Valeria y Alejandro, unidos por su amor al arte, la música, y las historias, vivieron un intenso romance en el bachillerato. Sin embargo, un malentendido los separó, dejando heridas sin sanar. Ahora, en la universidad, sus caminos se cruzan de nuevo. Aunque intentan ignorarse, Alejandro sigue luchando por reavivar lo que tuvieron, mientras Valeria se resiste a revivir el dolor del pasado. ¿Podrá el amor superar el tiempo y el rencor?
NovelToon tiene autorización de Tapiao para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Una extraña esperanza
No sé cuánto tiempo paso mirando la puerta por la que Valeria se fue. El murmullo constante del local sigue a mi alrededor, pero es como si todo se hubiera apagado en el momento en que ella salió. Una parte de mí se siente aliviada por haber dado el primer paso, pero la otra… la otra está llena de incertidumbre. ¿Hice lo correcto? ¿Valdrá la pena remover todo lo que ocurrió entre nosotros?
No puedo evitar darle vueltas a nuestra breve conversación. Aunque me dijo que me escucharía, su tono frío aún retumba en mis oídos. No parece dispuesta a perdonarme tan fácilmente, y la verdad es que no la culpo. Pero lo que más me preocupa es esa duda que vi en sus ojos, como si ni siquiera ella estuviera segura de lo que realmente siente.
Tomo mi teléfono y reviso los mensajes de Cristian. Me dijo que iba a la discoteca con Fer más tarde y que me uniera si podía. No me sentía con ánimos de ir cuando me lo dijo, pero ahora, después de todo lo que acaba de pasar, la idea de despejarme no suena tan mal.
—Ey, ¿te unes o qué? —escribo rápido y presiono "enviar" antes de cambiar de opinión.
Cristian responde casi de inmediato. —Claro, vente. Estamos en el local de siempre. Fer ya está aquí.
Respiro hondo y termino mi té. Quizás unas horas con ellos me ayuden a dejar de pensar tanto en Valeria, aunque sea por un rato.
La discoteca de Cristian y Fer no es muy grande, pero siempre está llena. Desde que se asociaron, el lugar ha ganado popularidad entre los estudiantes universitarios. Me sorprende cómo han logrado manejar un negocio como este mientras siguen con las clases. La verdad, siento algo de envidia. Parece que ellos tienen sus vidas más en orden que yo.
Al llegar, los veo de inmediato. Cristian está en la barra, charlando con Fer y algunas chicas que parecen disfrutar de la atención. Me acerco y levanto la mano para saludarlos.
—¡Alex! —Cristian me saluda con una sonrisa y me da un abrazo rápido—. ¿Cómo va todo, hermano? ¿Finalmente decidiste despegarte de los libros?
—Algo así —respondo, tratando de forzar una sonrisa.
Fer me saluda con un gesto de la mano, más relajado como siempre. —¿Qué tal? No te veía desde… la última clase de Embriología, ¿no?
—Sí, creo que fue en Embriología. —Me siento junto a ellos y Cristian me ofrece una bebida, pero la rechazo por ahora. No estoy seguro de querer beber esta noche.
—¿Y qué te trae por aquí? —pregunta Cristian mientras se inclina hacia mí—. Te ves un poco apagado. ¿Problemas con las clases o es otra cosa?
No tengo ganas de mentirle, así que decido ser honesto. —Vi a Valeria hoy.
El ambiente cambia de inmediato. Ambos se ponen serios, y Fer asiente con una expresión que parece entender perfectamente lo que estoy sintiendo.
—¿Y cómo fue? —Cristian parece curioso, pero también preocupado. Sabe lo complicado que fue todo con Valeria.
—Difícil —respondo—. Apenas hablamos, pero acordamos que tendríamos una conversación en algún momento. No fue fácil, pero siento que era necesario.
—Eso ya es un paso, bro —dice Fer con calma—. A veces solo necesitas que la puerta se abra un poco para que todo empiece a moverse.
—Sí, pero no estoy seguro de si esto va a mejorar o empeorar las cosas —respondo, mirando mi vaso vacío. La verdad es que no sé qué esperar de lo que venga después.
Cristian da una palmada en mi hombro, su habitual energía sigue ahí, pero su tono es más serio de lo normal. —Mira, Alex. No puedes vivir con miedo de lo que pueda pasar. Ya diste el primer paso, y eso es lo más difícil. Lo demás vendrá solo. Si ella quiere hablar, al menos tienes una oportunidad de aclarar las cosas. Si no, pues… no era para ser.
—Sabias palabras para alguien que suele meterse en problemas con su novia —bromeo, tratando de aligerar el ambiente.
Cristian se ríe y alza su vaso. —Sabes que yo siempre tengo la razón… aunque nunca me la den.
Fer sonríe y asiente. —Cristian tiene un punto. Al menos ya no tienes que cargar con eso de no haber dicho nada. Ahora todo depende de cómo quieran manejarlo.
Asiento lentamente. Es cierto. La carga de no haber aclarado nada siempre estuvo en mi mente, y ahora, al menos, tengo la posibilidad de cerrar ese capítulo, para bien o para mal.
El resto de la noche pasa rápido. Fer y Cristian se dedican a atender el local, y yo trato de distraerme ayudándolos. Incluso hablo con algunas personas, pero Valeria sigue rondando en mi cabeza. Las luces, la música, las risas… todo parece una distracción momentánea que apenas logra silenciar el ruido en mi mente.
Hacia el final de la noche, cuando las luces del lugar empiezan a bajar y la multitud comienza a dispersarse, me encuentro mirando la puerta, como si esperara verla aparecer de nuevo. Ridículo, lo sé. Pero una parte de mí sigue atada a la posibilidad de que el destino nos empuje de nuevo juntos, como solía hacerlo antes. Tal vez porque aún no puedo aceptar del todo que, a pesar de todo lo que pasó, sigo sintiendo lo mismo por ella.
Cristian y Fer me despiden con un abrazo, diciéndome que me mantenga fuerte. No puedo evitar sentirme agradecido por tenerlos a mi lado. Ellos siempre han estado ahí para apoyarme, incluso cuando no entienden completamente lo que está pasando en mi cabeza.
De camino a casa, las calles están casi vacías, y el aire fresco de la noche me despeja un poco los pensamientos. Miro el cielo oscuro y me pregunto si Valeria estará pensando en lo mismo. Quizás, en algún lugar, ella también esté luchando con sus propios sentimientos, con sus propias dudas.
Mañana será otro día, otra oportunidad para enfrentar este dilema. Pero por ahora, necesito descanso. Mis pensamientos están demasiado enredados, y no me ayudará seguir dándole vueltas a lo mismo.
No puedo predecir qué pasará entre nosotros. Lo único que sé es que, pase lo que pase, estoy dispuesto a intentarlo.