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Amor En Exilio

Amor En Exilio

Status: En proceso
Genre:La Vida Después del Adiós / Reencuentro
Popularitas:2.1k
Nilai: 5
nombre de autor: KeliindA RojanO C.

Soy Salma Hassan, una sayyida (Dama) que vive en sarabia saudita. Mi vida está marcada por las expectativas. Las tradiciones de mi familia y su cultura. Soy obligada a casarme con un hombre veinte años mayor que yo.

No tuve elección, pero elegí no ser suya.

Dejando a mi único amor ilícito por qué según mi familia el no tiene nada que ofrecerme ni siquiera un buen apellido.

Mi vida está trasada a mí matrimonio no deseado. Contra mi amor exiliado.

Años después, el destino y Ala, vuelve a juntarnos. Obligándonos a pasar miles de pruebas para mostrarnos que no podemos estar juntos...

NovelToon tiene autorización de KeliindA RojanO C. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Regreso a la vida

POV SALMA

Los días se deslizaron como agua entre los dedos, llenos de una alegría que hacía mucho tiempo no sentía.

La casa, que antes parecía un santuario de tristeza y preocupación, ahora vibraba con una energía renovada. Senre estaba mejorando a pasos agigantados. Sus mejillas habían recuperado un rubor saludable, sus ojos brillaban con la curiosidad de siempre, y su risa, ¡ah, su risa! Era la melodía más hermosa que mis oídos podían escuchar.

Ya había vuelto a casa, y aunque aún teníamos que ser cautelosos y seguir con una parte de su tratamiento, la enfermera nos había confirmado que la próxima semana podría regresar a la escuela.

¡Volver a la escuela! Parecía un sueño.

Mi pequeña volvería a ser ella misma, a jugar con sus amigos, a aprender, y a vivir.

La gratitud que sentía era inmensa, un torbellino de emociones que me desbordaba. Aunque el misterio del donante anónimo seguía flotando en el aire, no me importaba.

Sabía que un alma generosa había salvado a mi hija, y eso era todo lo que necesitaba saber.

Hoy era el día.

Después de semanas de estar en el hospital, de vivir en una burbuja de preocupación, era hora de volver a la realidad, a mi trabajo.

Tenía muchos asuntos pendientes, proyectos que se habían estancado, decisiones que tomar.

Como ingeniera paisajista, mi trabajo no solo era diseñar belleza, sino también supervisar que esa belleza se hiciera realidad en el terreno.

Me levanté temprano, con una mezcla de nerviosismo y emoción. Elegí un atuendo práctico pero profesional: pantalones de tela resistente, una blusa de lino y mis botas de trabajo, esas que ya conocían el barro y el polvo de tantas obras. Me até el cabello en una coleta alta y me miré al espejo.

La mujer que me devolvía la mirada era diferente a la de hace unas semanas. Había ojeras, sí, pero también una chispa renovada en los ojos, una determinación que antes había estado opacada por la angustia.

En la oficina, mi asistente, me recibió con una pila de documentos y una taza de café humeante.

—Buenos días, Señora Salma. Me alegro mucho de verla de vuelta. Todo está bajo control, pero tenemos un par de urgencias—

—Gracias— respondí, tomando un sorbo del café. —Dime, ¿qué tenemos para hoy?—

Ella, eficiente como siempre, me puso al día rápidamente. —El proyecto del complejo residencial 'El Mirador' es la prioridad número uno. Hay un problema con la nivelación del terreno en la zona de las piscinas y la planificación de la vegetación. El cliente está ansioso por la entrega de la primera fase. Ya hablé con el arquitecto del proyecto, el ingeniero de obra, y están esperando su llegada para revisar el sitio—

Asentí, revisando los planos que me entregaba. —Perfecto. Prepárame el dosier con los últimos cambios y las especificaciones técnicas. Voy directamente para allá—

Después de unos minutos, con el dosier bajo el brazo y mi tableta en la mano, me dirigí al estacionamiento.

El sol de la mañana ya calentaba el asfalto. Busqué mi coche, un SUV robusto y confiable, perfecto para mis incursiones en los terrenos más difíciles. Abrí la puerta, dejé mi bolso en el asiento del copiloto y arranqué el motor.

El rugido familiar me dio una sensación de normalidad bienvenida.

El camino hacia la obra era un trayecto que conocía bien. La ciudad se iba desdibujando a medida que me acercaba a la periferia, donde el paisaje urbano daba paso a extensiones de tierra aún por desarrollar.

Los minutos pasaron, entre semáforos y el tráfico matutino, hasta que finalmente vi el letrero gigante en la entrada: "COMPLEJO RESIDENCIAL EL MIRADOR - PRÓXIMAMENTE".

Girando en la entrada de grava, mi coche levantó una pequeña nube de polvo. El lugar era un hervidero de actividad. Camiones de volteo iban y venían, retroexcavadoras rugían, y el zumbido de las herramientas eléctricas llenaba el aire. Había obreros con cascos de seguridad de diferentes colores moviéndose por todas partes, como hormigas trabajando en un gran hormiguero. El olor a tierra removida, cemento fresco y combustible diésel era el perfume característico de cualquier obra en construcción.

Aparqué mi coche cerca de una caseta prefabricada que servía de oficina temporal en el sitio. Al bajar, el calor del sol me golpeó de lleno, pero una brisa suave me trajo el aroma de los pinos cercanos, que aún no habían sido talados para dar paso a las nuevas edificaciones.

Me puse mi casco de seguridad, que siempre llevaba en el coche, y mis gafas protectoras. El terreno era vasto, una extensión de tierra arcillosa y rocosa, con montículos de tierra recién excavada y zanjas marcadas con cintas de precaución. En la distancia, se veían las estructuras de los primeros edificios, aún en esqueleto, de hormigón y acero, elevándose hacia el cielo.

Caminé con paso firme, esquivando charcos de agua de la lluvia del día anterior y cables eléctricos que serpenteaban por el suelo. Mis botas se hundían ligeramente en la tierra blanda en algunos puntos. El ruido era constante: el martilleo de los andamios, el chirrido de las grúas, las voces de los capataces dando instrucciones.

En la zona donde se suponía que irían las piscinas y los jardines principales, el problema era evidente. El terreno no estaba nivelado según los planos. Había una inclinación más pronunciada de lo esperado, lo que afectaría el drenaje y la estabilidad de las estructuras acuáticas. Varios ingenieros y arquitectos, todos con sus cascos y chalecos reflectantes, ya estaban allí, discutiendo acaloradamente alrededor de un plano extendido sobre un caballete.

Me acerqué a ellos, sintiendo la energía y la complejidad del desafío. Los saludé con un gesto de cabeza.

—Buenos días a todos. Disculpen la demora. ¿Cuál es el último diagnóstico del terreno?—

El ingeniero de obra, un hombre corpulento con una barba canosa, se giró hacia mí, aliviado. —¡Señora salma! Justo a tiempo. Tenemos un buen lío aquí. La topografía del subsuelo es más irregular de lo que indicaban los estudios preliminares. Si mantenemos el diseño actual, tendremos problemas graves de cimentación y drenaje en toda esta sección—

Saqué mi tableta y mis propios planos, comenzando a analizar la situación con una mirada crítica. Mi mente, que había estado tan absorta en la salud de Senre, ahora se enfocaba por completo en este nuevo rompecabezas.

El olor a tierra, el sonido de la construcción, la urgencia del problema...

Era mi mundo, y me sentía lista para enfrentarlo. Mi trabajo era encontrar la solución, transformar este caos en un paisaje armonioso y funcional. Y estaba dispuesta a hacerlo.

—El ingeniero Emir también está aquí—

Sus palabras resonaron en mi como un eco. Levanté mi cabeza hacia el.

—¿El ingeniero Emir está aquí?—

El asiento y me señaló donde el hombre atractivo en pantalones jean azules, camisa corta blanca, botas para el barro y un casco blanco.

Venía hacia mí.

Hay por Dios...

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Alisson
Esta interesante 😌
Isabel...
Me gusta, tiene un inicio atrapante😍😊
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