NovelToon NovelToon
Hombres De Negocios

Hombres De Negocios

Status: En proceso
Genre:Acción / Aventura / Venganza / Época / Mafia
Popularitas:1.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Alejandro Romero Robles

Marcelo Fanin llega a Estados Unidos en pleno principio de la década de 1920 tratando huir de un pasado muy oscuro en el bajo mundo italiano y tratando de encontrar paz. Pronto se verá envuelto por las circunstancias con gente muy peligrosa tratando de descubrir la verdad sobre la muerte de su padre teniendo que formar el grupo criminal más violento para poder sobrevivir.

NovelToon tiene autorización de Alejandro Romero Robles para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPÍTULO 5: EL ATRACO

La madrugada olía a humedad y gasolina vieja. Las luces mortecinas del estacionamiento industrial parpadeaban como si dudaran en mantenerse encendidas, proyectando sombras largas que se estiraban entre los autos oxidados. Marcelo observaba el cielo encapotado sin expresión. No había ansiedad en su respiración, ni nervios en los dedos que mecanizaban un encendedor apagado. Solo calma. Una calma tan fría que parecía ajena al hecho de que, en menos de una hora, él y sus hombres estarían asaltando el Banco del Estado Central, el más blindado de los cinco distritos.

—Estamos listos —informó Luca mientras revisaba por última vez las cargas huecas del fusil corto.

Vincent ajustaba los guantes tácticos con un leve temblor en los dedos. No de miedo, sino de adrenalina. Era un hombre nacido para la acción y Marcelo podía sentir la vibración eléctrica que emanaba de él.

—¿Y tú, Don? —preguntó Vincent con una sonrisa tensa—. ¿Seguro que quieres estar al frente esta vez?

Marcelo levantó la mirada. Sus ojos, antes cálidos y llenos de sarcasmo en la primera temporada de su vida criminal, ahora eran pozos insondables, oscuros y calculadores.

—Mi familia no se construirá desde un sillón —respondió con voz baja y precisa, como un cirujano anunciando un corte—. Te lo dije: todo lo que toque llevará mi sello.

Luca emitió una risa corta.

—Eso significa que esta noche no habrá piedad.

Marcelo no respondió. Se colocó el chaleco de Kevlar, revisó el cargador de su pistola moderadora, y extendió la mano hacia la camioneta.

—Suban. Es hora.

El motor rugió en silencio controlado mientras avanzaban hacia la avenida principal. Marcelo, sentado en el asiento del copiloto, veía pasar los edificios grises del distrito financiero con la mirada de un depredador estudiando su presa. Había pasado semanas planeando este golpe. Semanas midiendo los tiempos de los guardias, los cambios de turnos, la intensidad del tráfico, los puntos ciegos de las cámaras. Su mente había trabajado como un relojero paciente. Cada pieza encajaba. El dinero del Banco del Estado Central serviría para expandir, sin restricciones, el nuevo sindicato criminal que Marcelo pretendía construir. Un sindicato estructurado con precisión militar: rutas de tráfico, lavado financiero, protección armada, compraventa ilícita, apuestas clandestinas, todos los frentes que había preparado en silencio desde su transformación.

Y con ese dinero… todo sería posible. Luca interrumpió el silencio:

—Recuerda que Degeneras tiene hombres por la zona. Si huelen algo raro, se meterán. Ese viejo es como una rata envenenada: se acerca a cualquier olor a plata.

—Que se acerque —dijo Marcelo sin emoción—. Yo también muerdo.

Vincent soltó una carcajada nerviosa.

—Dios… ojalá no tengamos que cruzarnos con ellos. Ya suficiente con la policía. Por cierto, ¿estás seguro de que el Departamento Secreto Antimafia no ha captado nada?

Marcelo respondió sin giro dramatizado. Solo habló, con la frialdad del acero mojado:

—Si estuvieran al tanto… ya estaríamos muertos.

Y nadie se atrevió a preguntar más. A dos cuadras del banco, la camioneta redujo la velocidad. Era una calle tranquila a esas horas, pero no dormida. Los postes seguían iluminando con un blanco pálido los marcos de las oficinas, y alguna patrulla perdida cruzaba de vez en cuando buscando borrachos o ladrones de poca monta. Marcelo bajó del vehículo sin prisa. Su figura alta y su postura rígida imponían respeto. Caminó hacia la esquina y observó el banco: un rectángulo moderno, blindado, con cristales oscuros y dos guardias armados en la entrada. A sus lados, las farolas proyectaban sombras que parecían alargarse como dedos del edificio.

—Vincent —ordenó—. Da la señal.

El pistolero se alejó por el callejón lateral y accionó un pequeño artefacto que emitió un pulso electromagnético dirigido. Los exteriores quedaron oscuras durante dieciocho segundos exactos. Ese era el margen. Ese era el espacio entre el éxito y la muerte.

—Ahora —dijo Marcelo.

Luca se movió primero. Caminó hacia los guardias con paso relajado, fingiendo hablar por teléfono. A seis metros de ellos, cortó el gesto y se lanzó como un felino. La culata del fusil silencioso impactó en el cuello del primero, dejándolo inconsciente. Vincent apareció de inmediato, sujetando al segundo antes de que pudiera gritar, y lo durmió con una llave asfixiante. Marcelo no miró los cuerpos. Ya los había visto en su mente mil veces.

—Entramos.

El interior del banco olía a metal y a aire frío. Era un espacio amplio, silencioso, lleno de filas de escritorios y máquinas apagadas. Solo quedaban tres guardias y el supervisor nocturno. No hubo tiempo para que nadie pronunciara un nombre. Marcelo caminó como un fantasma. Su pistola silenciada habló cuatro veces. Cada disparo fue un punto exacto entre las cejas. Ni un grito. Ni una caída ruidosa. Solo cuerpos desplomándose con dignidad involuntaria. Luca silbó.

—Jefe… eres más frío que un ataúd.

Marcelo no respondió. No necesitaba elogios. Se acercó al supervisor, que sangraba en el suelo sin haber muerto aún, y lo tomó del cuello de la camisa.

—Código de seguridad —ordenó sin elevar la voz.

El hombre tembló, luchando entre hablar o perecer.

—Cinc… cinco… cinco-dos-ocho… Y—yel keycard… mi bolsillo…

Marcelo lo soltó. El cuerpo cayó con un sonido suave, casi cariñoso.

—Luca, abre la bóveda.

La bóveda era un monstruo circular de acero pulido. Marcelo se detuvo frente a ella como si contemplara un altar. El pitido del código ingresado resonó en la cámara silenciosa.

—Cinco segundos —anunció Luca.

—Tiempo suficiente —respondió Marcelo.

La puerta giró con un rugido mecánico y el interior se iluminó con una luz amarillenta que rebotaba sobre las paredes de metal. Filas enteras de estantes llenos de cajas fuertes y paquetes de billetes. Era más dinero del que muchos podían imaginar en una vida. Para Marcelo, era solo un comienzo. Vincent tomó dos mochilas reforzadas y empezó a cargarlas de fajos mientras Luca vigilaba la entrada. Marcelo caminaba entre el dinero sin tocar nada, como un general revisando un campo conquistado.

—Don —advirtió Luca—. Hay movimiento afuera.

Marcelo se detuvo. A través del cristal de la puerta interior vio sombras en la calle. No eran sombras que se movieran con la torpeza de la policía. Eran más tensas. Más silenciosas.

—Son hombres de Degeneras —dijo Vincent—. Joder… vinieron rápido.

Marcelo sonrió, pero sin humor.

—Era de esperarse. Prepárense.

La explosión del vidrio frontal retumbó como un trueno. Hombres con pasamontañas irrumpieron disparando. Luca respondió de inmediato, lanzándose detrás de una columna y soltando ráfagas precisas. Vincent rodó hacia el escritorio central y devolvió fuego. Las balas atravesaban los cristales, las paredes, los muebles. Marcelo caminó, no corrió. Avanzó hacia la entrada como si cada disparo fuera una nota musical que él ya conocía. Se cubrió solo cuando era necesario. Cada vez que asomaba la pistola, un enemigo caía. Uno tras otro, con disparos limpios a la cabeza o al corazón.

—¡¿Quién carajo está ahí dentro?! —gritó una voz desde afuera.

—Tu pesadilla —dijo Marcelo antes de disparar.

Los hombres de Degeneras retrocedieron. No esperaban resistencia de ese calibre. Mucho menos de un solo hombre. Pero no estaban solos. Al fondo de la calle, sirenas. No de patrullas comunes. Estas eran más agudas. Más rápidas. Más calculadas. Vincent palideció.

—Marcelo… no son policías normales…

—No —respondió él con una calma casi sobrenatural—. Es el Departamento Secreto Antimafia.

Y entonces lo vio. Una figura oscura entre las sombras. Un hombre con traje negro, corbata oscura y rostro cubierto parcialmente. Sus movimientos eran precisos, demasiado precisos para un oficial común. Tenía un arma larga con silenciador. Observaba. Analizaba. No disparaba. Como si estuviera evaluando. Marcelo sintió algo que no sentía desde su juventud: un cosquilleo en la nuca. Era peligro. El peligro verdadero. El que podía destruir familias enteras.

—Tenemos que salir —ordenó de inmediato.

Luca corrió hacia el vehículo. Vincent tomó las mochilas llenas de dinero. Marcelo dio una última mirada al hombre del Departamento Antimafia, quien seguía inmóvil… como si supiera que Marcelo era el líder. Como si lo hubiera estado esperando. La camioneta arrancó a toda velocidad mientras las balas rebotaban en la carrocería. Luca manejaba como un demonio, zigzagueando entre autos y saltando bordillos. Vincent aseguraba las mochilas como si fueran bebés recién nacidos. Marcelo observó por la ventana trasera. Los hombres de Degeneras no perseguían. Pero el hombre del Departamento Antimafia sí. A pie. Corriendo. Rápido.

Demasiado rápido. Marcelo exhaló profundamente.

—Ese no es un enemigo común…

—¿Quién es? —preguntó Jay.

—Alguien que vendrá por mí —dijo Marcelo con certeza absoluta—. Pero no hoy.

El vehículo giró hacia un túnel subterráneo que conectaba con un estacionamiento abandonado del distrito viejo. Allí cambiaron de vehículo en menos de un minuto. Quince hombres de la familia ya los esperaban.

—Jefe —dijo Tedy Simons, el nuevo contador, acercándose con expresión nerviosa—. ¿Todo salió según lo planeado?

Marcelo lo observó. Le caía bien. Su lealtad ya estaba comprobada.

—Tenemos el dinero —le respondió Marcelo—. Ahora empieza el verdadero trabajo.

Tedy respiró con alivio.

—Eso significa… ¿que el sindicato está completo?

Marcelo abrió una de las mochilas, tomó un fajo de cien mil y lo lanzó a los pies de su contador.

—Desde hoy —dijo él con la voz de un nuevo rey coronándose a sí mismo—, la Familia Fanin deja de ser un recuerdo. Somos un imperio.

Las siguientes horas fueron una danza calculada. Con cada saco de dinero, Tedy Simons abría nuevas rutas financieras. Lavado a través de tres empresas. Inversión encubierta en dos constructoras falsas. Apertura de prostíbulos con fachada de clubes nocturnos. Pago de sobornos específicos a jueces “flexibles”. Alianzas con pequeños grupos criminales regionales que buscaban protección. En cuestión de dias, el dinero del atraco ya estaba girando. Ya tenía dueños. Ya estaba multiplicándose. Marcelo observaba todo desde una mesa oscura mientras hablaba por teléfono con sus hombres de confianza.

—La ruta del puerto quedará bajo mi control. El tráfico de cualquier producto también. Quiero a todos los corredores bajo nuestro mando. Y si alguno no acepta…

—¿Quieres que los eliminemos? —preguntó Luca del otro lado.

Marcelo cerró los ojos.

—No. Ustedes no. Iré yo.

Al amanecer, la primera luz tocó la ventana de la guarida temporal. Marcelo estaba sentado solo, mirando la ciudad que empezaba a despertar. Una ciudad que, sin saberlo aún, pertenecía más a él que nunca. El niño de Marcelo apareció por la puerta, medio dormido, sosteniendo un peluche.

—¿Papá…? —murmuró.

Marcelo giró por fin. Su expresión cambió. Una calidez real, pura, lo atravesó. Se inclinó y levantó al niño en brazos.

—Aquí estoy, hijo —dijo con voz suave—. Siempre contigo.

El contraste era abrumador: el asesino frío, el arquitecto de un imperio criminal… y el padre capaz de derretirse ante los ojos soñolientos de su hijo.

El niño apoyó la cabeza en su hombro.

—¿Trabajaste mucho?

Marcelo acarició su cabello.

—Sí. Pero lo hice por ti.

El amanecer parecía aprobarlo. Y en algún punto, lejos, oculto entre edificios, un agente del Departamento Secreto Antimafia observaba con un telescopio, murmurando:

—Marcelo Fanin… ya te encontré.

1
Gertrudis Abreu Robles
☕✨🔥❤️💪🤗 me gusta obra aunque el autor debería revisar bien a la hora de publicar pero son errores pequeños que con el tiempo mejorará, así que ánimo y sigue escribiendo!!!!💪💪💪
Li Alex
Ostia, como comentan, me encanta la interactividad.👏
Ailisec Riana
mmmmm será que papaíto no está muerto sino de parranda/Blush//Sly//Sly/.

me encanta el misterio /Applaud//Applaud/
Ailisec Riana
ayaya ese padre es la clave de lo que es..después de su muerte tiene muchos clavos que sacar
Ailisec Riana
Marcelo .querido calma..hay que pensar la cosas con la cabeza fría y sensatez
Ailisec Riana
mmm no me lo creo...para mí era un plan armado por gente mafiosas que quería su cabeza..pueda que le hayan cortados los cables del frenos y suuuuuaaa/Determined//Determined/ accidente sin.sospechas /Grievance//Grievance//Grievance//Coffee//Coffee/
Ailisec Riana
salutte también para ti Uomo/Chuckle//Chuckle//Chuckle/
Ailisec Riana
esoooo.... comadres de viajes /Proud//Proud//Proud/🐯
Ailisec Riana
ay caray .. esto es interesante ...al papito lo mataron. y quiiere venganza ...esto va a traer giros inesperados más adelantes
Ailisec Riana
mmmm un italiano /Chuckle//Chuckle//Chuckle/ interesante...
Li Alex
Entendiste bien el c...🤭
꧁»@//ClAN//«꧂
me imaginé la escena apezar de tener a mi hermano menor molestando para que le preste mi teléfono, es un buen trabajo.
꧁»@//ClAN//«꧂
😰😰que le está comiendo que ...
꧁»@//ClAN//«꧂
Luca tiene razón , ¿Qué estabas pensando Marcelo? /Curse/
Li Alex
por qué comentas cada línea de los que lees? /Sweat/
Li Alex: Ostia perdón no eta mi intención que creyeras que te estoy hablando malo. Créeme que lo dije en bien, mi amor, mi corazón, mi comadre.
total 6 replies
꧁»@//ClAN//«꧂
/Slight//Slight/ pero Marcelo...
꧁»@//ClAN//«꧂
sí, bien accidente /Smug//Smug/ como no.
Li Alex
Es un tipo común pero tiene la sangre más fría que el hielo.
꧁»@//ClAN//«꧂
Me acabo de imaginar a Marcelo 🤭🤭 uff!!
Sayker FF
Vaya, esas imágenes que proyectan el pasado del criminalismo ✨ exelente ✨
Li Alex: Me alegra que te hayan gustado las imágenes con ellas puedes hacerte una idea de lo que vaya pasando en la historia
total 1 replies
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play