Esta pareja se separó por culpa de él. Todo lo malo que él le hizo vivir fue demasiado para ella y con el corazón roto salió de su vida para siempre...
Anya se casó por amor, Alex no. Él ya amaba a alguien más y fue obligado a separarse de ella; pensando que Anya era la culpable, le hizo la vida miserable.
Su esposa pensó que con el tiempo él podría enamorarse de ella; sin embargo, eso no pasó en todo el tiempo que estuvieron juntos.
Una noche, fue el comienzo del fin para que ella lograra salir del fondo del pozo donde estaba viviendo.
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17
Capítulo 17
Cuando Anya y Alex ingresaron unos minutos después al consultorio de la obstetra, esta se presentó y empezó a tomar nota en su computadora, para crear un historial para Anya y su bebe.
Después de todo ese tedioso, pero necesario, junte de información, hizo que Anya subiera a la camilla, la cual estaba ubicada en un rincón del consultorio, donde le tomó la presión y le hizo levantarse la blusa para empezar a hacerle una ecografía.
Como el gel que usó la doctora para ese estudio, era frío al contacto con su piel, hizo que Anya se moviera un poco incómoda en la camilla. Pero en cuanto vio en el monitor del ecógrafo, a ese pequeño ser, que se estaba formando en su vientre, empezó a derramar pequeñas lágrimas de felicidad. Hace solo una semana que se había enterado de que estaba embarazada y ya lo amaba con toda su alma.
Incluso Alex se veía muy feliz de poder conocer a su querido hijo, al que no esperaba tener, pero que le alegraba de igual manera saber que este existía.
Después de ese momento tan emotivo que ambos estaban pasando, sin darse cuenta, se tomaron de la mano dándole apoyo al otro sin siquiera notarlo.
Al rato, cuando la doctora terminó de hacerle la ecografía, le dio unas indicaciones de como tendría que llevar su vida cotidiana para que no dañe al bebe en lo más mínimo. Nada de peso, nada de esfuerzo, nada de no alimentarse bien.
Le mando a hacerse unos estudios de sangre y orina para ver como estaba ella de salud, el cual hicieron en ese mismo momento la extracción de sangre y al día siguiente ya tendrían que tener los resultados. Luego de eso se fueron rumbo a la casa.
Al llegar ambos bajaron del vehículo y se metieron a la mansión. Alex ayudó a Anya a volver a su habitación. Cuando entraron, ella se sacó la chaqueta y se sentó en la cama. Mirándolo a la cara le dijo.
-No sé si tú lo estés, pero yo estoy muy emocionada por haber visto a nuestro hijo.
Eso era algo que se ha estado guardando desde que salieron de la consulta, quería saber si él estaba tan feliz como ella de que iban a tener un bebe.
Alex la miro a la cara y pudo ver lo emocionada que estaba, notando que ella estaba como él. El haber podido ver a su hijo, era único y maravilloso. Era la mejor sensación que había llegado a tener, jamás llego a pensar que esto le podría pasar, pero le encantaba.
Ya se veía, en unos años, tomando de la mano a su hijo, llevándolo de paseo a una plaza o a un cine, experimentando lo que es ser padre.
-Yo también estoy muy contento con haber llegado a ver a nuestro hijo, fue espectacular. No sabía que se podría sentir así.
Bajando un poco la voz le dijo, mientras se acercaba a ella y le acariciaba el rostro con una pequeña sonrisa en la cara.
-Gracias por darme esta bendición.
Poco después de esa pequeña charla entre ellos, Alex bajo y la dejo descansar un rato hasta que Tamara, fue a llevarle el almuerzo a su habitación.
Al día siguiente fueron otra vez a la obstetra a ver cuáles fueron los resultados de los exámenes de sangre, pero afortunadamente, todo le salió bien. Cuando terminaron ahí, Alex la llevó a la casa y se fue a la empresa a trabajar.
Los días después de ese fueron monótonos para ambos, Anya se quedaba en la casa y descansaba. Alex iba al trabajo y volvía a la casa, pero en ese tiempo, solo se comunicó con Silvina por teléfono, no la vio, ya que cuando terminaba su trabajo se iba directo a la casa para poder estar al pendiente de Anya.
Si bien, estaba todos los días en la casa, su relación seguía siendo como la de dos desconocidos que por obras del destino iban a tener un hijo en común.
No había empezado a surgir un afecto, por parte de él, hacia Anya, ni tampoco, ella se había hecho ideas absurdas en su cabeza con él, como hace tiempo habría pasado si él estuviera tan al pendiente de ella como lo hace ahora.
A la única a la que esta relación, o mejor dicho este alto al fuego, por parte de ellos, no le había gustado para nada era a Silvina. Ella estaba como loca, viendo de qué manera podía alejar a Alex de Anya; sin embargo, no estaba teniendo mucho éxito, por más de que trataba de que Alex la fuera a ver, él le ponía unas excusas absurdas para no ir.
Esta situación a Silvina, ya la estaba poniendo de muy mal humor, por lo que le saturaba el celular a Alex con mensajes de texto y llamadas. Al ver que después de casi un mes él no iba a verla, decidió llamar al hombre que era su amante e invitarlo al departamento en donde ella vivía para sacarse la frustración de alguna manera y que mejor que con una buena sesión de sexo salvaje como solo él lograba ponerla.