Acron Griffindoh y Cory Freud eran vecinos y fueron compañeros de escuela hasta que un meteorito oscureció el cielo y destruyó su mundo. Obligados a reclutarse a las fuerzas sobrevivientes, fueron asignados a diferentes bases y, a pesar de ser de géneros opuestos, uno alfa y otro omega, entrenaron hasta convertirse en líderes: Acron, un Alfa despiadado, y Cory, un Omega inteligente y ágil.
Cuando sus caminos se cruzan nuevamente en un mundo devastado, lo que empieza como un enfrentamiento se convierte en una lucha por sobrevivir, donde ambos se salvan y, en el proceso, se enamoran. Entre el deber y el peligro, deberán decidir si su amor puede sobrevivir en un planeta que ya no tiene lugar para los sueños, sino que está lleno de escasez y muertes.
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En la mira.
Xion se quedó unos minutos más observando desde el cristal antes de girarse con una expresión oscura y marcharse. No podía negar que algo dentro de él se revolvía al ver a Acron y Cory juntos, esa conexión que compartían lo irritaba, pero también lo fascinaba.
Mientras caminaba de regreso a su oficina, el general no podía evitar reflexionar sobre su reacción. ¿Por qué le importaba tanto un joven Omega? ¿Era su instinto Alfa tratando de imponerse o había algo más? Apretó los puños con frustración. No podía permitir que esos pensamientos lo dominaran.
En la enfermeria, Acron acarició suavemente la mejilla de Cory mientras lo observaba con intensidad.
—Tienes que prometerme que te cuidarás —dijo Acron—. No importa lo que pase, Cory, yo encontraré la forma de estar contigo.
Cory asintió, pero su expresión era de preocupación.
—¿Qué vamos a hacer, Acron? Esto no es como en casa. Aquí las reglas son diferentes.
Acron inclinó la frente hasta apoyarla contra la de Cory.
—No te preocupes por las reglas. Ya rompimos una de las más grandes, ¿no? —intentó bromear, pero su voz reflejaba tensión—. Haré lo que sea necesario para protegerte.
De repente, la puerta de la enfermería se abrió, y Sigrid entró apresuradamente.
—¡Hermano! ¡Cory! —ella se acerca y abraza a su hermano Acron y a Cory que está a su lado.
—Hermana... te extrañé —Acron le devuelve el abrazo.
—Vine de inmediato cuando me dijeron que un alfa loco irrumpió en la enfermería para encontrarse con su Omega, me imaginé que se trataba de Cory y de ti.
—Tenia que verlo...
—Lo sé, Acron, pero tienes que irte ahora —susurró, mirando nerviosa hacia el pasillo—. Xion no permitirá que te quedes mucho tiempo aquí. Ya estás empujando los límites.
Acron apretó la mandíbula, pero sabía que su hermana tenía razón. Besó la frente de Cory con suavidad.
—Te amo —le dijo con seriedad—. Nunca lo olvides.
Cory lo observó irse, sintiendo un vacío en el pecho.
—No te preocupes Cory, pronto estaremos juntos, aguanta un poco más.
—¿Y mi madre?
—Está bien, ella está asignada a esta área, así que la verás seguido. Ya me tengo que ir.
—Gracias, Sigrid.
De regreso en su despacho, Xion revisaba los informes del sistema de seguridad que había fallado, permitiendo la entrada de la criatura que casi mata a Cory. Sus dedos tamborileaban sobre el escritorio mientras su mente regresaba a la escena en la enfermería.
—Esto se está saliendo de control —murmuró para sí mismo.
En ese momento, uno de sus asistentes entró con un informe en la mano.
—Señor, hemos identificado la causa del fallo en el sistema eléctrico. Fue una sobrecarga causada por una sobrecarga en el sistema, ya está corregido..
Xion alzó la vista, con su mirada endureciéndose.
—¿Sobrecarga? ¿Quién es el responsable?
—Aún no lo sabemos, el de turno se quedó dormido.
El general se puso de pie con brusquedad.
—Redoblen la seguridad en las entradas principales. Y asegúrense de que todos los Omegas estén bajo vigilancia constante. No podemos permitir otra brecha. Y quiero un técnico extra en el área.
El asistente asintió antes de salir apresuradamente, dejando a Xion solo con sus pensamientos.
Días después
Cory se había ganado el respeto de muchos en la base después de enfrentarse al monstruo, pero eso no significaba que estuviera completamente a salvo. Su embarazo comenzaba a causar pequeños cambios en su cuerpo, y aunque se mantenía en silencio al respecto, sabía que no podría ocultarlo por mucho tiempo.
Xion, por su parte, seguía vigilándolo de cerca. A menudo encontraba excusas para cruzarse con Cory, asegurándose de que no estuviera en aburrido. Pero su interés no pasó desapercibido.
Una tarde, mientras Cory trabajaba en la sala de tecnología, Sigrid se acercó a él con una sonrisa cómplice.
—Parece que tienes un admirador muy peculiar —dijo, señalando discretamente hacia Xion, quien estaba en la puerta observándolo. Lo que no sabe ese, es que pierde su tiempo.
Cory rodó los ojos.
—No quiero hablar de eso.
Sigrid rió suavemente.
—Bueno, será mejor que te acostumbres. Los Alfas como él no se rinden fácilmente. Y mejor lo ignoras, porque conociendo a mi hermano le sacará las entrañas antes de un minuto.
Cory ignoró el comentario y se concentró en su trabajo, pero no podía evitar sentir la mirada persistente del general sobre él.
Xion tenía un plan, y Cory lo sabía. La pregunta era: ¿qué estaba dispuesto a hacer para conseguir lo que quería?
El aire en la base de Cory es denso, pesado, como siempre. Las paredes de concreto gris, las luces frías y ese zumbido de la maquinaria que nunca para. A veces, se pregunta si va a volverse loco en este lugar. El entrenamiento cada vez le cuesta más. No por la fatiga física, sino por el peso en su vientre. Cada día, se siente más grande, más lento, más torpe. A veces hasta le cuesta concentrarse. La barriga no para de crecer, y eso lo hace sentirse raro. Como si su cuerpo estuviera haciéndolo todo más difícil. Ya tenía la información que en unas semanas más sería llevado a confinamiento hasta dar a luz a su bebé.
Pero no puede bajar la guardia. Acron, su Alfa, sigue allá, en su base, probablemente esperando que Cory no se quede atrás. Aunque la distancia entre ellos parece infinita, él sigue empujándose a sí mismo. Se obliga a no perder el ritmo. No puede. El trabajo en el simulador de combate es más complicado de lo que pensaba, así que lo asignan al área de sistemas y tecnologias.
Alli avanza a paso lento. No tiene otra opción. Todo lo que quiere es tener noticias de Acron, ver cómo está, saber si está bien, si lo sigue pensando. Pero no puede distraerse con eso.
A su alrededor, los demás soldados lo miran raro. Lo saben, claro. Saben que algo ha cambiado en él, aunque no dicen nada. Nadie quiere hablar del embarazo de Cory. No está permitido. El comandante Xion les dejó claro que este es un tema delicado, algo que nadie debería comentar. Y en cierto modo, lo entienden. Un Omega embarazado no es algo que deban ver como debilidad, pero tampoco como algo normal. Los demás siguen entrenando y compitiendo, pero Cory es… diferente, por eso su nueva asignación.
Dos semanas después, al final de la jornada, después de horas de estar pegado a una pantalla, Cory se retira a su cubículo, ese espacio pequeño, blanco y frío. Cuando se quita la camiseta y mira su vientre, no puede evitar tocárselo. Está creciendo, lo siente. El embarazo avanza, y con cada día que pasa, se siente más vulnerable. En ese momento, aparece un mensaje del comandante Xion en su reloj en su muñeca.
"Cory, prepárate para el aislamiento. Debido a tu condición, es mejor que no sigas en contacto directo con los demás. Nos vemos pronto. – Comandante Xion."
Cory se queda mirando la pantalla unos segundos, paralizado. Sabía que esto iba a pasar, pero no lo hacía más fácil. Estar aislado en este lugar no es una novedad, pero ahora tiene una excusa "oficial". Su embarazo. Es como si el comandante pensara que es demasiado frágil, que es mejor mantenerlo alejado de los demás. En algún punto, Cory lo entiende, pero eso no hace que lo acepte.
Mientras tanto, en la base de Acron, todo parece seguir en su ritmo imparable. Él está más enfocado que nunca, entrenando día tras día, con la meta clara: medallas. Ascender de rango. Llegar al nivel más alto para poder reunirse con Cory y su familia. Pero la verdad es que, aunque las medallas le importan, lo que realmente le come por dentro es la distancia. A pesar de ser el Alfa, a pesar de todo lo que ha conseguido, siente la necesidad de tener a Cory cerca. No le importa lo que tenga que hacer para estar con él, pero sabe que por ahora solo puede esperar.
Los días pasan y el entrenamiento sigue siendo brutal. Cada medalla que gana es un paso más cerca de poder reunirse con Cory, pero a veces se pregunta si eso será suficiente. ¿Qué tan lejos puede llegar un Alfa que no está con su Omega? Acron se esfuerza al máximo, pero su mente siempre se escapa, siempre vuelve a Cory, a su embarazo, a la incertidumbre de no saber cómo está.
Esa noche, mientras se prepara para una nueva ronda de ejercicios, recibe un mensaje en su reloj, del comandante de su base:
"Acron, vas muy bien. Sigue entrenando. Pronto irás a una nueva misión"
Las palabras le calan hondo. Lo sabe. La situación está fuera de su control. El comandante tiene razón, tiene que seguir adelante. Tiene que avanzar, pasar misiones, para poder reunirse con Cory, aunque ahora, más que nunca, se siente perdido sin su Omega.
Mientras tanto, en la base de Cory, los días siguen siendo monótonos, marcados por el dolor de no ver a Acron, de estar cada vez más aislado, mientras su vientre crece y crece. Las medallas no importan si no puede estar con él. Y, al mismo tiempo, Acron sigue entrenando sin saber si Cory lo está esperando con la misma ansiedad. Ninguno de los dos sabe cómo será el futuro. Lo único que tienen es la esperanza de que sus sacrificios los lleven a reunirse.