Cinco años después de la desaparición de su hermana Valentina, Anastasia se obsesiona en su búsqueda, sin descansar, ignorando todo lo que los demás decían, así llega hasta sumergirse en un viaje más allá de la realidad y lo imposible
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CAPITULO 16: "LA SEGUNDA OPORTUNIDAD DE BEN"
Al día siguiente, Ana se levantó y se preparó para trabajar, en la mesa de la cocina desayunaba Val y Estaban. Saludo muy amablemente, Pero no pronunció palabras respecto al incómodo momento de la noche anterior. Solo desayuno y se marcho a trabajar.
Anastasia acomodaba los pinceles en una bandeja pequeña, manchada con rastros de base y sombra como había ordenado su hermana. Las brochas, limpias y ordenadas, descansaban como soldados esperando órdenes. Estaba tan concentrada que no sintió al principio los pasos acercándose por detrás.
—¡Hola, mi científica favorita! —susurró una voz masculina junto a su oído, justo antes de envolverla con un abrazo cálido y besarla en la mejilla con entusiasmo.
Ana se sobresaltó ligeramente, giró con una sonrisa sorprendida, y se encontró con Chris, que la miraba como si no la hubiera visto en semanas.
—¿Qué haces acá? —preguntó ella en voz baja, con una risa nerviosa, mirando a su alrededor por si Val o alguien más lo veía, mientras rodeaba el cuello del muchacho con sus brazos.
—No podía esperar —dijo él, aún abrazándola —. Hablé con mi padre esta mañana. Se va a hacer una gala de la empresa, Richard Motors, y... quiero que vengas conmigo.
Ana lo miró con los ojos bien abiertos, como si acabara de proponerle un viaje al futuro.
—¿Estás seguro? —preguntó, aún con las mejillas enrojecidas por la sorpresa.
Chris asintió sin dudar.
—Completamente. Quiero que te conozca, quiero que veas esa parte de mi vida también. Además, tu hermana y Esteban van a estar ahí. La madre de Esteban... bueno, es socia en uno de los proyectos principales de la empresa.
Ella parpadeó, procesando la noticia, con el corazón bombeando más rápido de lo normal.
—No me lo esperaba...
—Y yo no esperaba que decirlo me hiciera sentir tan contento —agregó él, rozándole la nariz con ternura—. ¿Entonces?
Ana esbozó una sonrisa suave, con la emoción mezclada entre la alegría y los nervios.
—Bueno... si va mi hermana... supongo que no puedo negarme.
Chris la besó otra vez, más tranquilo ahora, como sellando el momento.
Ana estaba nerviosa luego de la invitación de chris.
No era un tipo de fiesta cualquiera, y su ropa habitual —cómoda, discreta, muchas veces prestada o retocada— no estaba a la altura.
No sabía que ponerse, ¿Que se usaba en esa época para ese tipo de eventos? No podía pedirle ayuda a su hermana, con los conflictos en su relación que le estaba generando su presencia. Pero tenía que comentárselo a alguien.
Y la única persona que le generaba cierta paz sin juzgarla… era Ralf.
—¿Una fiesta de gala? —dijo él, elevando las cejas mientras se acomodaba el sombrero—. Bueno, señorita Anastasia, eso hay que resolverlo ya.-
Ralf la llevó a una tienda elegante del centro, más moderna para la época, que el shopping al que la había llevado su hermana cuando llegó.
Ana, incómoda entre percheros brillantes y luces blancas, se probó una docena de vestidos.
Uno rojo con volados, uno azul demasiado escotado, uno dorado que la hizo reír apenas se vio al espejo.
—No. No. Tampoco. —decía Ralf, negando con la cabeza desde su asiento frente al probador.
Hasta que apareció con el vestido negro.
Escote bote, ajustado hasta las caderas, y levemente suelto en la parte inferior.
Ana salió del probador y no dijo nada.
Ralf tampoco.
Él la miró de arriba abajo. Parpadeó. Trató de hablar, pero solo le salió una sonrisa.
—Estás… —se aclaró la garganta—. Estás hermosa, Ana.
Ella, con la mirada fija en el espejo, se giró hacia él.
—¿De verdad?
Y cuando lo miró, notó que él estaba más cerca de lo esperado.
Su voz cambió de tono.
Más bajo. Más cálido. Más íntimo.
—Eres hermosa, Ana.-
Ella se puso nervios ¿De verdad estaba sucediendo esto?
-¿Ralf?- pregunto incómoda, Pero él solo estaba allí, muy cerca, viéndola, así que decidió hacer un paso hacia atrás -Creo que nos quedamos con este, así que me lo quitaré.- dijo metiéndose en el vestidor.
Un rato después, estaban cruzando la puerta de salida de la tienda. No se podía sacar de la cabeza lo del vestidor ¡Qué demonios! Ella no era del tipo de chica que a Ralf le atraía ¿O si?... No, claro que no. Si a Ralf le gustaba su hermana que era todo lo contrario a ella.
Repentinamente, una voz conocida la saco de sus pensamientos.
-¿Ana?- pregunto un hombre.
Ella miró hacia todos lados, bajo la mirada al piso y... ¡Ahí estaba! ¡Era Benjamin Clay! No podía creerlo, Chris tenía razón, cuando menos lo esperaba iba a aparecer.
-¡Ben! ¿Cómo estás?- pregunto entusiasmada agachándose de inmediato.
-¿Ana?- pregunto Ralf.
-Ven, Ralf. Él es Ben, creo que en algún momento te conté.- le dijo.
-Ah si, me contaste que lo estabas buscando.-
-¿A mí?- pregunto el hombre.
-Si, Ben.- afirmó ella tomando su mano y sentándose junto a él -Tengo una propuesta que hacerte...- continuo.
Acto seguido, Anastasia, le contó todo el tema de la musicalización de la película y él la escuchaba sin mediar palabras, prestando mucha atención.
-Yo creo que sería una muy buena oportunidad.- finalizó ella.
Benjamin la miro un momento, sonriendo, pensativo.
-Ana, yo te agradezco, pero ¿no te has puesto a pensar que si estoy así es por algo?- le pregunto.
-Si, porque estabas triste, Pero ya no lo estás.- respondió ella.
-¿Y por qué dices que ya no lo estoy?- pregunto el hombre.
-Porque has buscado la manera de acercarte a tu hijo, solo no lo has hecho por vergüenza...- respondió.
-Ana...- tercio Ralf.
-Espera, esta es una muy buena oportunidad para demostrarle a tu familia que has cambiado y para que no pierdas más tiempo.- le dijo -El tiempo no se recupera, Ben, Pero aún puedes volver y solucionarlo.- trato de persuadirlo.
-Pero... Yo no quiero, niña bonita.- se negó el hombre.
-Está bien, es una pena. No viste crecer a tu hijo y ahora te perderás de ver crecer a tu nieta.- continuo tratando de levantarse, Pero el hombre la detuvo.
-No puedo ir a hablar con ese hombre así...- dijo Ben y ella sonrió.
Así que Ralf se agachó.
-No se preocupe, Ben, que eso tiene solución.- le dijo.
Lo llevaron al shopping, le compraron un par de camisas, unos pantalones con tirantes, típicos de cantantes country, ropa íntima.
Lo llevaron a un estilista que, lejos de cortarle el largo cabello por completo, le hizo un par de tratamientos y creo una trenza, y a su barba la recortaron un poco. Todo eso luego de una buena ducha.
Ana esperaba en el pasillo, fuera del despacho de Lucas Charles. Podía escuchar a la perfección lo que estaba pasando adentro, así que sabía a la perfección que Todo salió perfecto. Benjamin fue muy sincero con su situación, así que el productor prometió alquilar un lindo lugar para su comodidad y que nada le faltaría.
Cuando el hombre abrió la puerta y salió, Ana, salto directo a sus brazos, plena de felicidad