Danara, una adolescente de 16 años, se siente atrapada entre sus inseguridades y la presión de encajar en la sociedad. Su vida da un giro cuando conoce a Luca, el nuevo vecino de 18 años, extrovertido y lleno de energía, pero con sus propias inseguridades sobre su futuro. A pesar de sus diferencias, entre ellos surge una conexión especial, pero Danara lucha con sus miedos y la diferencia de edad, mientras que Luca teme no ser suficiente para ella.
A lo largo del verano, ambos enfrentan sus temores, aprenden a confiar el uno en el otro y a comprender sus sentimientos. Sin embargo, con el fin de las vacaciones, deben hacer frente a nuevas responsabilidades: Luca se prepara para la universidad y Danara comienza la secundaria. A pesar de los desafíos del futuro, su relación se fortalece, y juntos prometen seguir adelante, enfrentando lo que venga con valentía y amor.
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capitulo 20
Luca
El verano había cambiado muchas cosas, pero sobre todo me había cambiado a mí. Nunca pensé que estaría tan nervioso al intentar algo como esto. Había estado practicando mi discurso mentalmente desde que desperté, repasando cada palabra y asegurándome de que no pareciera un completo idiota.
Caminé hasta la puerta de la casa de Danara, con el corazón latiendo como si estuviera corriendo un maratón. Aunque ya me había ganado cierta confianza con David y Laura después del viaje a la playa, todavía sentía la presión de enfrentarme a ellos, especialmente a David, quien seguía mirando cada movimiento que hacía cerca de su hermanita.
Cuando Laura abrió la puerta y me vio, sonrió de inmediato.
—¡Luca! ¿Vienes a ver a Danara?
—Sí —respondí con una sonrisa, aunque mi voz sonó más tensa de lo que esperaba—. Pero primero quería hablar con ustedes.
Laura arqueó una ceja, divertida, y me dejó pasar. David estaba sentado en el sofá, revisando algo en su teléfono, pero al verme, dejó el dispositivo a un lado y cruzó los brazos. Su mirada seria era una barrera imponente, pero yo ya estaba acostumbrado.
—¿Qué pasa, Luca? —preguntó, directo como siempre.
—Quería pedirles permiso para llevar a Danara a cenar esta noche —dije, manteniéndome firme aunque mi estómago se encogía un poco—. Quiero que sea algo especial.
Laura soltó una risita mientras se sentaba a su lado.
—¿Especial, eh? —dijo, claramente divertida.
—Muy especial —admití, y sentí cómo mis mejillas se calentaban.
David, en cambio, no parecía tan entretenido.
—¿Dónde piensas llevarla? ¿A qué hora van a volver? ¿Y qué tan especial estamos hablando? —preguntó, como si estuviera interrogando a alguien en un juicio.
Antes de que pudiera responder, Laura le dio un codazo.
—David, relájate. Luca ha demostrado que cuida bien a Danara. Deberías confiar un poco más.
—Es mi hermana menor. ¿Qué esperas que haga? —refunfuñó él, aunque parecía menos tenso.
—Prometo que estará segura —dije, manteniéndole la mirada—. Solo quiero que pase un buen rato.
David suspiró y finalmente asintió, aunque no sin advertir:
—Si llega tarde o pasa algo, ya sabes lo que te espera.
—Lo sé —respondí con una sonrisa.
Laura, por su parte, me lanzó un pulgar hacia arriba, como dándome su bendición.
Subí las escaleras hacia la habitación de Danara con el corazón latiendo rápido otra vez. Al tocar la puerta, ella la abrió, mirándome con curiosidad.
—¿Luca? ¿Qué haces aquí?
—Ven conmigo esta noche —le dije con una sonrisa.
—¿Adónde? —preguntó, confundida.
—Es una sorpresa. Ponte algo lindo.
Aunque parecía dudosa, asintió. Sabía que podía confiar en mí, y eso me hizo sentir más seguro.
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La llevé a un restaurante pequeño, iluminado por velas y con una vista hermosa al río que atravesaba la ciudad. El ambiente era íntimo, perfecto para lo que tenía en mente.
Danara parecía maravillada, aunque algo tímida.
—Luca, esto es… increíble.
—No tanto como tú —respondí, con una sinceridad que incluso me sorprendió a mí.
Cenamos entre risas y charlas. Había algo mágico en cómo la veía, cómo cada pequeña sonrisa suya hacía que todo valiera la pena. Cuando terminamos, me armé de valor para dar el siguiente paso.
—Danara —dije, tomando su mano mientras caminábamos por la orilla del río—, hay algo que quiero preguntarte.
Ella me miró, algo nerviosa pero expectante.
—Desde que te conocí, mi vida ha cambiado completamente. Tú me haces querer ser mejor, más valiente, alguien digno de ti. Así que… —saqué una pequeña pulsera de plata con un dije en forma de corazón—, ¿quieres ser mi novia?
Ella me miró con los ojos muy abiertos, claramente sorprendida.
—Luca… yo…
—No tienes que responder ahora si no estás lista —dije rápidamente, temiendo haberme precipitado.
Pero para mi sorpresa, ella asintió con los ojos brillando y una sonrisa tímida.
—Sí, quiero.
Sentí como si el mundo entero se detuviera. Sonreí y coloqué la pulsera en su muñeca, antes de mirarla a los ojos.
—Te prometo que haré todo para verte feliz.
Y en ese momento, antes de que pudiera dudar, me incliné y la besé. Fue suave, dulce, y perfecto, como si todo hubiera llevado a este instante.
Cuando nos separamos, ella seguía mirándome, sonrojada pero feliz.
—Creo que esto ha sido el mejor verano de mi vida —susurró.
Y, honestamente, yo sentía lo mismo.
Después de ese primer beso, el tiempo pareció detenerse. Danara estaba tan roja como una cereza, y yo probablemente no me veía muy diferente. Pero había algo en su mirada que hacía que mi corazón se llenara de una calidez indescriptible.
—No puedo creer que hiciste eso —murmuró, apartando la vista por un segundo antes de volver a mirarme.
—¿Lo dices por el beso o por la cena? —pregunté, sonriendo un poco para aliviar la tensión.
—Por todo —admitió, riendo suavemente.
—¿Fue demasiado? —pregunté, aunque en mi interior esperaba que la respuesta fuera un no.
—No, fue… perfecto —respondió, y sus palabras me hicieron sentir como si pudiera volar.
Mientras caminábamos de regreso hacia su casa, nuestras manos se rozaron varias veces hasta que finalmente tomé la iniciativa y entrelacé mis dedos con los suyos. Ella no se quejó; de hecho, parecía más tranquila, aunque todavía podía sentir la timidez en su respiración.
—Luca… —comenzó, con un tono más serio.
—¿Sí?
—No sé si voy a ser buena en esto… ya sabes, en ser tu novia.
Me detuve, girándome para mirarla directamente.
—Danara, no tienes que ser nada más que tú misma. Eso es lo que quiero.
Sus ojos brillaron bajo la luz de las farolas, y por un momento pareció que iba a decir algo más, pero en lugar de eso, simplemente se acercó un poco más a mí, como si buscará consuelo en mi cercanía.
Cuando llegamos a la puerta de su casa, me di cuenta de que no quería despedirme.
—Supongo que este es el momento en el que digo "hasta luego" —dije, aunque mi voz sonó a regañadientes.
Ella asintió, pero no soltó mi mano de inmediato.
—Gracias, Luca. Por esta noche, por todo.
—Gracias a ti, Danara. Por confiar en mí.
Nos miramos por un instante más antes de que ella se levantara de puntillas y dejara un beso suave en mi mejilla.
—Buenas noches —dijo, entrando rápidamente antes de que pudiera responder.
Me quedé en la puerta un momento, tocándome la mejilla donde había sentido su beso. Sonreí como un tonto mientras caminaba de regreso a casa, sabiendo que esta noche era solo el comienzo de algo increíble.
Y por primera vez en mucho tiempo, sentí que todo estaba en el lugar correcto.