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Los Juegos De La Corona: Intrigas, Deseo Y Traición

Los Juegos De La Corona: Intrigas, Deseo Y Traición

Status: En proceso
Genre:Mujer poderosa / Matrimonio entre clanes / Secretos de la alta sociedad / Batalla por el trono / Edad media / El Ascenso de la Reina
Popularitas:2.7k
Nilai: 5
nombre de autor: noirstoryteller

En un reino donde el poder se negocia con alianzas matrimoniales, Lady Arabella Sinclair es forzada a casarse con el enigmático Duque de Blackthorn, un hombre envuelto en secretos y sombras. Mientras lucha por escapar de un destino impuesto, Arabella descubre que la verdadera traición se oculta en la corte, donde la reina Catherine mueve los hilos con astucia mortal. En un juego de deseo y conspiración, el amor y la lealtad se convertirán en armas. ¿Podrá Arabella forjar su propio destino o será consumida por los peligrosos juegos de la corona?

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Capítulo 16: Al Filo de la Verdad

La fría brisa del bosque envolvía a Arabella y Alexander mientras corrían por la espesura, alejándose del castillo. Los árboles oscilaban como figuras sombrías en la noche, y las ramas crujían bajo sus pies, creando un ritmo apresurado que marcaba el pulso de su huida. Cada latido de sus corazones les recordaba que aún estaban vivos, pero también que el peligro seguía acechándolos.

Arabella sostenía el pergamino con fuerza contra su pecho, sabiendo que ese frágil rollo de papel podría ser la única clave para desmantelar la conspiración de Lady Catherine. Pero mientras corrían, una sensación de inquietud crecía en su interior: no sabía si habían logrado suficiente ventaja para escapar de sus perseguidores.

Finalmente, se detuvieron en un pequeño claro, ambos jadeando por la carrera frenética. Arabella se dejó caer sobre la hierba húmeda, intentando recuperar el aliento. Alexander se arrodilló a su lado, su rostro sudoroso y su respiración agitada, pero sus ojos aún brillaban con la intensidad de la batalla.

—Debemos alejarnos más —dijo Alexander, mirando hacia el oscuro camino que habían dejado atrás—. Lady Catherine no se detendrá. En cuanto se dé cuenta de lo que hemos robado, enviará a sus hombres tras nosotros.

Arabella asintió, sus manos temblando mientras desenrollaba el pergamino. Ahora que estaban momentáneamente a salvo, quería ver si el riesgo que habían corrido había valido la pena. Sus ojos recorrieron las líneas escritas en una elegante caligrafía, y lo que encontró hizo que su sangre se helara.

—Es peor de lo que imaginábamos —murmuró—. Hay una lista de nombres… nobles influyentes, altos cargos del ejército… y fechas. Están planeando una insurrección completa. No solo quieren destituir a la reina, quieren erradicar a cualquiera que sea leal a ella.

Alexander se acercó, leyendo sobre su hombro. —No tenemos mucho tiempo. Debemos encontrar una forma de advertir a la reina antes de que sea demasiado tarde. Pero… —Se interrumpió, la duda surgiendo en su voz—. Si llevamos esto directamente a la corte, corremos el riesgo de que alguien nos delate. No sabemos cuántos están involucrados en la conspiración.

Arabella sabía que él tenía razón. Cada paso que daban parecía llevarlos más profundamente a un laberinto de traiciones y peligros. Podían confiar en muy pocos, y la lista de nombres en el pergamino confirmaba lo que ella había sospechado durante mucho tiempo: los enemigos de la reina no se limitaban a Lady Catherine. Había toda una red de traidores, muchos de los cuales llevaban años operando en la oscuridad.

—Entonces debemos ser astutos —dijo Arabella, enrollando el pergamino de nuevo—. Hay un hombre que puede ayudarnos. Alguien cuya lealtad a la reina es incuestionable: Lord Edmund.

Alexander alzó una ceja. —¿El comandante de la guardia real? ¿Crees que estará dispuesto a creer nuestras palabras sin pruebas más contundentes?

—No tenemos otra opción. —Arabella se levantó con determinación, sacudiendo la tierra de su vestido—. Lord Edmund es un hombre justo, y si logramos que vea este documento, podrá ayudarnos a reunir un ejército de leales antes de que los traidores hagan su movimiento.

Alexander asintió, aunque su expresión seguía siendo cautelosa. —Muy bien, iremos a buscarlo. Pero debemos ser discretos. Si somos vistos acercándonos a él, podría alertar a los conspiradores de nuestra presencia.

Los siguientes días fueron un torbellino de movimientos calculados y huidas apresuradas. Se mantuvieron alejados de las rutas principales y utilizaron caminos ocultos a través de los bosques para evitar ser detectados. El temor de ser capturados los seguía como una sombra, pero el compromiso de proteger el reino y salvar a la reina les daba fuerza.

Cuando finalmente llegaron a las afueras de la residencia de Lord Edmund, la tensión en el aire era palpable. La mansión del comandante estaba custodiada por soldados que patrullaban con una disciplina severa, y la gran puerta de hierro parecía un obstáculo infranqueable. Sin embargo, Arabella y Alexander sabían que no podían retroceder. Habían arriesgado demasiado para llegar hasta allí.

Arabella se escondió detrás de un árbol cercano mientras Alexander se acercaba con cautela a uno de los guardias. Utilizó un viejo código que solo los oficiales de alto rango conocían, un truco que había aprendido de su tiempo en la corte. El guardia, inicialmente receloso, los llevó hacia una entrada lateral, lejos de las miradas indiscretas.

Lord Edmund los recibió en su estudio, un espacio adornado con mapas del reino y armas ceremoniales que colgaban de las paredes. Su mirada se volvió severa al ver a Arabella y Alexander en tal estado: harapientos, cubiertos de polvo y claramente agotados.

—¿Qué significa esto? —preguntó, sus ojos oscuros examinándolos con sospecha—. Tenéis suerte de que no os hayan ejecutado por intentar acercaros sin autorización.

Arabella sacó el pergamino con manos temblorosas y lo extendió hacia él. —Por favor, Lord Edmund, solo os pido que leáis esto. La vida de la reina está en peligro, y también la de todos los que le son leales.

El comandante tomó el documento y lo desenrolló. A medida que leía, la tensión en su rostro se hizo más pronunciada, sus labios se apretaron y sus ojos se volvieron fríos como el acero. Cuando terminó, enrolló el pergamino con un movimiento decidido y lo lanzó sobre su escritorio.

—Si lo que dices es cierto, entonces estamos en mayor peligro de lo que imaginábamos —dijo con gravedad—. Debemos actuar con rapidez. No sabemos cuántos traidores hay en la corte, pero esta lista es suficiente para empezar a hacer arrestos.

—Debemos ser cuidadosos —intervino Alexander—. Si Lady Catherine sospecha que sabemos de sus planes, actuará antes de que podamos detenerla.

—Lo sé —replicó Lord Edmund—. Pero tampoco podemos esperar demasiado. La insurrección es inminente, y si no hacemos algo pronto, el reino caerá en sus manos.

El silencio se extendió entre ellos, cada uno considerando los riesgos y las posibilidades. Finalmente, Lord Edmund se volvió hacia Arabella.

—Necesitaré vuestra ayuda —dijo, con un tono de voz que no dejaba lugar a dudas—. Vos y Alexander seréis mis ojos y oídos en la corte. La mayoría de mis hombres están desplegados, y los pocos que tengo aquí no son suficientes para controlar la situación. Vosotros tendréis que averiguar quiénes son los traidores y reunir más pruebas antes de que hagamos nuestro movimiento.

Arabella sintió una mezcla de miedo y determinación. No había esperado que el peligro fuera a disminuir, pero ahora se enfrentaban a una misión aún más peligrosa que robar un documento. Debían regresar a la corte, al mismo lugar donde sus enemigos los buscarían, y jugar el juego de intrigas con más habilidad que nunca.

—Lo haremos —dijo finalmente, mirando a Alexander, quien asintió con decisión—. Desmantelaremos la conspiración desde dentro.

1
Danissa Camilo
me encanta los Personajes
Martha Espinosa
Excelente
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