Annie jamás pensó que podría llegar a hacer algo tan descabellado como ayudar a secuestrar al presidente del país.
Durante todo un mes es la Encargada de mantener en buena forma al cautivo y aunque al principio el mandatario, John Meyer es una persona dura, fría que solo la insulta, poco a poco se deja llevar por la personalidad dulce y tierna de su secuestradora.
Después de varios días en cautiverio Annie lo ayuda a escapar, arriesgando su propia vida y la de su familia.
Jonh esta agradecido por su sacrificio por lo que la lleva con el, además, es la única que puede ayudarlo a llegar al final de todo este asunto.
¿Lograra John acabar con los planes de magnicidio en su contra? ¿Annie conseguirá su propia Venganza?
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Capitulo 16: No te dejaré ir...
—Esta bien, confiaré en ti—contesta Annie, aun dudosa, algo le dice que el presidente no está siendo sincero del todo—debemos irnos rápido, pronto vendrán por ti. Nos entregaron una droga para dormirte, ellos se encargarían de matarte.
—¡Maldita sea! Juro que voy a atrapar a esos malnacidos y los refundiré en la cárcel. Se arrepentirán de haberse metido conmigo—exclama furioso.
—Vámonos, no hay tiempo que perder—vuelve a repetir Annie. John la toma de la mano y se la lleva del lugar.
Una vez afuera de la casa se siente muy extraño, hacía más de veinte días que no veía la luz del sol, por lo que cierra los ojos, muy molesto. Annie se da cuenta de su malestar, saca de su mochila unas gafas de sol y se las entrega.
—¿Qué haces con gafas de sol en un lugar como este? —pregunta confundido, aun así las acepta y se las pone, sintiéndose un poco mejor.
—Sabía que esto podía pasar.
—Gracias, Annie. Eres más inteligente de lo que pensé.
—Que haya tenido que dejar la escuela no significa que sea una burra.
—No quise decir eso... —se disculpa. Esta mujer es impresionante.
—Era brillante... Tenía muy buenas notas.
—Lamento mucho que hayas tenido que abandonar, quizás tu vida hubiese sido diferente.
—Sin dudas, por eso odiaré a mi padre por el resto de su vida, si él no nos hubiese abandonado... —Annie deja de hablar al instante, no debe seguir victimizándose, no busca la compasión de John —Debemos seguir... ¿Se encuentra mejor?—le pregunta, mirándolo a los ojos.
—Si, Annie. Vámonos.
Caminan y caminan durante varias horas. Descansan por momentos, pero aun así no pueden encontrar a nadie que los ayude, definitivamente están muy lejos de la ciudad y llevará mucho tiempo regresar.
El día comienza poco a poco a convertirse en noche y deben parar, sin la luz del sol es imposible seguir, aún así, están muy lejos.
—Dios mio, ¿Donde estamos? —se pregunta John así mismo —hace horas que estamos caminando y no podemos llegar a una mísera carretera.
—No lo se, John. Nunca logre ver donde estábamos, Michel tapó mis ojos cuando íbamos en viaje, así que no puedo recordar el camino —se excusa Annie.
—No te preocupes, lograremos encontrar una carretera y luego pediremos ayuda, alguien tiene que reconocerme y puede llevarnos a la ciudad.
—Si. Ahora debemos descansar, no podemos ver nada, esta demasiado oscuro.
— Si, encima en la rapidez de escapar no trajimos nada de comer. Maldita sea. Sí tu no comes dentro de unas horas te desmayaras. No puedo creer que vas por la vida sin comer nada.
—Si como, John. Solo que no tengo apetito.
—Siempre repites lo mismo y te he visto comer míseros bocados.
—Descuida, estaré bien —Annie no sabe que pensar de ese hombre, ¿Realmente esta fingiendo preocupación por ella? ¿O realmente está preocupado? Pareciera enojarse cuando ella no come, como si fuera una persona qué realmente le importara su salud.
—Solamente serás una carga si te desmayas, no podré acarrear contigo, queda mucho camino por delante —que ilusa había sido, ¿John preocupado por ella? Ni muerto. Solo ve para su beneficio. Annie comienza a reírse, sin parar, llamando la atención de John —¿Es que te has vuelto loca? ¿Que fue lo tan gracioso que dije? —la observa confundido.
—Solo estaba recordando algo, no tiene nada que ver contigo.
—Tendremos que dormir a la intemperie, no hay ningún lugar donde podamos protegernos, seguramente hay animales salvajes.
—¿Qué? —grita Annie aterrada, John puede ver como se pone cada vez más pálida.
—Calmate... Solo era una broma —intenta tranquilizarla, sin éxito.
—¡No te creo! —grita nerviosa —¡Tú!.. ¡No eres una persona que haga bromas y menos en este momento!
—¿Tú como sabes que no soy de hacer bromas, si apenas me conoces? Te sorprenderías de mi sentido del humor —aunque en realidad le había mentido, si puede haber animales salvajes, deben tener mucho cuidado.
—Es verdad... No te conozco lo suficiente, lo siento.
—Descuida... Creo que voy a morirme de hambre —se queja, junto con el gruñir de su estómago.
—Lo siento mucho —exclama Annie, sintiéndose triste y culpable.
—¿Hasta cuando dejaras de pedirme disculpas? ¡Me pones loco! —John se tira al suelo que esta bajo sus pies, cubierto de tierra y piedras qué no harán fácil su descanso.
—Debemos dormir y despertar cuando salga el sol, seguro mañana llegaremos a la ciudad.
—Sí, tienes razón, estoy demasiado cansado y hambriento, pero creo que podré dormir —John se acuesta sobre la tierra, junta sus dos manos y las usa como almohada para acomodar su cabeza —intenta descansar, mañana tenemos un largo día.
–Si—responde Annie, viendo como John cierra sus ojos. Quince minutos después está completamente dormido, no puede creer como el presidente puede dormir en un momento como este, ella intenta hacer lo mismo, sin éxito. Se sienta y lo observa detenidamente, aun está maravillada de esa boca que la beso con tanta pasión y esas increíbles pestañas que enmarcan sus ojos, sigue sin poder concebir que sea tan hermoso, que una persona como él le haga sentir tantas cosas, tiene que verle el lado positivo a todo lo que está pasando... Si no hubiese ayudado en su secuestro, posiblemente nunca hubiese tenido la oportunidad de conocerlo.
De repente un ruido, que proviene de cerca, interrumpe sus pensamientos, se levanta del suelo y puede ver un auto parado, con sus luces prendidas, que iluminan lo suficiente como para ver que hay una familia fuera del vehículo, mientras que el conductor está cambiando el neumático dañado. Por la oscuridad no se habían dado cuenta de que estaban muy cerca de una carretera, al parecer no muy transitada.
Annie se acerca a John, quien duerme plácidamente y comienza a zamarrearlo para que despierte, el abre los ojos confundidos
—¿Qué? ¿Qué sucede? –pregunta intentando entender lo que esta pasando.
—John... ¡Mira!—Annie señala un punto fijo — ¡Estamos cerca de la carretera, hay una familia cambiando el neumático! —grita Annie, muy entusiasmada, casi feliz.
—¡Oh, por Dios! Los alcanzaré—rápidamente, John se levanta del suelo y sale corriendo hacia donde está la familia, quienes al verlo primero se asustan y luego se sorprenden al ver que es el presidente, que estaba secuestrado. Mientras tanto, Annie se acerca a ellos, caminando, muy agotada.
—¡Eres John, el presidente! –exclama uno de los niños.
—Así es, soy yo —responde, dedicándole una hermosa, tierna y sincera sonrisa. Algo que deja anonadada a Annie —necesitaría de su ayuda para volver a la ciudad, acabo de escapar de mis captores, junto a ella —dice señalándola —no sabemos donde estamos, hemos caminado por horas, estamos perdidos.
—Descuide presidente. Los llevaremos. Nosotros también vamos hacia la ciudad—exclama la mama de la familia.
—Gracias, no saben como se los agradezco, les aseguro que serán recompensados. ¿Necesitas ayuda con eso? —le pregunta John al hombre que está cambiando el neumático.
—Si, por favor–mientras tanto la mujer se acerca a Annie, al ver que no ha dicho ni una palabra.
—Hola... ¿tú estabas secuestrada con el presidente?
—Hola... Sí... —Annie no sabe qué contestar. Se siente mal, no tiene fuerzas.
—¿Estás bien? Estás muy pálida—pregunta la mujer preocupada.
—Descuide, estaré bien, solo necesito descansar.
Horas después, finalmente llegan a la ciudad. Por suerte Annie se siente mejor, logró descansar en el viaje y recuperar un poco de energías, solo necesita comer. John también recuperado, les indica que lo dejen en el hotel presidencial, seguramente allí podrá comunicarse con Max. Una vez en el lugar, ambos se despiden de la familia y John toma del brazo a Annie para entrar al hotel.
—Espera... John...—exclama Annie. Sospechosamente, John la esta tomando muy fuerte del brazo, como si no quisiera que salga huyendo—suéltame, por favor, hicimos un trato...
—Olvidalo, Annie. No hago tratos con delincuentes. No dejaré que te vayas... —responde John, llevando a Annie violentamente hacia el interior del hotel.