antes de besarme.

La tarde transcurría en un ambiente relajado, los dos acurrucados en el sofá de la sala, una manta sobre nuestras piernas mientras veíamos una película de suspenso. Ámbar estaba tan concentrada en la trama que cuando mi teléfono sonó de repente, pegó un pequeño brinco, y yo, por reflejo, también me sobresalté. Nos miramos, y la risa nos ganó a ambos, riéndonos de nuestra propia torpeza.

Al responder, la voz al otro lado de la línea era de la oficina. Un nuevo proyecto urgente había surgido: el otro equipo no había logrado convencer al cliente con sus diseños y necesitaban que yo fuera a la ciudad para solucionarlo. Mi sonrisa se apagó un poco mientras escuchaba los detalles, sabiendo lo que eso significaba: un viaje inesperado.

Cuando colgué, Ámbar ya me estaba mirando con un puchero formado en su rostro, los labios torcidos y los ojos entrecerrados con una expresión de pura frustración.

—¿Tienes que irte? —preguntó, haciendo que su voz sonara más dolida de lo que probablemente sentía.

Asentí con pesar. —Sí, abejita, parece que me necesitan urgentemente en la ciudad.

Ella dejó escapar un suspiro exagerado y apagó la televisión, como si la idea de seguir viendo la película sin mí fuera inconcebible. Se me acercó y puso las manos en mi pecho, haciendo un mohín aún más dramático.

—No podré acompañarte esta vez… —dijo, casi en un lamento.

—Lo sé, pero te prometo que te traeré algo rico de la tienda —le dije, tratando de suavizar la situación.

Ella me miró con una chispa de travesura en los ojos, dejando escapar una risita.

—Lo único rico que quiero eres tú.

No pude evitar reírme, mi risa retumbando en mi pecho mientras sacudía la cabeza.

—Eso no fue muy sexy que digamos.

Ámbar frunció el ceño y me dio un pequeño empujón.

—¡Osito malo! —dijo, y antes de que pudiera responder, se inclinó y me besó, atrapándome completamente.

Dejé que el beso lo dijera todo, disfrutando de su calidez y del modo en que me hacía sentir como en casa, incluso en medio de la noticia de que tendría que irme. Sabía que odiaba mis viajes, pero ella siempre encontraba una forma de hacernos reír, de mantenernos conectados, y en ese momento, estaba más agradecido que nunca de tenerla a mi lado.

El viaje a la ciudad fue largo, como siempre. Tres horas en la camioneta me daban tiempo suficiente para repasar mentalmente todo lo que había dejado atrás. Había dejado a Ámbar en el pueblo, y aunque sabía que estaba segura, parte de mí seguía sintiéndose ansiosa. Antes de irme, había hablado con Tobías y Dean para que la cuidaran en mi ausencia. Tobías, por supuesto, no perdió la oportunidad de burlarse de mí.

—¿Dos días y ya actúas como si se fuera a acabar el mundo? —dijo con una sonrisa traviesa. Pero detrás de su tono bromista, sabía que me ayudaría si fuera necesario.

Dean, por otro lado, me dio una palmada en el hombro y asintió comprensivamente.

—Te entiendo, hombre. Cada vez que estoy lejos de Lorei, siento que algo me falta. No te preocupes, la cuidaremos.

Con eso en mente, intenté relajarme mientras conducía. Pero la sensación persistente de preocupación seguía haciendo eco en el fondo de mi mente.

Una vez en la ciudad, me dirigí directamente a la oficina. El ambiente allí siempre era un poco tenso, especialmente cuando había proyectos urgentes que sacar adelante. Me instalé en mi escritorio y comencé a trabajar, el sonido de las teclas llenando el espacio mientras colocaba los últimos detalles de la presentación que esperaba el cliente.

En algún momento, Karla se acercó con su habitual actitud crítica.

—¿Qué, ya se aburrió de ti la mosquita muerta? —dijo, refiriéndose a Ámbar con su tono venenoso habitual.

Antes de que pudiera responder, Lukas, otro miembro del equipo, se giró hacia ella con una expresión cansada.

—Basta, Karla. Ya estoy harto de tus comentarios. Eres tú quien siempre crea discordia en el equipo. Si dejaras de molestar, todos trabajaríamos mucho mejor.

El silencio que siguió fue incómodo, pero una parte de mí agradeció el apoyo de Lukas. Karla se encogió de hombros y se alejó con una mueca de desdén, pero no replicó, al menos por ahora.

Suspiré, centrándome nuevamente en mi trabajo, pero con la certeza de que cada vez que venía a la ciudad, siempre había algo que me recordaba cuánto extrañaba la tranquilidad de mi cabaña, y sobre todo, a mi abejita. La única motivación que me quedaba era terminar rápido para poder volver a casa, a ella.

El descenso por el ascensor fue largo, o al menos así se sintió cuando Karla se subió dos pisos después de mí. La tensión entre nosotros se volvió palpable de inmediato. Intenté ignorarla, mirar al frente y centrarme en el número digital que descendía lentamente. Sin embargo, su voz se abrió paso con un tono que solía tener algo encantador, pero que ahora solo me provocaba un dolor de cabeza.

—¿Sabes, Derek? Tal vez te pueda dar otra oportunidad. Enseñarte cómo ser útil… o usar bien eso —dijo, señalándome con un dedo que parecía más acusador que juguetón.

Le lancé una mirada de advertencia, tratando de contener mi irritación.

—Aléjate, Karla.

Ella, en lugar de hacer caso, se acercó más, rozando su cuerpo contra el mío. Sentí mi pecho tensarse, y mis manos se apretaron en puños, pero no podía reaccionar bruscamente, no podía lastimarla aunque quería apartarla. Karla esbozó una sonrisa retorcida.

—Sabes, si grito un poco, todos saldrán corriendo a defenderme. ¿Quieres un escándalo así?

—Estás loca. Apártate —gruñí.

En ese momento, justo cuando estaba empezando a hacer esos ruidos sugestivos, la puerta del ascensor se abrió. Allí estaba el Sr. White, mi jefe, mirándonos con una ceja levantada. Antes de que pudiera explicarme, Karla me dio un bofetón con fuerza, fingiendo indignación.

—¡Deja de acosarme! —gritó, con lágrimas falsas brotando de sus ojos. Luego corrió hacia el Sr. White, buscó refugio en sus brazos, como si realmente fuera la víctima.

El Sr. White me observó con desdén y negó con la cabeza. —Derek, vete a casa. Hablaremos de esto mañana.

Salí del edificio con un nudo de rabia en el estómago. Cada paso hacia mi camioneta me pesaba, y no dejé de maldecir en mi mente. Lo que me dolía más no era la actuación de Karla o la posible pérdida de mi trabajo; era que se había acercado tanto que su aroma había impregnado mi ropa, borrando el suave y dulce olor de Ámbar que siempre me traía calma.

Al llegar a mi pequeño departamento en la ciudad, dejé caer mi mochila y fui directo a la ducha. Necesitaba borrar cualquier rastro de ese encuentro, dejarlo ir con el agua caliente que me quemaba la piel. No activé el sonido del móvil, y al salir de la ducha, lo único que oí fue el insistente timbre del teléfono de la casa.

Al contestar, la voz de Ámbar me llegó ansiosa, con ese tono que me atravesó el corazón.

—¿Abejita? —pregunté preocupado. —¿Qué pasó?

—No me cogiste el teléfono, Derek. Me preocupé —dijo, y revisé de inmediato mi celular.

Tenía razón. Había varias llamadas y mensajes sin contestar. Sentí un nudo de culpabilidad formarse en mi garganta. No quería mentirle, pero tampoco era el momento de contarle todo por teléfono.

—Lo siento, cariño. La reunión se alargó más de lo esperado y luego empezamos con bocetos y demás cosas. Dejé el teléfono en mi escritorio, y cuando llegué a casa me metí directo a la ducha.

Hubo un momento de silencio, uno que me dejó sin aire, porque sabía que Ámbar podía notar cuando algo no iba bien.

—¿Pasó algo más? —preguntó con voz suave, pero cargada de preocupación.

—Sí, solo… una pequeña discusión en la oficina que me dejó fastidiado. Pero ahora estoy mejor porque te escucho.

Ella no dijo nada más por unos segundos, y luego soltó un suspiro, como si aún estuviera dudando.

—Bien. Entonces quiero torta red velvet. Esa con la cobertura blanca.

No pude evitar soltar una risa, más aliviado de lo que quise admitir.

—¿No dijiste que yo era lo más rico para ti?

Ámbar rio también, y por un momento, sentí que todo volvía a estar bien.

—Sipi, pero eso es postre. Tú eres mi plato principal.

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Martha Martina
x favor escritora continúa con la historia xq es brillante y muy hermosa 😭x favor 👏
Martha Martina
increíblemente hermoso espero que la autora siga contando la historia xq es taaaan buena muchacha felicidades hermosísima historia 😢😘❤️♦️❤️
IdyHistorias: La autora se fue de vacaciones pero ya volvió … 🫣
total 1 replies
~§~*NAY*~§~
llore😭
Greiselyn lisbeth
se ve interesante 😉
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