Amaris creció en la ciudad capital del magnífico reino de Wikos. Como mujer loba, fue entrenada para proteger su reino por sobre todas las cosas ya que su existencia era protegida por la corona
Pero su fuerza flanquea cuando conoce a Griffin, aquel que la Luna le destino. Su mate que es... un cazanova, para decirlo de esa manera
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El Lazo Oculto
El día después de la batalla trajo consigo una calma inquietante. Las murallas de Amanecer seguían en pie, pero los ecos de la lucha aún resonaban en los corazones de quienes habían combatido. Los cuerpos de los rebeldes caídos habían sido quemados, y los defensores, aunque agotados, se mantenían alerta, conscientes de que la amenaza aún no había desaparecido por completo. La ciudad había resistido, pero tanto Griffin como Amaris sabían que esto era solo el principio de una guerra mucho más grande.
Griffin había pasado las primeras horas del día ayudando a organizar los refuerzos y las patrullas en las murallas, manteniendo su mente ocupada. Sabía que el enemigo podría volver en cualquier momento, y la idea de bajar la guardia ni siquiera se le cruzaba por la cabeza. Sin embargo, el peso de la responsabilidad y las heridas no eran lo único que lo inquietaba. Su conexión con Amaris, esa cazadora que parecía comprenderlo más de lo que cualquier otro jamás lo había hecho, seguía llenando sus pensamientos.
Amaris, por su parte, había pasado la noche con su manada, recuperando fuerzas y asegurándose de que ninguno de sus compañeros hubiera revelado su verdadera naturaleza durante la batalla. Mantener el secreto había sido más difícil de lo que imaginaba, pero lo habían logrado. Aun así, la tensión de esa batalla, combinada con el hecho de que no le había revelado a Griffin que él era su mate, pesaba sobre ella más de lo que quería admitir.
Esa tarde, mientras el sol descendía en el cielo, ambos se reunieron en la plaza principal de Amanecer, donde el señor feudal había organizado una pequeña celebración para agradecer a los defensores de la ciudad. La atmósfera era ligera, con música y comida compartida entre los soldados y los ciudadanos, pero Amaris no podía evitar sentir una punzada de incomodidad.
De pie a un lado, observaba a Griffin desde la distancia. Él, como siempre, atraía la atención de todos los presentes, especialmente de las mujeres del pueblo. Varias de ellas se acercaban a él con sonrisas coquetas, sus miradas llenas de admiración y curiosidad. Aunque Griffin siempre respondía con cortesía y sin demasiado interés, el simple hecho de verlo rodeado de esas mujeres hizo que un nudo de celos se formara en el pecho de Amaris.
Sabía que no tenía derecho a sentirse así. Aún no le había revelado a Griffin que eran mates, y hasta donde él sabía, ella no era más que una compañera en batalla. Pero el lazo que los unía era tan fuerte que, por mucho que intentara ignorarlo, cada interacción que veía entre él y otra mujer le provocaba una punzada de dolor.
Se forzó a mantenerse calmada. Los celos no eran algo que pudiera permitirse en este momento. Tenía que seguir siendo la líder fuerte que su manada necesitaba, y no podía permitirse caer en la trampa de sus emociones.
—Amaris, ¿todo bien? —La voz profunda de Jerko la sacó de sus pensamientos.
Ella giró la cabeza hacia su líder, quien la observaba con una expresión de preocupación.
—Sí —respondió con rapidez, intentando sonar despreocupada—. Solo estoy… reflexionando sobre todo lo que sucedió.
Jerko la estudió por un momento más antes de asentir, aunque en su mirada había una chispa de comprensión.
—Sabes que no puedes ocultar lo que sientes de la manada, ¿verdad? —dijo en voz baja, lo suficientemente bajo para que solo ella lo escuchara—. No te juzgamos, pero debes tener cuidado. Los celos no son algo fácil de controlar cuando el lazo está presente.
Amaris apretó los labios y apartó la mirada, sintiéndose expuesta. Sabía que Jerko tenía razón. El vínculo de mate era poderoso, y aunque ella había sido entrenada para controlar sus emociones, no era inmune a los efectos que tenía ver a Griffin rodeado de otras mujeres.
—Lo sé —admitió finalmente, su voz apenas un susurro—. Pero aún no puedo decirle. No hasta que esté lista.
Jerko asintió en silencio, apoyando una mano en su hombro en señal de comprensión antes de alejarse, dándole su espacio. Amaris lo observó marcharse y luego volvió su atención a Griffin.
En ese momento, una joven se acercó a él, una de las doncellas del castillo, con una sonrisa tímida en el rostro. Le ofreció una copa de vino y una risa nerviosa escapó de sus labios mientras hablaba con él. Griffin aceptó el gesto con su habitual cortesía, pero no pasó desapercibido para Amaris cómo la joven parecía buscar cualquier excusa para estar cerca de él.
El nudo en el pecho de Amaris se apretó aún más. Sabía que debía controlar sus emociones, pero el lobo dentro de ella gruñía en protesta, reclamando lo que le pertenecía.
No podía seguir así.
Tomando una decisión, Amaris se acercó a Griffin, quien levantó la vista al verla acercarse. La doncella, al notar la presencia de Amaris, retrocedió tímidamente, consciente de la intensidad en los ojos de la cazadora.
—Amaris —dijo Griffin, con una leve sonrisa—. ¿Estás bien?
Ella asintió, intentando mantener su expresión neutral, aunque el remolino de emociones que sentía en su interior era difícil de ocultar. Necesitaba alejarse de ese lugar, necesitaba hablar con él sin la distracción de la multitud a su alrededor.
—Necesito hablar contigo —dijo finalmente, su tono más serio de lo que pretendía—. En privado.
Griffin la observó por un momento, leyendo la tensión en su rostro, antes de asentir. No era del tipo que ignoraba las señales, y podía ver que algo más estaba sucediendo en los ojos de Amaris. Sin decir una palabra, comenzó a caminar junto a ella, alejándose de la multitud.
Los dos se dirigieron a un pequeño callejón apartado del bullicio de la celebración. Amaris se detuvo en cuanto estuvieron lo suficientemente lejos de los oídos curiosos y se cruzó de brazos, mirando al suelo por un momento, intentando encontrar las palabras correctas.
Griffin esperó pacientemente, sabiendo que lo que sea que tuviera que decirle era importante.
—Sé que… hemos pasado por mucho en estos últimos días —comenzó Amaris, su voz baja y tensa—. Y sé que no te he contado todo sobre mí. Pero… hay algo más que necesitas saber, y es más complicado de lo que parece.
Griffin frunció el ceño, dándose cuenta de que lo que Amaris estaba a punto de decirle iba más allá de los secretos que ya conocía sobre ella.
—¿Qué sucede? —preguntó, su tono suave pero lleno de preocupación.
Amaris apretó los labios, luchando con las palabras. Quería decirle la verdad, quería confesarle que él era su mate, que desde el momento en que lo vio, había sentido el tirón ancestral que la vinculaba a él. Pero ese miedo persistente, el temor a lo que Griffin pudiera pensar o sentir al respecto, la detenía.
Antes de que pudiera responder, un ruido repentino los interrumpió. Un grupo de soldados pasó corriendo por la calle principal, gritando algo sobre movimientos sospechosos fuera de la ciudad.
Amaris y Griffin intercambiaron una mirada rápida, sabiendo que la conversación tendría que esperar. Ambos estaban entrenados para actuar primero y resolver sus emociones después.
—Parece que tendremos que continuar esta charla más tarde —dijo Griffin, con una ligera sonrisa que no alcanzaba sus ojos.
Amaris asintió, dejando que el momento se desvaneciera, aunque el peso de lo no dicho permanecía entre ellos. Sabía que tendría que enfrentar ese tema tarde o temprano, pero por ahora, las amenazas externas seguían tomando prioridad.
—Vamos —dijo finalmente, mientras ambos se dirigían hacia las murallas para enfrentar la nueva amenaza.
A pesar de la urgencia del momento, Amaris no pudo evitar que su corazón se apretara al ver cómo otra oportunidad de confesar la verdad se escapaba de sus manos. Sabía que no podía seguir postergando la revelación para siempre, pero por ahora, la guerra y sus responsabilidades continuaban interponiéndose entre ellos.
Y aunque se mantenía calmada en el exterior, el lobo dentro de ella rugía en silencio, reclamando lo que era suyo.