Tras ser brutalmente traicionada por Sebastián Montenegro, el hombre que le prometió un futuro, Aithana Rojas decide que la venganza es el único camino. Bajo el velo de la misteriosa y seductora "Lady Midnight", se infiltra en el exclusivo mundo de la alta sociedad, un lugar donde las apariencias lo son todo y las máscaras ocultan las verdaderas intenciones. Su plan es simple: destruir a Sebastián en su propio terreno.
Pero el destino tiene otros planes. En medio de sus intrigas, Aithana capta la atención de Lorenzo Montenegro, el hermano mayor de Sebastián, un hombre tan imponente como calculador. Atrapada entre su sed de justicia y la inesperada atracción que siente por el "enemigo" de su enemigo, Aithana deberá navegar un peligroso juego de poder, seducción y secretos. ¿Podrá Lady Midnight mantener su antifaz y ejecutar su venganza? ¿o el brillo de Lorenzo la deslumbrará hasta el punto de perderse en sí misma?
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Dos antifaz
El sábado en El Eclat había sido un corre-corre total. Desde que abrieron, la gente no paraba de llegar, Aithana y Valeria estuvieron a mil, buscando vestidos, atendiendo clientes y manteniendo el flow del lugar. Pero ni el ajetreo les quitaba la buena vibra; entre pedido y pedido, siempre encontraban el chance para un comentario ingenioso o una risa cómplice, haciendo que el día, a pesar de lo movido, fuera bastante chévere.
Cuando por fin bajaron la persiana, ya la noche les pisaba los talones. Exhaustas pero con la energía intacta, se fueron directo al baño del local. Una ducha rápida para quitarse el cansancio del día y luego, directicas al vestidor.
Allí estaban, en ropa interior, con varias opciones de vestidos colgados, debatiendo cuál sería el outfit perfecto para la noche que apenas comenzaba.
—¡Ay, Valeria! Este negro con lentejuelas me hace sentir como una estrella de cine de los años 50— exclamó Aithana, sosteniendo un vestido ajustado contra su cuerpo y haciendo una pose dramática frente al espejo. —Aunque... ¿no será demasiado 'gran entrada' para una fiesta benefica?—
Valeria soltó una risa melodiosa, mientras se probaba un vestido azul eléctrico que le quedaba de maravilla. —¡Qué ocurrencias, Aithana! Pero te ves espectacular. Yo estoy entre este azul que realza la figura o este rojo pasión que definitivamente no pasa desapercibido— Se giró para mostrarle a Aithana.
—¡Uff, ese azul te queda divino, Valeria! ¡Pareces sacada de una editorial de moda! Pero el rojo... el rojo es para cuando quieres que todas las miradas estén sobre ti— bromeó Aithana, con un gesto elegante. —Aunque con esa silueta, hasta con un diseño sencillo lucirías regia—
Valeria se miró al espejo, luego a Aithana y sonrió. —¡Ay, mi amor! ¡No digas esas cosas que me las creo! Pero en serio, ¿cuál? Siento que si me pongo el rojo, la noche podría volverse... inolvidable, en el buen sentido, claro. ¡Y ya estoy en una etapa donde valoro la elegancia con un toque de misterio!—
Aithana la miró con los ojos entrecerrados, luego le lanzó su toalla suavemente. —¡Pues misterio es lo que menos te falta! Mejor ponte el azul. Así, si la velada se pone interesante, podemos decir que somos las musas de la noche, elegantes y enigmáticas. ¡Menos drama y más intriga!— Ambas soltaron una carcajada, imaginándose la escena.
Con una sonrisa cómplice, Valeria se recogió su cabello en un moño elegante, disimulando hábilmente los mechones morados que adornaban las puntas, un secreto mas solo para ella y Aithana. Por su parte, Aithana agitó su melena, dejándola caer en ondas perfectas que enmarcaban su rostro con un aire sofisticado. Un toque de gloss y rojo en los labios, un poco de rímel y un rubor sutil fueron suficientes para realzar sus bellezas naturales. —¡Listas para conquistar la noche!— exclamó Valeria, con un brillo en los ojos.
Con un último vistazo al espejo, salieron del local y tomaron un taxi. La ciudad pasaba como un borrón de luces mientras se dirigían a su destino.
Justo antes de llegar, con una complicidad silenciosa, ambas se colocaron sus delicados antifaces, transformando su ya elegante apariencia en algo aún más enigmático.
El taxi se detuvo frente a una imponente mansión colonial, cuyas fachadas iluminadas revelaban detalles arquitectónicos exquisitos. Al cruzar las puertas, el gran salón se desplegó ante sus ojos: techos altos adornados con frescos, arañas de cristal que derramaban una luz cálida sobre la multitud, y mesas redondas vestidas con manteles de seda, repletas de arreglos florales exóticos. La música de una orquesta en vivo llenaba el ambiente, mezclándose con el murmullo elegante de los invitados. Era una escena de opulencia y buen gusto, digna de una película.
Mientras Aithana y Valeria daban sus primeros pasos dentro del suntuoso salón, un murmullo colectivo recorrió el ambiente. Las conversaciones se pausaron, las cabezas se giraron discretamente y las miradas se posaron en ellas. El sonido de los tacones de Valeria y Aithana resonaba con una elegancia que atraía aún más la atención, mientras avanzaban con paso firme hacia la barra, buscando un rincón donde observar.
—Aithana, ¿por qué nos observan tanto? Siento que somos el centro de todas las miradas ¿Que nunca habían visto dos chicas lindas o que?— preguntó Valeria en voz baja, con una mezcla de curiosidad y un ligero asombro, mientras ajustaba su antifaz.
Aithana sonrió con un aire de superioridad, sin perder la compostura. —Mi querida Valeria, la respuesta es bastante obvia. Somos las únicas que hemos decidido mantener un velo de misterio esta noche. En un evento donde todos buscan ser vistos, nosotras optamos por ser enigmáticas. Es la curiosidad, pura y simple—
—Con razón te encanta venir a estas galas— volvió a susurrar Valeria, maravillada, mientras sus ojos recorrían el lugar. —Esto es otro nivel de lujo, es realmente fascinante. Me imagino la cantidad de hombres atractivos y con fortuna que deben rondar por aquí—
Aithana la miró de reojo, con una media sonrisa. —Valeria, sabes bien que no es por eso que estoy aquí. Los hombres atractivos y con fortuna son lo de menos. Mi único interés esta noche es Sebastián Montenegro. Y créeme, no es precisamente para entablar una conversación trivial con él— Su voz, aunque suave, llevaba una determinación inquebrantable.
Aithana y Valeria continuaron su camino, esquivando con gracia a los invitados, hasta llegar a la barra principal. Un camarero, con una sonrisa discreta, les ofreció dos copas de champán burbujeante. Con un gesto de complicidad, las alzaron.
—Por la noche, por la intriga y por los planes que están por cumplirse— susurró Aithana, con sus ojos brillando sobre el borde de la copa.
—Y por nosotras—añadió Valeria, chocando suavemente su copa con la de Aithana, el tintineo cristalino se perde entre la música.
Mientras sorbía su champán, Valeria dejó que su mirada curiosa recorriera el salón. De repente, su atención se detuvo en un punto específico: un hombre de porte elegante, vestido con un impecable traje azul, cuyo cabello rubio destacaba entre la multitud. A su lado, otro caballero igualmente atractivo conversaba animadamente, pero los ojos de Valeria estaban fijos en el rubio. Justo en ese instante, el hombre rubio levantó la vista, encontrándose con los de Valeria por un breve instante.
Una sonrisa sutil se dibujó en sus labios mientras él y su acompañante comenzaban a moverse en su dirección.
Valeria sintió un leve escalofrío y, sin dudarlo, dio un codazo suave a Aithana. —Aithana— susurró con disimulo, y con sus ojos aún fijos en los dos hombres que se acercaban. —Dos hombres muy, muy atractivos vienen hacia nosotras—
Ambas miraron a otro lado y siguieron tomando de sus copas de champán...