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Doce Años En La Sombra

Doce Años En La Sombra

Status: En proceso
Genre:Amor prohibido / Atracción entre enemigos / Traiciones y engaños / Venderse para pagar una deuda / Amor-odio
Popularitas:7.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Crisbella

Doce años pagué por un crimen que no cometí. Los verdaderos culpables: la familia más poderosa e influyente de todo el país.
Tras la muerte de mi madre, juré que no dejaría en pie ni un solo eslabón de esa cadena. Juré extinguir a la familia Montenegro.
Pero el destino me tenía reservada una traición aún más despiadada. Olviden a Mauricio Hernández. Ahora soy Alexander D'Angelo, y esta es mi historia.

NovelToon tiene autorización de Crisbella para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Obsesión

Punto de vista de Sofía

Caminé hacia la ventana para evitar mirarlo. Justo cuando iba a tomar mi teléfono, la voz de Alexander rompió el silencio.

—Buenos días, socia —dijo, su tono era tranquilo, casi relajado.

Me giré. Él se había sentado, apoyándose en la cabecera. No había culpa ni arrepentimiento en su mirada, solo una posesión recién confirmada.

—¿Socia? Creí que era tu trofeo —respondí, mi voz era cortante.

—Ambas cosas. Y ahora que el trato fue consumado, espero que entiendas los términos de la obediencia.

—Entendí que nuestro matrimonio es una farsa para el mundo. Lo que pasó anoche no cambia eso. De hecho, lo hace más fácil. Ahora que hemos "consumado nuestro amor", la prensa lo aceptará sin cuestionar —dije, sintiéndome orgullosa de la frialdad con la que pude mentir.

Alexander se rió, una risa baja que resonó en el amplio dormitorio.

—Eres más lista de lo que pensé, Sofía. O más ruin. ¿Dormiste bien, sabiendo que acabas de arruinar tus planes con Felipe Andrade y fortalecido el mío?

—Dormí muy bien, sabiendo que ahora eres tan vulnerable a mí como yo lo soy a tus amenazas —contraataqué.

Él se levantó de la cama, completamente desnudo. El movimiento fue una declaración de poder. Caminó hacia el vestidor sin preocuparse de mi presencia, sabiendo que yo no podía, o no quería, apartar la mirada.

—¿Vulnerable, Sofía? —Su voz vino desde el vestidor—. Yo controlo el dinero, la empresa de tu padre, y la existencia de tu fundación. Y ahora controlo tu cuerpo. ¿Dónde está tu vulnerabilidad?

—En tu deseo, Alexander —susurré, sabiendo que él me escucharía—. Y en el nombre que has usado para esta farsa.

El silencio que siguió fue absoluto. Segundos después, Alexander salió del vestidor, ya con los pantalones puestos y la camisa a medio abotonar. Su rostro estaba sombrío.

—La pelota está en mi cancha. Independiente de cual sea mi verdadero nombre, seré el vencedor de este juego.

—Por ahora está de tu lado, pero ten presente que la pelota sigue en el aire y que en cualquier momento puede caer en mi lado de la cancha.

La furia regresó a sus ojos con una intensidad que no había visto desde la noche del chantaje. Cruzó la habitación en dos zancadas y me acorraló contra la pared.

—Cuidado, Sofía. Hay líneas que no cruzarás. Concéntrate en tu papel de prometida. La próxima semana tienes un evento con los medios y yo necesito que te veas radiante.

Me tomó por la barbilla, con la fuerza suficiente para inmovilizarme.

—Ahora, ve a desayunar. Y no olvides sonreír.

Punto de vista de Alexander

Sofía estaba jugando un juego muy peligroso. Ella había notado el deseo que sentía por poseer su cuerpo. Pensé que después de que obtuviera lo que deseaba mi obsesión disminuiría, sin embargo, ahora esta había aumentado y temí perderme en la necesidad de su silueta.

Después de la interacción que tuvimos por la mañana, salí del penthouse queriendo poner distancia entre los dos. Tenía que sacármela de la cabeza. Tenía que olvidar lo ocurrido la noche anterior, pero las imágenes de ella entregándose a mí me estaban desquiciando. Aún podía sentir mis manos tocando su suave piel, su cara cuando la llevé al cielo. Me estaba volviendo loco y lo peor era que ella tenía razón: la deseaba con todas mis fuerzas.

Llegué a mi oficina, pero el silencio no trajo alivio. Mónica me esperaba, con una pila de documentos sobre la mesa, listos para cerrar el trato con Elías.

—Señor D’Angelo, los papeles están listos. Montenegro firma la transferencia de control total a las dos. Solo falta su presencia.

—Bien —respondí, sintiendo el vacío que no llenaba el dinero.

Mónica me miró, y su profesionalismo se resquebrajó por un instante.

—Usted no está bien, Alexander.

—Estoy perfectamente bien. Solo estoy concentrado en asegurar que mi matrimonio con Sofía Montenegro parezca lo suficientemente real para la prensa.

—Ese no es su rostro de concentración, señor. Ese es el rostro que tenía Mauricio Hernández el día que lo sacaron de prisión, justo antes de que jurara venganza.

Me tensé. Nadie, excepto Mónica, podía atreverse a mencionar mi pasado con tanta ligereza.

—Ese hombre está muerto, Mónica. Y mi rostro está así porque estoy a punto de ganar todo por lo que trabajé quince años.

—Y la señorita Sofía es parte de la ganancia, ¿o la causa de una nueva distracción? —preguntó directamente, sin miedo.

—Ella es la garantía. Y ya tengo todo bajo control —mentí, sintiendo el calor del arrepentimiento de esa noche.

Cerré los ojos un segundo. Sabía que Sofía era el único factor que podía descarrilar mi venganza. Si permitía que mi deseo se convirtiera en afecto, si la veía como algo más que la hija del hombre que me destruyó, mi imperio mental se derrumbaría.

Tenía que recuperar el control antes de que fuera demasiado tarde. La pelota de la que hablaba Sofía no estaba en el aire; estaba peligrosamente cerca de caer en sus manos.

Quise enfocarme en el trabajo, en la firma de la sucesión de la empresa de Montenegro, pero Sofía había invadido mis pensamientos y mi necesidad de ella aumentaba con cada segundo.

Llegó la hora de firmar el contrato de transferencia. Estaba listo para disfrutar la caída de mi enemigo, sería un pequeño respiro

Me dirigí a la sala de conferencias, donde Elías Montenegro me esperaba. Su rostro era una mezcla repugnante de derrota y alivio; sabía que había perdido su empresa, pero su miedo a la cárcel era mayor.

Miedo que yo utilizaría para manipularlo y llevarlo al borde del precipicio, pues quitarle su empresa y a su hija era apenas el inicio de mi venganza. Ya que no descansaría hasta verlo humillado y rogando por su vida como lo hizo mi madre cuando le imploro clemencia hacia mi, cuando se arrodilló frente a él pidiendo que me ayudara y el solo se burlo de ella, el solo la desprecio. Así mismo el vera a su amada hija rogandome y a su hijo y sobrino pudriéndose en la cárcel.

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Yanet Cristina Vilugron Salazar
Felicidades excelente novela , bendiciones
Yanet Cristina Vilugron Salazar
👏👏👏👏👏
Yanet Cristina Vilugron Salazar
falta ese cabron de Felipe
Yanet Cristina Vilugron Salazar
vamos vamos chico
Yanet Cristina Vilugron Salazar
ya está todo listo
Yanet Cristina Vilugron Salazar
Viejo maldito,que se pudra en la cárcel
Yanet Cristina Vilugron Salazar
malditos desgraciados, corruptos
Yanet Cristina Vilugron Salazar
ahora a esperar el desenlace
Yanet Cristina Vilugron Salazar
Muy buena historia, felicidades autora
Yanet Cristina Vilugron Salazar
malditos desgraciados y ese padre tan horrible
ESTER CRISTINA GOMEZ RIVILLAS
Ese viejo y el Felipe son de lo peor el hijo lo que es un pelele ojalá abra los ojos
chica°mangaromantico
Jejejeje, tú tienes el poder.... por ahora
ESTER CRISTINA GOMEZ RIVILLAS
Ignacio parece que quiere a su hermana pero es un pusilánime que se deja manejar por su padre, ojalá haga lo correcto
ESTER CRISTINA GOMEZ RIVILLAS
Mónica se merece un bono por ser tan eficiente 🥰
Yanet Cristina Vilugron Salazar
que pase luego el tiempo
Yanet Cristina Vilugron Salazar
OMG 😱😱😱, ojalá ese viejo desgraciado pague por todo
ESTER CRISTINA GOMEZ RIVILLAS
Ojalá todo se salga mal nacido
Yanet Cristina Vilugron Salazar
se enamoraron 🥰🥰🥰
Yanet Cristina Vilugron Salazar
maldito viejo, bastardo
Yanet Cristina Vilugron Salazar
Bien Sofía
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