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Alana

Alana

Status: En proceso
Genre:Malentendidos / Elección equivocada / Traiciones y engaños / Diferencia de edad
Popularitas:3.7k
Nilai: 5
nombre de autor: NELSI BLANCO

Alana Alvarado Blanco solía sentarse en un rincón de su pequeño cuarto en el orfanato y contar los huecos visibles en la pared, cada uno representando un día más sin la compañía de sus padres. En su mente infantil, imaginaba que cada uno de esos agujeros era un recuerdo de los buenos momentos que había compartido con ellos. Recordaba con cariño aquellos cinco años en los que su vida había sido casi perfecta, entre risas y promesas. La melodía de la risa de Ana Blanco, su madre, resonaba en su corazón, y la voz firme de Vicente Alvarado, su padre, aún ecoaba en su mente: “Volveremos por ti en cuanto tengamos el dinero, pequeña”. Sin embargo, ese consuelo se había transformado en una amarga mentira, la última vez que le repetían esas palabras había sido poco antes de que la pesada puerta de madera del Hogar de San Judas se cerrara tras ella, sellando a la fuerza su destino y dejando su vida marcada por la ausencia. En ese instante, la esperanza que una vez brilló en sus ojos comenzó a de

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capítulo 24

El Error de Fernando

​Mientras Alana tiraba suavemente del cable para asegurarse de que estuviera libre, escuchó pasos pesados acercándose a la puerta.

​"¡Alana! Sé que no puedes salir, pero voy a hacer que sufras un poco más," gritó Fernando desde el otro lado de la puerta, su voz resonando con una mezcla de ira y desesperación.

​Ella oyó el chirrido de una herramienta. Fernando estaba usando una llave de tuercas para asegurar más el candado con tornillos adicionales. Ella sintió el temblor de la puerta.

​Pero luego, Fernando cometió un error crucial. Al asegurar el bloqueo, hizo palanca contra el mueble pesado que había usado, moviéndolo ligeramente. En ese movimiento, la radio portátil que Fernando usaba para monitorear las frecuencias cercanas, cayó del mueble y golpeó el suelo, activándose por la fuerza del impacto.

​Fernando maldijo en voz baja y la recogió. Pero por el altavoz de la radio, Alana escuchó, débilmente, algo que la hizo congelar:

​"...hemos detectado actividad de rastreo. La geolocalización apunta al antiguo Depósito 3. Es un 'Almacén de Herramientas'..."

​Era una emisión de la frecuencia de seguridad privada de la Corporación Fuente. ¡Estaban buscando a Fernando! Y lo habían ubicado en el "Almacén de Herramientas". Catalina no solo había entendido el código, sino que también había alertado a la seguridad de la Corporación a través de Zúñiga, obligándolos a buscar a su propio hijo.

​Fernando, completamente ajeno a que Alana había escuchado la frecuencia, apagó la radio.

​"Escucha, Alana," gritó a través de la puerta. "Tu novio regresará pronto. Y cuando lo haga, lo voy a recibir con la agenda real, y le diré la verdad sobre tus padres. Y entonces, él te odiará por ser tan sucia como yo. ¡Y vendrás corriendo a mis brazos!"

​Fernando se alejó, convencido de que tenía la situación bajo control y esperando la llegada de Daniel.

​Alana sonrió en la oscuridad. Tenía el nombre, la ubicación y el cebo perfecto. Su plan ahora cambiaba. Ya no necesitaba un escape; necesitaba un testigo.

La Preparación del Testigo

​Alana recuperó el micrófono de la grabación fallida. Conectó el cable y deslizó la pequeña cápsula del micrófono por la rendija de la puerta. La cápsula era pequeña, casi invisible, y se apoyó contra el suelo del pasillo exterior.

​Ella regresó a la mesa, donde la cámara de grabación de Fernando seguía encendida (él solo la había apagado, no la había desconectado). Había una última verdad que necesitaba grabar antes de que llegara el rescate, una que no era para Fernando.

​Alana se sentó, miró directamente a la lente y empezó a grabar, su voz firme y clara. Era un mensaje para Daniel.

Mientras Alana grababa su mensaje final en la oscuridad del depósito, el Depósito 3 de la Corporación Fuente se había convertido en el centro de una emergencia silenciosa.

​La Tía Helena Fuente no necesitaba esperar la orden de Zúñiga. El reporte de Ricardo sobre el uso de recursos corporativos para el rastreo ("Anexo C") y la noticia de la Orden de Restricción violada fueron el golpe de gracia. Para ella, el secuestro de Alana no era un crimen pasional; era un riesgo sistémico que amenazaba con exponer décadas de secretos corporativos.

​"El niño ha puesto en peligro el Voto y los activos de la familia," declaró Helena en una reunión de emergencia con el jefe de seguridad de la Corporación. "Su locura debe ser contenida. Ahora."

​Helena no llamó a la policía; eso habría llamado demasiado la atención. Envió a su propio equipo de "Investigación Interna"—hombres de seguridad vestidos de civil, con una orden clara: neutralizar a Fernando y asegurar que Alana saliera ilesa, pero silenciada. Su prioridad no era la justicia, sino el control de daños.

El Choque de Facciones

​El antiguo Depósito 3 era un laberinto de almacenes industriales abandonados cerca de la zona portuaria.

​El equipo de Helena llegó primero, sus vehículos negros y sin distintivos estacionados discretamente. Los hombres se dispersaron para rodear el almacén.

​Apenas dos minutos después, llegó un sedán. De él salieron Daniel y Ricardo.

​Ricardo, con su conocimiento íntimo de los procedimientos de la Corporación, había descifrado el código de Alana de inmediato: "Almacén de Herramientas" era el término interno para el Depósito 3, donde se guardaban los equipos de mantenimiento. Había usado sus contactos para confirmar que el GPS corporativo de Fernando había estado inactivo cerca de allí.

​"Los hombres de la tía están aquí," susurró Ricardo a Daniel, señalando las sombras. "Van a atraparlo, pero no van a ayudar a Alana. Su orden es silenciar."

​"Entonces tenemos que entrar primero," dijo Daniel, con una determinación feroz. "Si logramos que Fernando ataque a Alana o a mí frente a los hombres de la Corporación, no podrán silenciar la evidencia."

​Ricardo asintió. "Hay un conducto de ventilación en la pared trasera. Es el único acceso sin cerradura."

La Confrontación Múltiple

​Mientras Daniel y Ricardo se dirigían a la parte trasera del edificio, Fernando estaba a punto de llevar a cabo su plan. Había vuelto a la habitación de Alana, con la agenda en mano, planeando esperar a Daniel para humillarlo.

​"¡Alana! Tu novio va a llegar pronto. ¡Y vas a ver cómo lo destruyo!" gritó Fernando, abriendo la pesada puerta de acero.

​En ese momento, las luces del Depósito 3 se encendieron.

​"¡Quieto, Señor Fuente!"

​Fernando se giró. Vio a tres de los hombres de Helena, con el jefe de seguridad a la cabeza, acercándose con armas paralizantes.

​"¡Esto es una emergencia interna. Su padre ha ordenado que lo escoltemos a casa. Ha violado las condiciones de la familia!" dijo el jefe de seguridad.

​Fernando, acorralado, se descontroló por completo. "¡No! ¡Ella es mía! ¡Ella va a salvarme!"

​Fernando lanzó la Agenda Real contra el suelo, en un acto de rabia, y luego se abalanzó sobre el jefe de seguridad.

​En el mismo instante en que comenzó el forcejeo entre Fernando y el equipo de seguridad corporativa, Daniel y Ricardo irrumpieron por la puerta principal.

​Daniel corrió directamente hacia la habitación de Alana.

​"¡Alana!"

​Ella salió, su rostro tenso por el cautiverio, pero sus ojos llenos de alivio. "¡Daniel!"

​Detrás de ella, el jefe de seguridad de la Corporación, forcejeando con Fernando, vio a Daniel.

​"¡Usted! ¡Quieto! ¡Ambos están bajo custodia corporativa!" gritó el jefe de seguridad.

​Daniel, sin embargo, hizo una jugada maestra. Sacó su teléfono. "No. Yo soy el testigo. ¡Fernando atacó a su propia seguridad corporativa y violó la Orden de Restricción frente a ustedes! ¡Y esta grabación lo prueba todo!"

​Daniel señaló la mesa. Alana había dejado la cámara, lista para ser revisada.

​Fernando, derrotado y inmovilizado, miró a Alana y a Daniel. Había perdido la única batalla que quedaba: la de la verdad. La Corporación Fuente tuvo que elegir: proteger a Fernando o protegerse a sí misma.

​El jefe de seguridad, al ver la cámara y los testigos, tomó la decisión final: "Arresten al Señor Fuente. El resto queda en manos de la ley."

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Omis Mendoza
está muy buena La novela no demore mucho los capítulos quiero ver La cara del aristócratico sin celebró dé Fernando
Omis Mendoza
que maldito ojalá ella sea más inteligente y sé largue de ese infeliz y sé haga una mujer fuerte y empoderada
Omis Mendoza
era dé esperarse ésa situacion todo lo que brilla no es oro
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