La Bailarina Y El Mafioso

Martina Huertas:

Una hora después...

George Orlok, se había marchado dejándome con una sensación placentera en todo mi cuerpo, ese hombre a pesar de ser joven sabia follar.

Muy a mí pensar tuve que caer de nuevo en la realidad y empezar a buscar a Cora, por qué sino en vez de caer tendida en mi escritorio por ese hombre por sexo, caería muerta y no quería eso.

Lo único que pude pensar fue buscar al dueño de Babel. Miguel Balem uno de los mafiosos más poderoso de Italia.

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(En la noche, día del compromiso. Mansión de Alejandro Balem)

Miguel Balem

--- Sabe que no me gusta que me moleste en ocasiones familiares, y más cuando se anuncia el compromiso de mi hijo --- dijo molesto Miguel Balem. Su esposa Constanza se encontraba al otro extremo del sofá mirándome con enojo. Jamás le agradé a esta señora, y sospechaba que era porque me descubrió tratando de seducir a su marido, el cual no me hizo ni caso, estaba realmente enamorado de esa mujer.

De todas formas sonríe a los dos fingiendo amabilidad --- lo siento señor, pero es urgente y no sabía a quién más recurrir, tiene que ver con las ganancias de Babel --- dije y eso capto su atención. Después de todo había gastado una alta suma de dinero al adquirir mi bar.

--- ¿Que sucede? --- pregunta él

Respire profundo empezando a hablar --- Sabe que la mayor parte de las ganancias vienen de mi bailarina estrella Cora, y sin ella el bar está en bancarrota ---

Él toma de su whisky y hace una mueca por el líquido en su boca --- Que quiere decir, donde está la muchacha --- termina enojado

--- Alguien la raptó hace dos noches --- dije ---Hasta me dispararon--- dije mostrando la herida en mi hombro, que estaba sanando

--- Pero porque no vino inmediatamente a mí --- dice él con fastidio y su mujer se paró del asiento molesta para acercarse a su marido y calmarlo. Lo cual él agradeció

--- Lo siento no quería importunarlo ---- dije con un poco de miedo

Él suspira casado y su esposa mientras tanto masajea su espalda --- ¿Vio sus rostros?, con esto podemos dar con ella ---

--- No, pero tengo su bala --- dije y se la tendí. Estaba bala no era común, fue hecha especialmente para alguien, por qué había un labrado de dos RR en ella.

Miguel se quitó su sombrero y vi su expresión, la cual era de impresión. Con esto estuve segura de que él sabía a quién pertenecía.

--- Tiene una foto de la muchacha --- dijo él rápidamente. Asentí.

El señor Miguel había adquirido el bar, pero jamás había tenido interés en ver a Cora, así que no la conocía en persona.

Busqué rápido en mi celular y le mostré una foto de Cora, mientras estaba en el escenario.

El rostro del señor Miguel se transformó en disgusto y no sabía por qué razón. Él miró a su esposa y juntos después de eso me despidieron del despacho, diciendo que me contactarían luego.

Salí de allí un poco más tranquila, porque sabía que el Señor Miguel arreglaría el asunto. Iba rumbo a la salida, cuando escuché la música.

Entonces me atreví a desviar mis pasos y por qué no, quería saber quién sería la hermosura con quién se casaría su hijo y también ver los lujos del gran salón.

Tomé de unos de los meseros una copa de champán y disfruté del líquido espumoso. Sonreí dichosa era lo más cerca que estaría de un lugar así, aunque no perdía la esperanza de que algún día, algún hombre adinerado me diera su favor

Estuve así por unos quince minutos viendo el lugar y los vestidos lujosos de las mujeres. Eran preciosos, pero solo uno llamó mi atención. Una mujer con caderas anchas y cintura estrecha estaba de espaldas, luciendo un vestido rojo corte sirena, se veía deslumbrante... la observé un poco más su figura se parecía a...

La joven volteó ligeramente su rostro de perfil y fue cuando reconocí a mi Cora, mi bailarina tomada en brazos por Alejandro Balem.

Quedé en shock, ¡pero cómo!, miré sorprendida la escena, parecían tan cariñosos, ¿podía ser que todo este tiempo Cora me estuviera viendo la cara?, a mí la mujer que la cuido. Entonces todas las piezas del puzle cayeron en su sitio, el hijo de Miguel Balem la había raptado y Cora le ayudó.

Esa Zorra desagradecida dije con disgusto, como se atrevía actuar a mis espaldas, bebí la champaña de golpe y decidí alejarme. Cerca de los Balem no podría sacarla de aquí, tenía que ingeniar un plan.