La ciudad despierta alarmada y aterrada con un horrendo triple crimen y Fiorella descubre, con espanto, que es una mujer lobo, pensándose, entonces en un ser cruel y sanguinario, lo que la sume en desesperación y pavor. Empieza, por ende, su agonía, imaginándose una alimaña maligna y quizás la única de su especie en el mundo. Fiorella es acosada por la policía y cazadores de lobos que intentan dar con ella, iniciándose toda de suerte de peripecias, con muchas dosis de acción y suspenso. Ella se enamora, perdidamente, de un humano, un periodista que tiene la misión de su canal de noticias en dar con la mujer lobo, sin imaginar que es la muchacha a quien ama, también, con locura y vehemencia. Fiorella ya había tenido anteriores decepciones con otros hombres, debido a que es una fiera y no puede controlar la furia que lleva adentro, provocándoles graves heridas. Con la aparición de otras mujeres lobo, Fiorella intentará salvar su vida caótica llena de peligros y no solo evadir a los cazadores sino evitar ser asesinada. Romance, acción, peligros, suspenso y mucha intriga se suceden en esta apasionante novela, "Mujer lobo" que acaparará la atención de los lectores. Una novela audaz, intrépida, muy real, donde se conjuga, amor, mucho romance, decepción, miedo, asesinatos, crímenes y mafias para que el lector se mantenga en vilo de principio a fin, sin perder detalle alguno.
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Capítulo 16
-Despierta, Fiorella, despierta-, me sacudía Fanny con violencia, sacudiéndome una y otra vez, preocupada, angustiada y aterrada. Me había quedado dormida en los pastos de la facultad, tumbada como un trapo, incluso soñando en un idílico oasis donde hacía el amor con George Clooney. Traté de abrir los ojos pero el sueño me ganaba, me volví a recostar, queriendo volver a estar en los brazos de mi actor preferido, el más lindo de Hollywood.
-Viviana ha desaparecido-, volvió a decirme mi amiga alarmada y sumergida en el pánico, con su carita pálida y sus cabellos erizados. Sus ojos represaban las lágrimas y estaba a punto de llorar a gritos.
Me alcé, entonces, con los ojos desorbitados, queriendo estallar debajo de mis párpados, y mi quijada descolgada, rodando por el suelo. -¿Vivi?-, balbuceé echa una tonta, desconcertada tratando de poner en orden mis ideas.
-Encontraron todos sus cuadernos y libros regados, cubiertos en sangre, pero ella no está, ha desaparecido, la fiera esa se la comió-, decía Fanny aterrada jalándose angustiada sus lindos pelos largos.
Tragué saliva. -¿Dónde encontraron sus cuadernos? ¿En el baño?-, pregunté parpadeando, tratando de adivinar lo que había ocurrido luego de que Viviana me aporreara a golpes y patadas junto a las duchas.
-No, no, no, no, en la calle, a muchas cuadras de la universidad, sus cuadernos estaban regados en una esquina, estaban con sangre, el animal ese se la comió a mi amiga, la mató y se la comió-, me dijo Fanny alarmada, dejando correr las lágrimas chorreando por sus mejillas.
Eso me dejó aún más pasmada e incrédula.
De inmediato la policía buscó a Viviana por todo Lima, después que su familia reportó su desaparición. El último que la había visto era Anthony, cuando terminó con ella y le confesó que estaba enamorado de mí. El teniente Weston ordenó detenerlo.
-Él es incapaz de matar a una mosca-, le reclamé al decano de la facultad que me dio la noticia de su detención.
-Pero las evidencias lo involucran. Terminó con ella y al rato ella desaparece, es demasiado sintomático y vinculante. Los forenses afirman, además que es la sangre de ella la que encontraron en los cuadernos y los libros regados en las calles. Es demasiada coincidencia-, me dijo el decano.
Yo estaba segura que Anthony no mató a Viviana. Fui de prisa al baño. Justo salían un par de chicas después de peinarse, cuchicheando sobre la desaparición de Viviana. Esperé un rato y cuando al fin se fueron revisé, con cuidado, las mayólicas el piso, debajo de los lavabos, hasta los inodoros y no había ninguna gota de sangre, siquiera un pelito, nada. Viviana me había arranchado un mechón de mis cabellos, pero no encontraba ningún vestigio. Pensé que ya lo habían barrido o algo así.
El teniente Weston me esperaba en la salida de la facultad.
-Señorita Malinova-, se puso delante mío, impidiendo que yo siga avanzando hacia la calle.
-Anthony no lo hizo-, le dije seria, cruzando mis brazos. Mi morral colgaba del hombro.
-El chico dice que te besó y que terminó de ella por ti-, me enrostró. Tragué saliva.
-¿Piensa que yo maté a Vivi?-, me puse a la defensiva.
-No, no creo eso, solo le digo lo que Anthony confesó-, estiró él una sonrisa muy intimidante.
Alcé mi naricita y seguí de largo. -¿Por qué siempre está usted en medio de un crimen, señorita Malinova?-, habló Weston viéndome irme apurada. No le contesté, pero sentí pavor. Me apuré a llegar a mi casa y volví a trancar puertas y ventana. Luego me puse a llorar como una adolescente tumbada en mi sofá.