LA CEO

MONTSERRAT DÍAZ

Después que Aarón se había negado a que lo llevara a su casa, me había entrado aún más curiosidad por él. Fui al restaurante el día domingo más o menos a la misma hora que el día anterior, pero él no estaba. Así que me acerqué a la cajera y le pregunté por él.

Ella al inicio no quería darme información, pero terminó soltando la sopa cuando le saqué algunos dólares.

— No acostumbro a hacer estas cosas, señorita, pero necesito el dinero. Solo no me acuse con el jefe ni con Aarón que yo le conté de él.

— Está bien.

— Aarón Palacios es su nombre. Tiene 24 años. Está en su último año de la carrera de Finanzas y estudia en la universidad pública. Y ayer su novia Elene lo terminó.

— Hasta eso sabes. Me sorprendiste, no es de extrañarse que ese chico tuviera novia. Otra pregunta, ¿Qué días son los que él trabaja aquí?

— De lunes a Sábado, de 5: 30 pm. a 1:30 am.

—Es por eso que hoy no está trabajando, es su día libre y ¿Cuánto gana él acá?

Se acercó un hombre a la muchacha.

— ¿Tiene alguna queja señorita?

— Él es nuestro gerente, señorita.

—No, Ninguna. Me gusta el estilo del restaurante y me acerqué a felicitar a la joven por toda la atención que me ha dado. ¿Puedo hablar con usted?

El señor muy amable, me llevó a una oficina.

— Soy la CEO de MONTSE COMPANY, me llamo Montserrat Díaz y estoy interesada en uno de sus meseros, supe que es estudiante de finanzas y me gustaría que él hiciera unas pasantías en mi empresa.

— Está bien. Por mi no hay ningún problema, él es un joven muy responsable y activo.

— Excelente. Solo que él no quiere ir porque trabaja aquí, le puedo pedir un favor, puede despedirlo, pero no le diga el porqué. Necesito que Aarón salga de su zona de confort para que él pueda progresar en lo que ha estudiado.

— ¿Y qué gano con esto? Él es un excelente trabajador.

Saqué de mi cartera una chequera y escribí una cifra.

— Puede ganar fácilmente esta cantidad de dinero o prefiere un cero más.

— Sería muy inteligente de su parte si agrega un cero más.

— Gracias Señor Gerente. Mañana pasaré para ver si ha cumplido con lo hablado— le extendí el cheque.

Salí del restaurante. Tragué todo el aire que pude. Siento que Aarón se está volviendo como un pequeño capricho y tengo que tenerlo cerca aunque eso implique obligarlo a estar cerca de mí.

¿24 años? Somos contemporáneos, aunque soy mayor unos cuantos meses.

Al día siguiente me presenté en la universidad pública. Vi una escena que no se si lo estoy mal interpretando, la chica se bajó de un auto, ella le habla Aarón, pero Aarón hace que no la escucha y sigue caminando. Aarón se sorprende un poco al verme, pero logré que aceptara salir conmigo y tengo su número. Me despedí con un beso en su mejilla.

Mi día como CEO debe continuar. Llegué a la empresa, y todos me tratan con mucho respeto. Entré a mi oficina y detrás de mí, venía Ivet, mi secretaria, mi asistente, mi mano derecha diría yo.

— Montse, ya viste los tabloides. Otra vez han hablado peste de ti. Y hay una foto donde estás con un hombre en un antro de mala muerte. Esto afecta tu imagen y, por lo tanto, la imagen de la empresa.

— Relájate. Salí con Andrea y con unos amigos. Salí a cenar a un restaurante y después a bailar. Pero claro, la cena en el restaurante no lo publican. Todo es mal intencionado.

— Es por eso que te digo que esto te afecta a tu imagen pública. No crees tú, que tus padres leen tanta barbarie. ¿Te has puesto a pensar como se sienten?

— Ellos saben que son puras mentiras.

— ¿Y las fotos?

— Son reales, pero no todo lo que ves es como es.

— Montse, esto que te voy a decir, por favor tómala y aplícalo. Cuida tu imagen, date a respetar. No me gusta cuando hablan mal de ti. Siento un aprecio a tu persona porque sé que eres buena mujer.

— Okay. Ya te escuché. Quiero estar sola un momento.

Para todos mi lista de hombres ya va por el número 50, cuando la única verdad es que solo he tenido un hombre en mi vida, y ese fue Enrique.

Llevé ambas manos a mi frente. ¿Por qué nadie me entiende? Siento un vacío en mi corazón, en mi vida siento morir cada noche.

AARÓN PALACIOS

Llegué a mi casa, me acosté por un momento en mi cama. Últimamente, las cosas no han ido como quisiera, pero eso no significa que las cosas quedarán así permanentemente.

Trataba de darme ánimos. Desde que empecé a trabajar en el restaurante no he faltado ni un solo día, llegaba antes y salía media hora después. Es aquí donde me doy cuenta, que uno es reemplazable en un trabajo y no debo preocuparme por ello. De que ha servido ser responsable todo este tiempo si cuando te quieren despedir, lo hacen sin consideraciones.

Me levanté de la cama, fui al refrigerador y no había nada bueno. Fui de nuevo a mi cuarto y tomé mi tarjeta de pago.

De que sirve ahorrar tanto si hasta mi alimentación es pésima. Decidí ir al supermercado para comprar algo decente.

El supermercado no estaba muy lejos de la casa. Como no tenía auto, siempre optaba por caminar.

Llegando al supermercado me pareció ver el auto de la loca coqueta. Lo último que deseaba eran más dramas estúpidos el día de hoy.

Entré a hacer mis compras, la busqué rápido con mi vista, la encontré, sin querer hicimos contacto visual. Bajé mi vista y miré hacia otro lado, tratando de disimular. Salí del súper.

— Aarón— Ella me llamó.

Suspiré y seguí caminando.

— Aarón, Detente. — su tono de voz pasó de ser de dulce a un poco más duro, como si me estuviera dando una orden.

Me detuve y me giré hacia ella.

— ¡Hola Montse! ¿Deseas que te ayude en algo?

— Me parece que me estás evitando. ¿Por qué?

— No quiero ser grosero contigo, no somos cercanos ni nada por el estilo, y la primera impresión que tengo hacia ti, no es buena. Así que si, si te estoy evitando.

— Eres grosero. ¿Sabes quien soy? Podría ayudarte a mejorar tu vida si tú lo deseas.

— Eres Montserrat.

— ¿Deberías comportarte mejor conmigo?— Ella se acercó a mis labios y me dio un beso apenas tocando mis labios.

— No me gustan las mujeres ofrecidas. Menos me gustan las mujeres que presumen lo que tienen.

— ¿Qué hombre no estaría a gusto con una mujer como yo? ¡Sé mi juguete!

— Ja— la miré muy serio— ¿Estás bien de la cabeza? Soy un ser humano. Tengo dignidad, aunque sea hombre. Eres muy bonita, pero no eres mi estilo. Me gustan más humildes.

— Así, ¿humildes.? Así como tu ex noviecita, que cuando tuvo la oportunidad te dejó. No seas tonto.

— ¿Quién te dio el derecho de hurgar en mi vida? Esta plática llego a su fin. Buenas noches Montserrat.

Caminé tan rápido. Iba furioso. ¿Quién se cree esta mujer para estar metiéndose en mi vida? Lo de Elene es reciente, como para que ella quiera meter el dedo en la herida.

Ella iba detrás.

— Aarón. Por favor Detente.

— Por favor tú. Déjame en paz.

— Me gustas Aaron. Es por eso que hago esto.

— Meterte en mi vida. Créeme que no me gusta que nadie se meta en mi vida. Okey, te gusto y después cuando te aburras de mi, me dejaras. ¿Cuando tus deseos sean satisfechos, seré despojado como un muñeco viejo?

Ella se puso seria.