A veces, la vida nos juega una mala pasada. Nos hace probar el dulce néctar del amor, para luego arrebatárnoslo como si fuera una burla. Ésta historia le pertenece a ellos, aquéllas dos almas condenadas a amarse eternamente, Ace e Isabella.
—¿Seguirás amándome en la mañana?.
—Toda la vida, mi amor...
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Capítulo 17
...Ace....
Siempre he querido ser padre.
En especial, si es una niña.
Cuándo supe que mí bebé era una niña, me volví loco.
Mí preciosa Amelia va a ser la niña más hermosa del mundo.
Voy a cuidarla aunque me cueste la vida.
Si alguien lastima a mí hija, lo mataré.
Si algún niño le rompe el corazón, yo le romperé los dientes al maldito.
Si algún idiota hace llorar a mí princesa, los haré terminar en el hospital.
Amo a mí hija y, mí hija me ama aún más.
Cada vez que escucha mí voz, se mueve demasiado en el vientre de su madre.
Tanto es así, que me veo en la obligación de leerle cuentos todas las noches antes de irme a dormir.
Le canto canciones de cuna que nunca creí que iba a saber
Cada vez que llego del trabajo, me acerco a mí mujer y de inmediato comienzo a hablarle a mí hija.
Le cuento sobre mí día, las cosas que vi, lo que comí, hasta lo que bebí.
Es muy probable que a mí pequeña no le interese mis anécdotas aburridas.
Pero, aún así quiero compartirle mí día.
Tanto a ella, como a su mamá.
Ella dos son mí mundo.
Mí reina y mí princesa.
Mías para siempre.
Isabella.
Actualmente llevo siete meses de embarazo.
Es algo incómodo, molesto y muy, muy pesado.
Por suerte, Ace ha estado a mí lado, encargándose de que me sienta cómoda.
Hace que todo sea mucho más sencillo para mí.
Désde que supimos que el bebé es una niña, Ace ha estado desperdiciando dinero en muñecas, muchos vestidos, peluches, etc.
Algo me dice que Amelia va a ser una malcriada.
Pero, no puedo, ni quiero quejarme.
Mí Ace es muy buen hombre.
Es nuestro soporte familiar. Tanto económicamente como sentimentalmente.
Es buen padre incluso si aún nuestra hija no ha nacido.
Y, me consta que es un buen marido, incluso si en ésta línea temporal no estamos casados.
Nuestra hija nacerá pronto.
Más precisamente en el mes de octubre.
Estoy muy nerviosa, sólo faltan dos meses para que mí hija esté en mis brazos.
Ace también está nervioso, aún que no lo diga.
No voy a matentirles, en la primera línea temporal fui muy feliz.
Siendo solo Ace y yo, fuimos muy felices.
Pero ahora, siendo Ace, Amelia y yo... Me siento completa.
Creo que por eso el reloj del tiempo me eligió.
Para poder estar con mí esposo y tener la familia que siempre quisimos y nunca pudimos tener.
Désde que conozco a Ace he soñado tener una familia a su lado.
Anhelaba inmensamente hijos en la primera línea del tiempo pero, nunca pudimos concebirlos.
Luego Ace murió y, ahora estoy aquí.
De vuelta en el pasado, cumpliendo mí más grande sueño.
Mí sueño de tener hijos con Ace.
Siempre tengo el mismo sueño, un sueño dónde estamos Ace, nuestro bebé y yo, en un bonito jardín.
Ese es el sueño que llenaba mí mente en las noches y alimentaba mí corazón con esperanzas.
Y hoy, sé que ese sueño va a volverse realidad.
Ace, Amelia y yo.
La familia que siempre quise, la familia que siempre voy a proteger.
Eso es lo que pensaba.
Recuerdo que esa noche, estaba en casa viendo televisión mientras comía un sándwich.
Era al rededor de las seis de la tarde.
Ace llegaría pronto.
Y, como si Amelia supiera el horario de su padre, comenzó a inquietarse.
Siempre hacia eso, sólo se calmaba cuando Ace llegaba a casa.
Pero, las horas pasaban y Ace no llegaba.
Comencé a llamar a su teléfono pero, no obtuve respuesta.
Mí corazón comenzó a latir muy rápido.
Traté de convencerme de que todo estaba bien y que sólo se retrasó en el trabajo.
Se hizo las ocho de la noche y Ace aún no llegaba.
Comencé a llamar a sus padres pero, desconocían su paradero.
Mí preocupación aumentó cuándo llamé a su trabajo y dijeron que se había ido hace horas.
Fue entonces cuando el timbre sonó.
No quería abrir, tenía mucho miedo de quién estuviera ahí afuera.
Toda ésta situación me recordó a la primera línea temporal pero, intenté convencerme de que todo era una simple coincidencia.
Respiré hondo y abrí la puerta.
Allí estaba una mujer rubia de ojos azules, era Angélica, la ex novia de Ace.
Ella estaba llorando, y mí corazón se encogió al pensar lo peor.
—¿Qué...? ¿Qué haces aquí, Angélica? –Intenté mantener la calma, pero mí voz delató la lucha interna que estaba sintiendo en ese mismo instante–.
—Isabella, tienes que venir conmigo al hospital. –Declaró, temblorosa–. Es Ace... Tuvo un accidente.