En contra de su voluntad, Sara, una joven dulce, amable y ciega, al ayudar a su hermana Lize a escapar del matrimonio, se ve obligada a reemplazar a la novia y termina casándose con Adam, un multimillonario considerado por todos como un hombre atractivo, pero también extremadamente frío y cruel.
Lo que comenzó como una unión por conveniencia pronto se revela como un inmersión inesperada en emociones profundas y desconocidas.
En este matrimonio inesperado, los opuestos se enfrentan a desafíos imprevistos y secretos reveladores. Entre el hielo de la obligación y la llama de la esperanza, surge la incertidumbre: ¿podrá el amor nacer entre dos personas tan diferentes?
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Capítulo 4
Adam: Miro seriamente a Sara, su mirada perdida, a Mileide saliendo prácticamente corriendo de la iglesia arrastrando a la empleada.
¿Qué mierda estás hablando?
Sara: Estamos en la casa de Dios, Adam.
Adam: Pierdo toda mi paciencia.
Sara: Sigo parada y escucho a Adam caminar con pasos firmes, parece bufar de odio.
Adam: Sujeto con una mano el rostro de Sara sin gentileza alguna, ella ni siquiera cambia la expresión.
¿Crees que estás segura por estar en una iglesia? Que sepas que tu infierno, empieza hoy.
Sara: No te tengo miedo Adam, solo estoy de cambio de un infierno a otro.
Adam: ¡Pues, deberías tenerlo Sara!
Suelto el rostro de Sara y sujeto su pulso con fuerza para salir de la iglesia. Mileide realmente estaba corriendo, no hay ni rastro de ella aquí fuera.
Sara: Soy lanzada al coche con brutalidad. Me acomodo y busco el cinturón de seguridad, me lo pongo y cierro los ojos un poco con la esperanza de tener algunos minutos de paz.
Adam: Seguimos hacia el salón de fiestas de la propiedad, observo el pulso y el mentón de Sara rojos. Mal sabe ella que no voy a descansar hasta que acabe con ella.
Tendrás que actuar como mi esposa Sara, recuerda que estaremos delante de mi padre, de mis mayores inversores y del consejo de mi empresa.
Sara: Está bien.
Adam: Sara sigue con los ojos cerrados.
¡Espero que hayas entendido, de lo contrario acabo con la empresa y con la vida de tu padre!
Sara: Te dije que está bien Adam. ¿Nunca has oído hablar del dicho "estás en el infierno, abraza al diablo"? Pues bien, así lo haré.
Después de unos minutos el coche se detiene y Adam me ayuda a bajar, imagino que hay gente mirando, por la gentileza con la que me trata. Empieza a presentarme a algunas personas en el camino sujetándome firme por la cintura, siento mucho dolor en el lado donde me golpeé la costilla y disimulo lo máximo que puedo.
Adam: ¡Mejora la puta cara Sara!
Sara: Me estás lastimando Adam, así es difícil.
Adam suelta un poco el brazo alrededor de mi cintura y consigo hasta respirar mejor.
¡Gracias!
Adam: Mi padre está viniendo en nuestra dirección, su nombre es Marcos y mi madre se llama Lara.
Padre, por fin vas a conocer a Sara.
Marcos: Sara, un placer conocerte.
Extiendo la mano a Sara, que sigue inmóvil.
Sara: Amor, ¿podrías ayudarme? Me gustaría saludar a tu padre.
Marcos: No entiendo.
Adam: Qué cabeza la mía, padre, Sara es ciega.
Sara extiende la mano y mi padre la saluda.
Marcos: Sara, mi querida, ha sido un placer conocerte.
Adam, ¿puedes acompañarme un instante?
Adam: Mañana hablamos padre, no voy a dejar a mi esposa sola en nuestra fiesta de boda.
Marcos: ¿De dónde se conocen?
Sara: Adam conoce a mi madrastra. Mileide nos presentó.
Marcos: ¿Mileide, viuda de Joseph?
Sara: Ella misma.
Marcos: Joseph era un gran amigo. Tu padre parece ser un buen hombre Sara.
Sara: Él es el mejor.
(Lara, 46 años. Madre de Adam)
Lara: ¡Hijo! Madre mía, qué tesoro mi nuera, eres hermosa.
Sara: Me sorprende un abrazo cálido.
Marcos: Mi amor, Sara, la esposa de nuestro hijo es ciega, debió asustarla.
Lara: Madre mía, perdón mi nuera.
Sara: No se disculpe, está todo bien.
Lara: Disculpa que pregunte, ¿pero no ve nada?
Sara: No, perdí el cien por ciento de la visión a los diecisiete años.
Lara: Lo siento mucho mi linda.
Sara: Está todo bien. Si no les importa, mis pies me están matando, ¿podríamos sentarnos un poco?
Lara: Claro, vamos a saludar a algunas personas y luego nos juntamos a ustedes.
Adam sale con Sara y trato de disimular mi preocupación. Él no es paciente o incluso amoroso, fue un niño mimado e incluso siendo amado, fallamos compensando la ausencia por el trabajo dándole todo lo que él quería en el momento en que él quería. Conozco a mi hijo y no es difícil saber que esta chica va a sufrir en sus manos.
Marcos: ¿Qué te está preocupando mi amor?
Lara: Esta chica va a sufrir mi amor.
Marcos: Tal vez ella sea la redención de Adam.
Lara: ¿A qué costo?
Adam: Nos sentamos y varias personas nos saludan, veo a Carlos entrar furioso con Mileide. Me levanto y hago un brindis por él en el intento de evitar que haga una escena.
Quisiera un minuto de la atención de todos, mi querido suegro acaba de entrar con su esposa en el salón y quisiera aprovechar para anunciar la reciente fusión de nuestras empresas. Como algunos ya deben haber notado, Sara es ciega, escondimos nuestra relación, pues no queríamos la atención de los medios mientras nos estábamos conociendo. Me enamoré de ella y aquí estamos casados y felices, gracias a todos por haber venido aunque todo fue decidido tan repentinamente.
Carlos: Me acerco a Adam y hablo solo para que él oiga.
Se acabó el acuerdo Adam, mi hija vuelve conmigo y puedes quedarte con la empresa, no me importa.
Adam: Desafortunadamente suegro, las cosas no funcionan así. Estamos casados ahora.
Sara: ¡Papá, voy a estar bien!
Mileide: Amor, ella está bien, no necesitamos hacer una escena aquí.
Carlos: Sara...
Sara: Fue una decisión mía papá, dentro de un año todo acaba. Usted me enseñó que debemos tener palabra, yo di la mía.
Mi padre me abraza y aguanto lo máximo que puedo las lágrimas. Conversamos un poco y lo calmo.
Carlos: Me quedo cerca de Sara, estoy con el corazón destrozado. Aún no encontramos a Lize y apenas respiro con la idea de que Sara se haya casado para salvar las empresas.
Adam: Sabes que vas a pagar caro por esto, ¿no es así Mileide?
Mileide: Creo que aún vas a agradecerme por haber hecho todo esto.
Adam ni siquiera me responde, pero por su mirada fría, siento que estoy con problemas.
Adam: Necesitamos bailar para abrir la pista de baile.
Sara: No sé bailar Adam, tendrás que guiarme por la pista de baile.
Adam: ¡Una novia ciega e inútil! ¡Óptimo!
Sara: Llamarme ciega e inútil no me ofende.
Adam: Camino en dirección a la pista de baile con Sara. Sujeto su cintura con la fuerza que quería estar sujetando su cuello, ella gime ahogadamente de dolor mordiendo los labios con fuerza. ¿Qué será que tiene de malo esta inútil?
¡No me digas que además de ser ciega, también es una moribunda!
Sara: No tienes tanta suerte Adam.
Bailamos una canción infinita, apoyo mi cabeza en el pecho de Adam, estoy exhausta. Él me empuja bruscamente en el mismo momento y casi me caigo.
Adam: ¡No abuses!
Sara: Fue involuntario, ¡estoy cansada!
Adam me jala y continuamos bailando.
Adam: Es problema tuyo.
Sara: ¿A qué le tienes miedo Adam? Estaba solo apoyando la cabeza en ti.
Adam: ¡No le tengo miedo a nada!
Sara: Creo que tienes miedo de enamorarte de tu novia ciega.
Hablo en tono de broma.
Adam: Eres una niña. Me gustan las mujeres, de preferencia altas, rubias y buenísimas. ¡Nunca me voy a enamorar de ti!
Sara: Nunca es mucho tiempo Adam, pero créeme, jamás querría que un hombre como tú se enamorara de mí.
Adam: ¡Nunca me iba a interesar por ti!
Sara: Óptimo, eso es un alivio.