La historia de un Alfa que solo ansiaba la tan anhelada libertad
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Capitulo 4
Advertencia:
La siguiente historia no es apta para menores de 21 años puede contener; lenguaje vulgar, soez, momentos explícitos, eróticos, hasta subido de tono y hasta nopor-grafico, violencia física, mental, abuso, inc3sto, se recomienda leer bajo su propio riesgo. ~
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—Sirvanle la mejor comida, mi hijo debe crecer sano y fuerte. Y tú déjalo bien elegante para la cena. —Fernando ordenaba a Isabel, la criolla que trabajaba en la casona. Está cepillaba mi cabello que era lacio, y negro como el ébano; este me llegaba hasta la cintura, lo que no era mucho ya que yo, no era muy alto apenas le llegaba al pecho de mi amo, o quizás él era muy alto. Yo estaba a la par de la criolla, quizás, yo si era bajo.
Mientras seguía sumido en mis pensamientos, pensando en que si fuera más alto no estaría allí, Isabel, termino de cepillar mis cabellos para luego ayudarme a vestirme asi ir por primera vez a cenar. Ya no usaba aquel pijama blanco hasta el cuello, ahora usaba una camisa con aquel poncho, y aquellos pantalones y botas. Según Fernando si lo obedecía me llevaría a pasear, y ya no tendría que tener las manos atadas, me mostraría toda la hacienda. ¿Acaso pensaba que soy un perro? a cual adiestra y si se porta bien será recompensado. Me ofendia demasiado, yo solo quería volver a mi casa, ver a mis llamas que seguro me necesitaban.
Fernando era un salvaje, todo quería solucionar con violencia y gritos, él verlo tranquilo mostraba que quizás si tenía modales, y no un simple bárbaro con dinero.
Al bajar me tomo el rostro y me beso a la fuerza para luego mirarme fijo —Te ves muy bien para ser un indio carente de educación.
Yo señalaba su cruz enorme en la pared para luego juntar las manos y tener arcadas, era mi forma de expresarle que él era el puro ejemplo de comer santos y escupir demonios, podia decirselo directamente, pero no hablaria sino me dejaba hablar en mi lengua nativa, lengua que me prohibio hablar. Sino podía hablar Quechua tampoco hablaría en español.
Él solo me froto la espalda, y la boca del estómago, sonriente como si estuviese haciendo una acto de beneficencia, siendo benevolente.
Me senté en en lugar que me asigno para luego me sirvieran aquel pollo con papas y arroz. Era medio pollo entero solo para mí, solo para mí. Pollo a las brasas, no pude resistirme por lo que comía este despacio disfrutando para que no se acabe, masticando cada pedazos. Disfrutando de aquella crocantes y sus condimentos que daban aquel sabor tan exquisito al ave.
Me lloraban los ojos mientras comía aquella ricura. —Come tranquilo, todo estan avisado que deben cuidarte bien ahora que esperas a mi hijo. Porque más te conviene que sea un varón —mirandome fijo, como si yo pudiese controlar el sexo del bebé. —Asi que ya sabes puedes comer lo que quieras.
Hablaba como un ser un bondadoso, que hacía un acto de piedad, siendo el único que me negaba comida era él, ni los que me raptaron me trataron como él.
Fernando parecía divertirse viéndome comer, pero entonces visualice en su plato algo verde, eran mini arbolitos. ¡Lo quería, lo quería!
Señalaba su plato, al arbolito quería ese arbolito lo necesitaba. Él le clavo el tenedor para acercarmelo a la boca, yo negaba con la cabeza. Yo quería el arbolito tenerlo en una maceta verlo crecer que se convierta en un árbol grande. Haciendo los gestos con mis manos de como quería que creciera.
—No crecerá, es brócoli es para comer es un vegetal, pero puedo conseguirte un árbol parecido que viene del oriente tardará un tiempo, pero te lo traere.
¿Oriente? O sea hay más de dónde él vino, ¿qué tan grande era el mundo?, ¿qué era lo que me faltaba conocer? Acaso el mundo era enorme.
—Ven te llevare a pasear por la hacienda para que te distraigas un rato —Caminamos un rato hasta llegar a una pequeña huerta allí había de todo un poco, me agache a acariciar una planta de papa estaba casi llegando tiempo de cosecharla podía verlo en sus flores, mientras se veía la grandeza de la hacienda con su variable vegetación, iba a levantarme a ir con él a cabalgar por la hacienda hasta que sentí su respiración detrás de mí y susurrarme en el oído
—¡Cuando aquel niño nazca te haré complacerme mientras calbagamos por la hacienda!
Él solo pensar en eso me asusto, por lo que justo que estaba allí tome la planta de él huerto arranque las papas y se lo di por la cabeza. Para salir corriendo por la hacienda despavorido del miedo, debía huir de ese lugar mientras escuchaba su risa maquiavélica —Con lo que quieres es jugar, pues jugaremos indio, escuchando aquel disparo en el aire asustandome el doble terminando girando en círculos. Por toda aquella hectáreas mientras él me correteaba. A principio el se reía, pensando que jugaba luego ya su cara cambio [😦] era al ver qué no pensaba dejar de girar por el miedo. Podía correr por el resto de hectáreas, pero por alguna razón mí cuerpo se aterraba me mareaba y se volvía borroso. —Detente pareces un perro siguiendo su cola.
Al final Fernando se canso y me atrapó cubriendome con su poncho mientras yo temblaba y movía mi cabeza enérgicamente del panico llevándome a la casona mientras yo solo juntaba mis dedos formando la cruz, y mi mente solo pedía piedad piedad.
Me recostó en la cama, me cubrió y se fue, pero no sin antes su bebé darle un saludo, vomitandome encima de él. [😩] Teniendo que cambiarse mientras yo descansaba.
Él pidió que me atendieran y me dejaran descansar me trataba como si fuera débil, me levanté de la cama y todo se me movió, por lo que volví acostarme en lo que me trajeron comida liviana para desayunar.
—Oh joven unos huevos duros con leche tibia y pan blanco tostado con mermelada, y aquí frutita. Espero lo disfruté, el amo nos pidió que lo cuidamos bien.
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Al regresar Fernando se me acercó enojado 😡 —¿Qué parte de descansar no entiendes?
—Yo seguía en lo mío, replantando la papa, nutriendola para que crezca sana y fuerte —Me sujeto, y me llevo a la habitación, sin importar que le golpeaba para que me soltara, me tomo la manos —Ya que no quieres descansar pues tendrás que cumplirme, me quedé quieto íntimando en contra de mi voluntad. Iba a golpearlo pero entonces él exclamó —Ni se te ocurra o no me temblará la mano aunque estés embarazado, te haré otro y listo —Aquello me impacto dejándome horrorizado ante la posibilidad.
Por lo que no puse resistencia mientras mí mente se desconecto ante su comentario
Continuara...