Después de una tarde de amor pasión Hannah desaparece de la vida de Sebastián, dejándolo sumido en la más cruel desesperación. Pero él no escatimará en gastos, ni en esfuerzos para traerla de regreso a su vida. ¿La traerá para amarla o para hacerle pagar todo su dolor?
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CAPÍTULO 14
Pero Hans estaba decidido avanzar en su relación. Él quería formalizar su compromiso con su mujer y dejar atrás esa imagen de amigovios que le habían mostrado al mundo.
Y aunque Victoria seguía renuente a dar el siguiente paso. Hans comenzaba a sentirse frustrado.
Pero todos los viernes, él organizaba una cena romántica y estudiaba la oportunidad de darle el anillo que tenía guardado en su bolsillo desde hace varios meses, pero Victoria evadía todas sus indirectas al respecto y él terminaba resignándose a pasar una noche de pasión y nada más.
Hans regresaba el lunes a su oficina con la misma expresión de derrota de todas las semanas.
Pero este lunes sería diferente. Este día el destino le tenía preparada una hermosa sorpresa.
Hans llegó a su piso y al salir del ascensor, se encontró con la expresión de desconcierto de su secretaria.
—Doctor Fischer. Tiene una visita. Hay una señora que lo espera.
Hans miró fijamente a su secretaria, intentando leer alguna señal del porqué la sentía nerviosa.
—Está bien y ¿la señora, tiene cita?
—No creo que tu prometida necesite una cita, ¿o sí? —le dijo la hermosa mujer, mientras acariciaba su abultado vientre de seis meses de embarazo.
Hans no pudo evitar sonreír y caminar rápidamente hacia ella para abrazarla y besarla.
—Por supuesto que no. Y más si traes a mi bebé. —le dijo Hans al agacharse y besar el vientre de la mujer frente a él.
La secretaria se quedó petrificada al ver a Victoria salir del ascensor y presenciar esa incómoda escena.
—Buenas tardes. ¿Interrumpo algo? —le preguntó Victoria con su mirada fija en Hans.
Pero él no se inmutó ante su presencia. Solo beso la frente de la mujer y la tomó por la mano. Para después pararse frente a Victoria y mostrarle una sonrisa seductora.
—Que bueno que llegaste, amiga. ¿Puedes cubrirme por dos horas, mientras llevo a Mónik a comer algo?
Victoria al escuchar llamarla "amiga" sintió un hueco abrirse bajo sus pies y dejarla caer a un abismo. Esta era su manera clara de hacerle entender que no tenía derechos a reclamarle nada. Pero el vacío en su estómago, su corazón sangrando y su falta de aire al intentar respirar, la incitaban a pelear por su hombre, a no dejar que se vaya con otra.
Otra mujer que representa su sueño más anhelado hecho realidad. La mujer está embarazada y Hans había expresado innumerables veces su deseo de ser padre.
Victoria se quedó paralizada, después de estar luchando internamente con su razón y su instinto. Ella reaccionó solo para darse cuenta de que su hombre estaba entrando al ascensor con esa mujer y que ella no podía impedirlo.
Al cerrarse las puertas del ascensor, sus dos ocupantes soltaron la risa.
—Ojalá reaccione rápido tu mujer, porque esta barriga falsa es muy incómoda de usar. —le dijo la mujer, golpeando levemente su bulto falso.
Mientras que Hans reía sin parar.
—Créeme que esa niña caprichosa está que arde. Sé que lo que me espera, no es fácil y a ti tampoco si te descubre. Pero ella tiene que reaccionar. Yo la amo y quiero todo con ella, no quiero seguir jugando al adolescente enamorado.
Por su parte, la secretaria se escondió en el baño, para cuando Victoria reaccionó se encontraba sola en el lugar.
Ella limpió sus lágrimas antes de que salieran y caminó hasta su oficina. Ahí se encerró y comenzó a caminar en círculos. Miles de preguntas azotaban su cabeza. Pero la que más la agobiaba era si Hans. ¿Si su Hans era el padre de ese bebé?
Victoria tomó su celular, para llamarlo, y ahí vio una foto de ellos juntos, y una lágrima rodó por su mejilla.
—Tú eres mío, solo mío. Nadie va a separarte de mi lado. Tú eres mi hombre, mi marido, mi futuro esposo, el padre de mis hijos.
Victoria se limpió las lágrimas, tomó su cartera y salió de la oficina a paso seguro.
Ella entró al ascensor y salió del edificio y subió a su auto para ir a su Penthouse y llorar desconsoladamente, sin perder el poquito de dignidad que le quedaba. Todos en la fundación hablaban de la hermosa pareja que hacía Hans y la estúpida mujer y eso la había afectado más de lo que ella quería aceptar.
Ese día Victoria no tuvo noticias de Hans en el resto del día, ni de la noche.
Ella después de llorar por mucho tiempo se quedó dormida, Pero al día siguiente se levantó, se dio una larga ducha y se vistió más bella y hermosa que nunca. Era el momento de recuperar a su hombre.
Victoria al llegar al estacionamiento se encontró con Hans, que también venía llegando.
Su corazón saltó de emoción, pero ella lo disimuló. Entonces, ella le sonrió.
—"Amigo" ahora es mi turno. Yo no voy a salir con un hombre embarazado, pero voy a salir con uno que puede embarazarme. Ja, ja, ja. —le dijo Victoria y soltó una sonora carcajada.
Hans frunció el ceño al digerir las palabras de la atrevida mujer y caminó detrás de ella. Tomándola por el brazo y haciéndola girar hacia él, para estrecharla entre sus brazos.
—No hace falta que vayas tan lejos. Yo mismo, soy capaz de hacerte un par de bebés, bellos y hermosos como su madre.
Victoria negó con la cabeza y Hans la tomó por ambas mejillas para besarla, delante de todos.
—Ya tú tienes a tu bebé. Yo quiero que mi hijo sea el primogénito de su papá, que sea la luz de su vida.
—Yo no tengo ningún bebé, solo los que te haré a ti, cuando aceptes ser mi esposa.
—¡Acepto! —le respondió Victoria y Hans le sonrió antes de sacar el anillo de su bolsillo y colocarlo en su dedo.
—Tú eres única Victoria, rechazaste todas mis propuestas románticas de matrimonio, para aceptar aquí en el medio del estacionamiento. De verdad que eres una mujer fuera de serie.